Ser un adulto no le molestaba para nada. Le molestaba no saber cómo resolver algunas situaciones. Cuando era un niño no tenía problemas, no tenía responsabilidades, no tenía miedos. Ahora si… ahora todo eso pesaba sobre él.
Respiró profundamente y miró por la ventana del coche. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte y sintió un escalofrío que le bajó por la espalda. No podía creer que después de tanto tiempo estaba volviendo a aquel campo. Por poco y se había olvidado de que ese lugar existía. Siendo un niño había sido muy feliz allí.
—Cariño, ¿Se puede saber por qué me trajiste a este lugar? —le preguntó Lydia sacandolo de sus pensamientos. Él Se giró a verla y sonrió.
—Vamos Lyds, me dijiste que no te quejarías —le dijo él.
—Sabes que te adoro, eres mi mejor amigo en todo el world. Tú fuiste el único que siempre me ayudó a enfrentar mis miedos y bla bla bla bla. Pero esto,… esto es demasiado. Yo no podré soportar vacas, caballos, cerdos, gallinas. ¡Oh dios santísimo, mosquitos! —dijo nerviosa pensando en aquello. El castaño rió divertido.
—Ya lo verás, el campo te encantara. No solo porque es tranquilo, sino que además hay muchos trabajadores musculosos —le dijo y le guiño un ojo.
—Eres un manipulador horrible —dijo y se cruzó de brazos como si estuviera un poco ofendida.
Lydia Martin era su mejor amiga desde que él se había ido del lugar en el que se había criado. Y desde entonces siempre habían estado juntos. Enfrentando cambios, peleas, decisiones. Más bien… ella era como una hermana.
Se acercó un poco a su amiga y la abrazó de costado. Sabía que ella iba a quejarse, pero que al final iba a terminar amando el lugar. —Te prometo que la vamos a pasar bien… serán solo un par de semanas.
—No lo sé —dijo con tono indiferente —Estoy pensando seriamente en pedirle a Charlie que me lleve de nuevo al aeropuerto.
—¿Serías capaz de abandonar a tu mejor amigo? —preguntó haciendo un leve puchero.
Lydia lo miró fijo y luego maldijo por lo bajo.
—Odio cuando me haces esas caras —exclamó —Siempre terminas ganándome.
Él sonrió y dejó un pequeño beso en su mejilla. Se alejó de ella y giró para mirar a su padre. Noah estaba concentrado leyendo. Él se fijó en las expresiones de su rostro. Sonrió tiernamente al ver la concentración que él estaba manejando.
—Papá —lo llamó.
—¿Si? —le preguntó sin dejar de leer el diario.
—¿Cuánto tiempo nos quedaremos aquí? —quiso saber.
Por fin Noah levantó la vista hacia su hijo. Su único hijo lo era todo para él. Stiles Stilinski era la luz de sus ojos, un bello recuerdo de su madre.
—Tres meses —contestó Noah.
—¡¿Tres meses?! —Gritó Lydia —¿Acaso has perdido el juicio, Nou?
—No, solo que por lo menos yo me quedaré todo ese tiempo. Es más… estoy pensando seriamente en quedarme a vivir aquí.
La boca se Stiles se abrió por la sorpresa. Seguramente su padre estaba bromeando con él. Su padre no podía quedarse allí. No podía dejar la empresa en la cuidad, no podía dejar a su hijo solo en la cuidad.
—Dime que es una broma —le pidió él. Noah soltó un suspiro y luego se sacó los anteojos de lectura.
—No, hijo, no es una broma. Quiero quedarme a vivir en mi campo.
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s a l v a j e ; sterek • EDITANDO•
Fanfiction¿Un pequeño amor de infancia podrá superar al tiempo y la distancia? Historia adaptada, crédito total al respectivo autor(a).