Capítulo 33: Sonidos de dolor, sonidos de alivio

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- ¿Te sirvo otra?.

Un típico cantinero de bar le preguntaba a una cierta tatuadora que llevaba ya varias horas bebiendo en la barra del lugar.

En realidad no había tomado mucho, si no que los vasos le duraban bastante tiempo, usualmente solo era dos o tres o menos si la golpiza llegaba antes.

Josie asintió y corrió su copa para que el hombre pusiera el líquido que fuera dentro del recipiente, no le importaba mucho que bebía siempre y cuando fuera fuerte e hiciera mucho más a meno el momento de recibir los golpes.

Una vez que tuvo la copa llena miró al bar donde había llegado después de caminar por varias horas.

No estaba tan lleno como los que solía entrar con más frecuencia, pero al menos había bastantes grupos que le podían ser útiles.

Josie le dio un trago a su bebida y el alcohol blanco le quemó la garganta.

Agitó la cabeza y se la aguantó, después de todo era lo mínimo que merecía por hacer lo que hizo, el fuego que le quemaba la boca no era nada comparado con lo que le había hecho a Penelope.

- ¡Mierda!.

Josie golpeó la barra llamando la atención del cantinero y de algún que otro solitario borracho.

- ¡Mierda!.

Volvió a pegarle.

- ¡Oye amiga!.

El cantinero tenía cara de poca paciencia.

- El que rompe paga.

Le advirtió ante las botellas y copas que la castaña hacía temblar con cada golpe.

Josie ni siquiera miró al hombre.

Puso los codos en la barra y su cabeza entre sus manos.

A pesar de que había caminado durante horas no lograba sacarse la culpa que llevaba en el pecho.

La castaña siempre era la preferida de la gente que regenteaba a los niños de la calle, la tatuadora simplemente bajaba su cabeza y hacía lo que le pedían y cuando algo no le gustaba huía y por eso pasaba tan poco tiempo formando parte de los grupos.

Josie no era brillante pero era la suficientemente sabía para saber que si te quejabas, las "sustancias del sí", como le llamaba ella a las drogas que les inyectaban para que no ser armaran rebeliones, venían y eso a Josie no le gustaba.

La tatuadora era lo suficientemente perspicaz como para hacer lo que la señora del hogar que abusaba de ella le pedía.

Josie ya sabía que la mujer iba a hacer lo que se le diera la gana con o sin su consentimiento.

De hecho más de una vez se había quedado sin poder sentarse varias semanas por culpa de negarse a colaborarle y eso a Josie tampoco le gustaba, asi que simplemente agachaba su cabeza y hacía lo que se le pedía hasta que algo pasaba y ella podía huir del lugar o tal vez tenía la suerte e iba a parar a la cárcel o al hospital y lograba que la cambiaran de hogar o de casa de acogida.

Pero ahora sí que se había pasado, ahora sí que su estupidez había tocado fondo, ahora sí que Josie había arruinado lo único hermoso que le había pasado en la vida.

Josie había dejado embarazada a Penelope.

- ¡Mierda!.

Volvió a golpear la barra.

- ¡Oye! ¡Es la última vez que te lo advierto!.

Le gritó el cantinero.

Josie lo volvió a ignorar, no era que no quería simplemente que estaba acostumbrada a hacer lo que a ella le parecía.

I'm Not For You (Posie) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora