➻q u i n c e

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Llegaron al establo y se bajaron de los caballos. Stiles se miró a sí mismo y se aguantó la risa. Estaba tan embarrado que si Lydia lo veía iba a darle un infarto.

—Derek… —lo llamó. Él lo miró y al castaño le temblaron las piernas.

—¿Qué sucede? —quiso saber.

—¿Qué te parece si bañamos a los caballos? Los pobres quedaron tan sucios y todo por nuestra culpa.

—¿Tú bañar a los caballos? —dijo y comenzó a reír.

Stiles abrió los ojos y la boca de la sorpresa a causa de su risa. Aquella risa viajó a través de él en forma de escalofrío. Era totalmente injusto que el hombre le provocara tantas cosas. ¿Cómo era posible?

—¿Qué? ¿Acaso no puedo? —le preguntó recuperando sus pensamientos.

—Se te estropearían las uñas y el cabello —le dijo divertido. Stiles abrió la boca indignado.

—No me subestimes, Derek. No he perdido la maña de hacer las cosas —le dijo amenazante. Derek sonrió levemente ante su tono de amenaza. No, él no debía subestimarlo. Stiles no era un hombre al que podía subestimar. Debía admitir que no era como todas los hombres refinados y prsumidos de la cuidad.

—Tienes razón, lo siento —se disculpó. Stilesse aguantó una sonrisa.

—No sé, no sé si voy a perdonarte. Por mí puedes comerte tus palabras. Y no voy a perdonarte.

—Tú sabes que si lo harás, enano—sonrió Derek —Jamás fuiste muy bueno enojándote conmigo. Te durará apenas unos segundos.

—Ya te demostraré que vas a comerte tus palabras.

—Ya lo veremos.

Dere se alejó un poco del castaño para buscar las dos mangueras y bañar a los caballos. Se sentía extrañamente feliz. Se sentía emocionado. Estar con Stiles lo hacía olvidarse de todo y de todos. Encontró las cosas y luego le tendió una manguera a Stiles.

— ¿Sabes? —Comenzó a hablar el castaño —Vivir en Washington jamás fue tan lindo como vivir aquí.

—Yo jamás me iría de Estados Unidos, ni mucho menos de este campo. Así que te creo cuando dices que jamás fue tan lindo.

Stiles rió por lo bajo. Sabía que él le diría algo así. Derek amaba aquel lugar.

Stiles desenroscó la manguera y se acercó a White.

— ¿Listo para asearte, guapo? —le preguntó al caballo. White le contestó.

—El que limpia primero al caballo, gana —dijo Derek.

Stiles sonrió y asintió levemente. El juego comenzó. Aquel instinto de competencia estaba dentro de él de una manera asombrosa. Le gustaba competir con Derek. Era algo total y completamente sano. Stiles rió divertido cuando White sacudió su cuerpo, provocando que se mojara. ¡Hacía cuanto que no hacía nada de esto!
Derek vio como Stiles iba tomando ventaja en eso. No pensó que sería tan rápido, y de alguna manera quería ganarle. No sabía o entendía bien por qué. Pero tenía que hacerlo.

Así que decidió tomar ventaja. Sin que Stiles se diera cuenta, él quitó la manguera del caballo y le apuntó.
El castaño pegó un pequeño grito al sentir el fría agua sobre su cuerpo.
Derek comenzó a reír con fuerza, todo esto era tan divertido.

— ¡Eres un tramposo! —le reprochó él.

—No lo creo, muchachito de cuidad —le dijo él sin dejar de reír.

El castaño tomó su manguera y lo mojó. Él lo miró sin poder creerlo, y lo volvió a mojar. Ambos reían. Parecían dos niños pequeños jugando con el agua y saltando y corriendo.

s a l v a j e ; sterek • EDITANDO•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora