30. En medio de una eterna despedida

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Narra Carlos

Suaves caricias en mi espalda me despertaron poco a poco, me di la vuelta, entornando los ojos para poder ver algo en la penumbra de la habitación.

-¿Qué hora es?- pregunté, pasándome una mano por la cara.

-Las doce y media pasadas.- dijo Julia, peinándome con los dedos- Deberías tomarte algo para el dolor de cabeza.

Asentí, aún desubicado.

-¿No bebiste anoche?

-Y tanto que bebí.- se pegó más a mí, abrazándome- Pero los Ruiz os llevasteis la palma, ¿no recuerdas nada?

-Recuerdo...- el dolor se hizo insoportable en el momento que traté de recordar algo de la noche anterior, por lo que hice una mueca- Algo de un sofá, creo que tiene que ver contigo. Y las risas de mis hermanas borrachas, eso sí.

-Muchas gracias, guapo.- dijo María, bajando de una de las literas en aquel momento.

Sabela descorrió las cortinas, la cegadora luz del sol me llegó de golpe, haciendo que cerrase los ojos.

-Venga, arriba gordi.- Julia me dió una palmada en el pecho, levantándose de la cama.

***

Vislumbré a lo lejos a Julia bocarriba en la tumbona, y me acerqué a ella.

Abrió los ojos sorprendida en cuanto me puse sobre ella, pero no tardó en dedicarme una amplia sonrisa y acercar su cara a la mía para darme un pico.

-¿Qué tal la resaca?- preguntó, dejando sus manos en mi cintura.

-Mejor.- respondí, antes de volver a juntar nuestros labios en un beso mucho más largo.

Al separarnos miré a ambos lados, ella debió de saber lo que estaba pensado, porque me preguntó:

-¿Dónde está todo el mundo?

-Perdidos por ahí, no te preocupes.- sonreí de lado, dirigiendo mis boca a su cuello.

-Carlos... Aquí no.

Hice caso omiso a sus palabras, y dirigí mis besos a su vientre bajo.

Flexioné la rodilla, tocando su entrepierna por encima de la tela del biquini con ésta.

Subí mi cabeza, callando con mis labios pequeños jadeos que salían de su boca.

-Deberíamos parar.- dijo.

-Hace tanto tiempo que...- sin terminar la frase, dirigí mi mano hacia donde antes estaba mi rodilla, haciendo círculos, esta vez por debajo de la tela.

Soltó un sonoro gemido y se agarró a mi espalda con fuerza.

-Dios mío, Carlos...

-Si dices mi nombre así no vas a necesitar tocarme para que...- no me dejó acabar de hablar, agarró mi cara entre sus manos, besándome con pasión.

Y entonces pasó algo que no nos esperábamos.

-¡Esa mano donde pueda verla, Carlos!- exclamó Dave, que salía en ese momento al jardín.

Me separé al instante de Julia, que suspiró con frustración y se removió, tratando a la vez de recuperar el ritmo respiratorio normal.

-¡Que no gritéis, joder! Ya lo he dicho.- María apareció con una mano sobre la cabeza y unas gafas de sol tapándole los ojos.

Julia se levantó, poniéndose a mi lado.

Antes de que me diese tiempo a reaccionar, me cogió por la nuca y me besó con ansia.

-Cariño... Ahora no.- murmuré.

-Eres un cabrón. Esta te la voy a devolver, que lo sepas.- dijo, separándose de mí.

Me quedé observando cómo se iba, andando hacia el interior de la casa.

-Venga Carlos, hay que hacer la maleta, y no sólo para sacar condones de ella.- dijo Dave, sacándome de mis pensamientos.

***

Me separé del abrazo de África, que ya se iba, y dirigí mi miraba a mis hermanas, que se encontraban justo detrás de mí.

-Nosotras ya nos vamos, nos espera la playa.- dijo María, y Marilia se rió.

-No os metáis en líos en vuestras vacaciones, petardas.- dije, abrazándolas.

-Y tú no dejes las cosas a medias.- me advirtió Marilia, con toda la intención del mundo.

Dijeron adiós con la mano por última vez y me giré hacia Noelia, que era la única que quedaba allí a parte de Julia y yo.

-Han estado bien estas semanas, eh pareja.- dijo, antes de dejar un beso sobre mi mejilla y dirigirse a mi novia.

Sonreí al verlas juntas, y cogí mi maleta.

Finalmente salimos por la puerta, Noelia se dirigió a su coche, Julia y yo fuimos al mío, pero a diferencia de la ida, a la vuelta decidimos que fuese ella quien condujera.

Por el camino estuve pensando en la última media hora.

La despedida se había alargado bastante, a pesar de que la mayoría nos íbamos a Madrid.

El trayecto pasó muy rápido, antes de que me diese cuenta estaba abriendo la puerta del piso.

Julia entró primero, dejándose caer directamente en el sofá.

Me senté junto a ella, pasándole una mano por el pelo.

-¿Estás enfadada?- pregunté.

-Debería.- respondió, sonriendo.

-Te lo voy a compensar.- dije.

-¿Ah sí? ¿Y cómo piensas hacerlo?- hizo que nos tumbásemos, quedando yo encima de ella, como aquella mañana.

-Se me ocurren muchas maneras.- sonreí con picardía y mis labios se dirigieron a su cuello.

__________

Ya sabéis lo que pasa después...😏

Esto me está recordando a algo que pasaba en otra de mis novelas, no os digo a qué pero... El siguiente capítulo va a ser complicado.

Gracias por leer, mañana no habrá capítulo porque quiero escribir mucho, pero espero a partir del Viernes volver a los capítulos diarios.

Y muchísimas gracias por las 14K de lecturas, sois increíbles.

Hasta Perderlo Todo -julright-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora