5. Vete

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Narra Carlos

Llevaba alrededor de media hora despierto, observándola.

Mi mejor amiga... Joder.

Solamente llevaba mi camiseta puerta, nada más. Tenía la cabeza apoyada en mi pecho y sonreía dormida.

Era, sin lugar a dudas, la persona más guapa que había visto jamás.

Se movió ligeramente, comenzando a despertarse, pero sin abrir los ojos.

Su cara me parecía lo más tierno del mundo.

Finalmente abrió los ojos, entornándolos.

-Buenos días.- dijo.

Yo no contesté, sólo me levanté de la cama y cogí unos pantalones y una camiseta del armario.

Ella, por su parte, se incorporó, quedando sentada con las sábanas aún tapándole las piernas.

-¿Quieres salir a desayunar fuera? Yo invito.- dijo, con una sonrisa cálida iluminando su rostro.

Negué con la cabeza. Qué difícil iba a ser lo siguiente...

-Julia... Creo que deberías irte.- dije, apartando la mirada de ella.

-Venga Carlos, acepta mi propuesta... Podemos hacer lo que tú quieras después.- contestó.

No lo había entendido.

-No.- mi voz de tornó mucho más seria.- Hazme caso, lo mejor es que te vayas.

-Carlos...

-Joder Julia, que te vayas a tu casa o a dónde te dé la gana, me da igual, pero no te quiero aquí.- dije, elevando el tono de voz, quizá demasiado.

Se hizo el silencio.

-No hagas esto... No nos hagas esto.- dijo ella, casi en un susurro.

-Vete.- repetí.

-Pero...- insistió.

-Voy a salir de esta habitación, ¿vale? Así que tienes dos minutos para vestirte, recoger tus cosas e irte.

Estuve a punto de debilitarme, de mirarle a los ojos y perder aquella batalla. Pero no lo hice, me mantuve firme.

Por lo menos hasta que oí la puerta de mi casa cerrarse de un portazo, y después el silencio... Últimamente siempre me acompañaba.

Sentí como las piernas me fallaron y caí al suelo, empapando mi cara de lágrimas.

Lágrimas de impotencia, de ira, pero también de tristeza... Una tristeza profunda.

No estaba enfadado con ella, lo estaba conmigo.

Me enfadaba el hecho de no poder pensar nunca con la cabeza, de guiarme por mis instintos, que después siempre me fallaban.

Estaba enfadado conmigo mismo, por hacerle daño a la persona más importante de mi vida.

Tras unos minutos me levanté, diriéndome a mi habitación.

Sin pensar demasiado en lo que hacía, cogí las sábanas de la cama, las arrugué en una bola y las tiré a la basura. Después hice lo mismo con las fotos de mi pared dónde ella aparecía, hasta que una hizo que me rompiese otra vez.

Se trataba de una fotografía hecha por mi madre en mi décimo cumpleaños, en ella salíamos Julia y yo abrazados, ella tenía una caja de regalo en la mano derecha, y yo sonreía ampliamente.

Sólo quería volver a ese día. Mucho antes de que viniesen todos los problemas. Mucho antes de que mi familia se rompiese en mil pedazos tras la muerte de mis padres, mucho antes del momento en el que tuve que llevar a mi hermana pequeña del hospital porque estaba tan mal que le dió por beber demasiado, y todo porque yo no había estado para ella.

Mucho antes de cuando María se fue, para volver unos días después con un aspecto deplorable, y no querer decir ni una palabra de dónde había estado o qué había hecho.

Y también antes de aquella noche en casa de Julia. La primera de muchas.

Todo pasó tan rápido que ni nos lo replanteamos. La primera vez no hablamos de ello, sólo nos reímos y dijimos que había sido por causa del alcohol. Pero cuando se convirtió en rutina todo comenzó a ir mal.

Y yo me fui.

Porque soy un cobarde.

Porque discutimos, y no le quise decir lo que sentía por ella, no me atrevía.

Así que me fui, viajé por el mundo, bebí, ligué e hice lo que me dió la gana. Tratando de olvidarla.

Cosa que, obviamente, no pasó.

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Perdón 💔💔💔
Me voy antes de que digáis nada...

Hasta Perderlo Todo -julright-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora