Capítulo 27: Bastet - (Capítulo Final)

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Parecía que Sekhmet y El Rey Gato eran afectados por esas hermosas luces de colores emitidas por los templos sagrados, pues emitían unos fuertes alaridos y gruñidos por el dolor que sentían. En ese momento Giovanna abrió los ojos, no sabía que había pasado, pensó que estaba en otro lugar, estaba segura de que había muerto, pero sus ojos se abrieron a un más cuando vio que le tendieron una mano para ayudarla a levantarse, esa mano se le hacía muy familiar, incluso un agradable olor se apoderó del lugar, levantó la mirada y era Gerardo sonriendo amablemente mientras la miraba con ternura.

-¿Mi amor? Giovanna soltó en llanto y lo abrazó, de la emoción ni siquiera se dio cuenta de que ya tenía sus pies y su brazo. – ¿Estas vivo? ¿Eres real? Le preguntaba mirándolo y sujetándole su cara.

-Soy yo mi amor, te extrañé mucho.

-Yo también mi amor, ¿cómo es que estas vivo?

-No lo sé mi amor, pero tenemos que poner ese último cascabel.

Rápido fueron y lo colocaron en su lugar, una fuerte luz color rosa invadió todo el palacio, y afuera en la plaza todas las luces invadían el cielo rojo. Se abrió un portal y de él salió Bastet, una mujer delgada, de piel de color blanca, con cabello negro, su vestimenta era color oro la cual estaba hermosamente adornada con muchas joyas de diversos colores hermosos, en sus manos sujetaba un sistro grande.

Sekhmet y el Rey Gato la miraron con odio y se dispusieron a atacar.

Jaime abrió los ojos, no podía creer que estaba vivo, pues se tocaba su pecho y no tenía la herida.

-Pero ¿qué carajos? ¿Cómo demonios? El mismo se interrumpió a ver que en el cielo estaba Bastet luchando con Sekhmet y el Rey Gato.

Daniel, la bruja y Everardo estaban sorprendidos ante lo que había pasado, no sabían que hacer, la barita de la bruja ya no servía, y las ordenes que les daba Daniel a Sekhmet y a el Rey Gato ya no tenían efecto en ellos.

El Rey Gato abrió otro agujero negro, pero ahora mucho más grande, pero Bastet hizo que ese gran agujero lo absorbiera. El Rey Gato jadeaba y se resistían a ser devorado por esa profundidad oscura, pero al final fue absorbido y desapareció sin dejar rastro; luego de eso, el vórtice se cerró.

En ese momento, Christian apareció en el jardín de esa misma plaza, estaba desconcertado, no sabía que había pasado. Bastet logró vencer a Sekhmet con su gran sistro la convirtió en piedra, misma que cayó al piso y se desmoronó, el polvo de sus restos se perdió en el viento. Las luces que salían de los templos se unieron en Bastet que estaba en el cielo, era como si las absorbiera y las acumulara.

Gerardo y Giovanna venían saliendo del templo del amor, tomados de la mano, no dejaban de mirar al cielo mientras caminaban al centro de la plaza, en donde estaba Jaime y Christian.

Luego de unos minutos, Bastet liberó toda esa luz e iluminó todo el lugar. La colorida luz fue tan brillante e intensa que hizo que todos cubrieran sus ojos. Todo el lugar cambió, el cielo se puso color azul, las nubes adornaban ese inmensidad azul, acompañadas de un gran sol resplandeciente que en conjunto alumbraban toda la ciudad; los arboles eran verdes, las casas fueron reconstruidas, la gente caminaba por la ciudad, los animales habían regresado a sus hábitats; todo había vuelto a ser como antes, ya no había más oscuridad, todo era luz y mucha paz.

-Así que tú también estás vivo Gerardo Zam. Le dijo Jaime al verlo

-Así es Jaime, aquí estoy jaja. Les dijo sonriendo mientras los saludaba y abrazaba.

-¿Cómo fue que pasó todo esto? Preguntó Jaime.

-Fue por haber regresado los cascabeles a su templo, eso hizo que Bastet regresara y acabara con ellos, y luego todo volviera a la normalidad.

El Hombre GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora