Capitulo 39

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Tenia una familia normal, con una madre amable a la cual quería mucho, y un padre paciente que siempre sonreía.
Era de una familia con dinero, y tenía muchos amigos.
Era perfecto, mi vida era perfecta y creí que eso no cambiaría nunca..., entonces cumplí ocho años.

Justo en mi cumpleaños, esperando frente al pastel a mi padre, a las diez de la noche alguien tocó la puerta.
Creí que era papá, pero en su lugar entraron tres hombres uniformados.

Durante una semana entera nos mantuvieron en otro lugar, una habitación en algún lugar lleno de policías. Diariamente nos hacían preguntas de nuestra vida y de mi padre. Mi madre no paraba de llorar desde el primer día, y cuando me abofeteó por preguntar donde estaba papá supe ya no podría verlo de nuevo.

Cuando regresamos a casa nada fue igual. Las vecinas ya no hablaban con mi mamá como antes, y mis amigos salían corriendo cuando me veían.
Toda la escuela y vecinos se alejaron de mi, y toda la familia nos dio la espalda.

Nos tenían miedo, todas sus miradas eran de miedo.
Mi padre era un mafioso asesino. Un asesino que torturaba a sus víctimas por simple diversión desde varios años atrás. Una mafia lo contrató cuando se cazó con mamá, y así conseguía el dinero; asesinando.

Mamá y yo estábamos en bocas de todos, y ella no lo soportaba. Nos mudamos a otra ciudad cuando cumplí los trece, pensamos que podríamos empezar de cero, sin que nadie supiera de mi padre. Pero fue mucho peor.

Los anteriores vecinos eran amigos que pasaron de sonreír a temerme, pero allí eran tipos mas grandes que solo querían golpear a alguien, y al tener un padre asesino pensaban que podrían utilizarme. Era obvio, por los antecedentes de mi padre yo tendría mas problemas si me defendía de ellos, que ellos por atacarme a mi.

Nunca me defendí, y siempre volvía a casa golpeado. Mi madre me regañaba porque pensaba que yo buscaba los pleitos. Se veía decepcionada, pero nunca le dije nada porque por intentar defenderme a mi ella podría salir herida.
Ella ya tenia suficientes problemas con los vecinos y su empleo donde la amenazan con correrla por cada pequeño detalle. No podía decir nada para defender sus derechos porque ellos le decían »¿que vaz a hacer? ¿matarme como lo aria tu esposo? Llamaré a la policía, así que mantente quieta«.
Creo que fue violada cuatro veces por esos jefes, pero a mi me rogaba que no les hiciera daño cuando me veía molesto, porque tendríamos problemas.

Pero cuando cumplí catorce esos tipos me mandaron al hospital. Cuando desperté mi madre me gritó, me dijo que me parecía a papá y salió corriendo. No vi en sus ojos coraje, más bien, estaba aterrada..., por eso no le guardo alguna clase de rencor por haber desaparecido después de eso.

Quería tanto a mi madre que soporté muchas cosas, pero una vez se marchó ya no tenía porque controlarme.
Entrene y golpeé casi a muerte a quienes la violaron y me metí en esas peleas callejeras sin miedo a nada.

Una vez me enamoré de una chica que iba al parque todos los viernes a leer un libro de portada azul. Era hermosa, y tranquila. Utilizaba lentes y traía el uniforme de su escuela.
Pero cuando quise hablarle se asustó con solo verme y nunca regresó al parque.

Tal vez porque mi fotografía había aparecido en periódicos, o porque mi cuerpo estaba tatuado de cicatrices.

Extrañaba tener amigos, un hogar, alguien con quien charlar, lo que sea que no tuviera esos ojos llenos de terror. Los que una vez me miraron con amor, con curiosidad, o con desafío terminaban teniendo la misma mirada aterrada.

Quería terminar con ello, y por eso robé una gran cantidad de droga, y una pistola. Fui a un hotel y cuando abrí el primer paquete algo tocó mi puerta. Afuera estaba un videojuego de nombre Game over.
Lo conecté y me teletrasporte como a todos los demás.

Game OverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora