➻v e i n t i s é i s

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July entró al cuarto de su hijo y encontró a Breaden sentada en una de las sillas, mirando una revista de moda que seguramente Lydia había dejado tirada por allí. La morena la miró al instante y se puso de pie para acercarse a Derek y fingir preocupación. July resopló, ella ya conocía aquel teatro. Lo peor de todo era que se había quedado todo el día en la casa, no dejando a su hijo descansar realmente. Por suerte ya había venido por ella.

—Tu padre está esperándote en la puerta.

—Dile que voy a quedarme a dormir aquí.

—No —dijo July —Vas a irte ahora, Breaden.

—¿Qué te pasa, Julieta? —Le preguntó —¿Por qué me tratas así?

—Niña, estoy cansada. Ha sido un largo día y quiero ser yo la que cuide de mi hijo. Tú vete a tu casa y mañana puedes volver a verlo.

—Pero…

—Sin peros, Breaden. Vamos.

Breaden se puso de pie y salió de allí sin siquiera despedirse de Derek. July negó con la cabeza y miró a su hijo una vez más antes de cerrar la puerta y dejarlo solo.

—Stiles—murmuró Derek entre medio despierto y medio dormido.

Levemente abrió los ojos, pero los volvió a cerrar al sentirse tan cansado. Comenzaba a despertarse y la sensación de que un millón de caballos le pasaron por encima lo invadió. Le dolía todo el cuerpo, principalmente el hombro derecho.

Respiró profundamente y se destapó un poco. Estaba sudado, pero sentía un molesto frío calándose hasta los huesos. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su cuarto. Pero, ¿dónde estaba Stiles? ¿Por qué no estaba allí con él? Él lo quería a su lado, quería ver su bello rostro. Verlo sonreír, escucharlo hablar, sentirlo respirar. Simplemente lo quería frente a él. Si, necesitaba verlo, necesitaba buscarlo y tenerlo cerca.

¿Qué podía pasar? Absolutamente nada. Desde que ese castaño había llegado solo había hecho estragos con él, y ahora él tenía que cobrarse aquello. Sí, claro que sí.

Se puso lentamente de pie. Todo dio vueltas a su alrededor. Sonrió estúpidamente, se sentía como un borracho. En ese momento se sentía perfectamente bien como para ir hasta el cuarto de Stiles Stilinski y cantarle las 40 de una vez…

Stiles suspiró mientras salía del baño luego de una merecida ducha. Había estado todo el día con Lydia, recorriendo el campo, haciendo cosas de amigos, mirando películas y comiendo las ricas comidas de July. No había ido a ver a Derek porque sabía que la indeseable aquella seguía pegada a él como la garrapata asquerosa que era. Apretó los dientes al pensar en ella y que en ese momento estaba con él.

Terminó de vestirse en el baño, se puso una pantalonera y una simple playera de dormir. Tomó una toalla y comenzó a secarse el cabello. Abrió la puerta y salió hacia su habitación.

Su corazón se sobresaltó cuando levantó la mirada y él estaba allí parado. Lo observó bien. Y él sonrió bobamente al verlo. Stiles sintió una linda presión en el estomago al verlo sin remera… era tan… masculino. Una gran venda blanca cubría todo su hombro derecho. Recordó el dolor que vio en sus ojos cuando la serpiente lo había mordido. No quería volver a ver dolor en su linda mirada.

— ¿Derek? —inquirió confundido.

Otra estúpida sonrisa se formó en el rostro de él. El castaño se aguantó las ganas de reír. Se veía realmente gracioso. Dejó su toalla a un costado y se acercó a él.

—Hola, pequeño —lo saludó algo tonto. Stiles arrugó la nariz, divertido.

—No deberías estar aquí, Derek —le dijo dulce —El doctor dijo que tenías que hacer reposo.

s a l v a j e ; sterek • EDITANDO•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora