Mi hermana tomaba todo su aire y líquido del cuerpo para desperdiciarlo en llanto, llanto y solo llanto. A pesar de que nos odiamos, sentía un gran dolor en mi interior al escucharla llorar tanto, nunca la había visto así, bueno no desde que nuestro hermanito de dos años muriera de cáncer.
Tomé a Daniela del brazo y la sujeté con brusquedad, la tomé del mentón y con nuestras miradas clavadas una a la otra sequé sus lágrimas con el borde de la manga de mi suéter manga larga, la tomé firmemente y conecté su frente con la mía para estar más cerca de ella.
—Escúchame y escúchame bien —dije sin expresión alguna. —Vamos a estar bien, ningún lunático salido de una película de terror nos va a hacer daño.
Ella solo deja rodar una lágrima por su delicada mejilla.
—Tengo miedo, no estoy preparada para morir hoy —dijo temblando.
—No lo harás hoy, te aseguro que no moriremos hoy.
Ya estaba anocheciendo y el tal diablo no daba señales de vida ¿Se habrá arrepentido de venir? ¿Será que nos dejara en paz? Será mejor que no lo subestime, ese sujeto es un desquiciado y no tengo la menor idea de lo que sea capaz de hacer.
—Daniela —dije llamando su atención. —Será mejor que vayas a tu habitación y te recuestes un rato.
—Para nada, si el lunático de whatsapp se aparece de pronto no estaré durmiendo mientras te asesina y la casa se llena de tus gritos de agonía.
—Debajo de tus ojos tienes unas ojeras tan grades que podrías guardar una bola de boliche allí adentro —comenté en forma de burla para que se relajara un poco. —Te exijo que te vayas a acostar, no te lo vuelvo a repetir, si ese se llega a aparecer todo estará bien, no estuve cuatro años en karate para nada.
—Gracias, a pesar de todo si eres un buen hermano —se acerca a mí para depositar un beso en mi mejilla. —Te deseo la mayor de las suertes.
La vi caminar lentamente a su habitación, no soportaría que algo nos pasara, solo pude notar cuando una lágrima mía cayó al suelo.
Una fuerte jaqueca me comenzó a atacar, creo que Daniel tiene unas pastillas guardadas para el dolor de cabeza ¿Cuánto tiempo habré dormido? Miro la hora y prácticamente dormí casi dos horas. Salí de mi habitación, todo estaba oscuro y la fría noche no ayudaba.
—Daniel, ¿Daniel? —decía esperando respuesta, pero no recibía alguna, agitaba mis brazos frente de mí para no tropezarme con nada en el camino.
Sigo caminan y noto una silueta en frente de la ventana, ese era Daniel.
—¿Dani, tienes idea de donde están las pastillas para el dolor de cabeza? —pregunté tomándolo del hombro.
—No sé —su voz era más gruesa. —Pero te puedo dar otra cosa.
Sentí un horrible dolor en mi vientre, era un cuchillo que estaba profundamente enterrado en mí, las luces se encienden pude notar que ese no era Daniel, era alguien familiar, pero irreconocible, caigo sin notarlo y choco fuertemente contra la pared, me deslizo lentamente hasta el piso mientras la dicha pared se llena de sangre espesa, casi color negro.
Giro mi cabeza y allí se encontraba mi hermano horriblemente mutilado, ya no parecía ser él, solo era una gran pila de carne podrida.
—Maldito, monstruo enfermizo, desquiciado, espero que cuando todo esto acabe te pudras en el infierno.
Se acerca lentamente a mí con una macabra sonrisa dibujada en su rostro, tomó el cuchillo que me había clavado, lo vuelve a enterrar, hace lo mismo una y otra vez hasta que mi visión se me fue nublando.
—Maldito seas y que en el infierno te pudras.
—AXL [S. S.]
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Diablo En Línea II © [S.S.]
HorrorEres agregado a un grupo de amigos donde conoces a todos ¿Que podría salir mal?, absoluta mente todo. Pero ahora las reglas cambian, ahora eres agregado en un grupo donde no conoces a nadie y nadie te conoce. ¿En quien podrás confiar?