34. Quédate conmigo

1.5K 79 62
                                    

Narra Carlos

Corrí hacia ella, ya no importaba nada. Ni las miradas de la gente posadas sobre mí, ni la conversación telefónica del otro día, cuando acordamos darnos un tiempo.

Nada en el mundo me importaba más que ella.

Soltó su maleta cuando estaba llegando hasta ella y se quedó parada, esperándome.

La abracé tan fuerte que incluso la levanté unos centímetros del suelo.

Fue el momento en el que la tuve entre mis brazos cuando algo hizo click en mi cabeza, y fui realmente consciente de todo.

Ella estaba ahí conmigo, a salvo, y correspondiendo a mi abrazo.

La conocía, y aunque no se había enterado de nada, entendía cómo me sentía en aquel momento, entendía que algo había pasado, y que yo la necesitaba más que nunca.

Al darme cuenta de que estaba bien, también me di cuenta realmente de lo que podría haberle pasado, y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos a mares, sin previo aviso, pero me daba igual.

Unos segundos después nos separamos, aunque yo seguía igual.

Me miró con preocupación y amor, en su mirada encontré lo más bonito del universo.

Extendió la mano para secarme las lágrimas una a una, con una suavidad que me reconfortaba.

Sentí sus ojos marrones analizando con detenimiento mis facciones, yo casi no podía verla por culpa de las lágrimas que aún brotaban de mis ojos, pero en ese momento supe que lo único que quería era ver aquellos ojos cada día.

-¿Qué te ha pasado?- preguntó tras varios segundos más de silencio.

-Todo ha sido horrible, Julia, pensé que...- se me quebró la voz a mitad y no pude continuar, ella me acarició la espalda para calmarme.

-Vamos a nuestro piso, hablaremos con más tranquilidad.- dijo, antes de coger su maleta y comenzar a andar hacia la salida.

***

-¿Y ahora qué?- pregunté al terminar de contárselo todo.

Ella levantó la cabeza, pude notarla sorprendida y apenada a partes iguales.

-Necesito un segundo.- dijo, llevándose las manos a la cabeza- No sé qué hacer...

-Quédate conmigo.- supliqué, entrelazando nuestras manos.

Me miró una vez más, y pude ver un mar de dudas interno en su expresión, así que tome aire y continué hablando.

-Sé que ahora te sientes insegura y desprotegida. Es por mi culpa, lo he hecho todo mal.- dije, bajando la cabeza- Debería estar para tí, y sin embargo, el otro día me comporté como un imbécil.

-Me da miedo que volvamos a hacer las cosas mal.- confesó.

Me quedé unos segundos en silencio, sopesando sus palabras.

-Podemos conseguirlo, Juls. Llevamos meses teniendo una relación sana. Podemos seguir haciéndolo. Volver a nuestras discusiones de sólo dos minutos que acaban en besos y abrazos. Si nos queremos... Lo conseguiremos, ¿no?- terminé de decir aquello con las manos temblorosas, teniéndome lo peor.

Pero Julia asintió, aunque muy lentamente.

-Prométeme que estarás conmigo pase lo que pase.- su voz sonaba como una súplica, dejaba entrever todos sus miedos e inseguridades en aquel momento.

-Te lo prometo.

Pasó los dedos por mi brazo suavemente, mirándome de arriba a abajo.

No me di cuenta hasta pasados unos segundos de que yo estaba haciendo lo mismo. Quería asegurarme de que tenía en mi memoria cada curva de su cuerpo, cada uno de sus rasgos.

Mi mirada se posó en sus labios, ella se dió cuenta y me besó lentamente.

Aquel beso significaba muchas cosas, era un beso de perdón, de gracias. Era doloroso y dulce a la vez.

-Sólo de pensar que te podía haber pasado algo...

-Ya está, cariño- dijo, interrumpiéndome- Estoy aquí... estoy bien.

Nuestros ojos conectaron en aquel instante. Nos quedamos nadando en ellos durante varios segundos, hasta que fui yo quien me levanté, cogiendo a mi novia en brazos.

La dejé en la cama sentada y me dirigí hacia el armario.

-Quédate quieta y relájate.- le dije, pero no contestó, se limitó a observar cada uno de mis movimientos.

Me arrodillé en frente de ella y tiré de sus vaqueros hacia abajo, ella entendió lo que estaba haciendo y colaboró.

Subí, dejando un beso corto sobre sus labios y en ambas mejillas, para luego quitarle la camiseta, dejando un beso y una caricia también en su hombro.

Ella misma cogió la camiseta que traía entre mis manos y se la puso, no sin antes quitarse el sujetador y tirarlo al suelo.

Abrió un poco las sábanas y me hizo un gesto para que me tumbase a su lado, por lo que me deshice de mi camiseta y mis pantalones, y me acurruqué junto a ella.

Le miré, todavía me parecía increíble que estuviese ahí, conmigo.

Me abrazó, apoyando su cabeza en mi pecho.

-¿Sabes que te quiero muchísimo, verdad?- preguntó, muy bajito.

-Lo sé.- afirmé, llevando mi mano al pelo detrás de su oreja para dejar suaves caricias ahí- Yo también.

No dijo nada más, apenas unos minutos después pude apreciar por su respiración que se había dormido entre mis brazos.

Me quedé escuchando aquel sonido, aquella calma, temiendo que todo fuese un sueño y a la mañana siguiente se esfumase.

Pero me recordé a mí mismo que no lo era, y fue entonces cuando me di cuenta de que le quería incluso más de lo que yo mismo podía expresar con palabras.

Amaba cada una de sus imperfecciones, que a mí se me hacían perfectas.

Entonces lo supe: estaba junto a la mujer de mi vida.

Y no pensaba separarme de ella

Ya no.

__________

No sabéis lo que me ha costado este capítulo... Y no entiendo por qué, pero bueno.

Gracias por leer, espero que os guste.✨☁️

Y muchísimas gracias también por las 18K, esto crece rapidísimo 💖

Hasta Perderlo Todo -julright-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora