Capítulo 50: A pocos pasos

603 33 30
                                    

- ¡Deja tus manos quietas!.

La retó Josie.

- Pero Jojo… amor… no creo que sea… aún tenemos que hablar de muchas cosa y… y… y tu vuelo sale en… en…

Penelope sabía que por la mirada de hambre que tenía su novia no iba a convencerla, pero de todas maneras tenía que probar y hacer el mayor esfuerzo posible por no entregarse a la dulce, tierna e inocente Josie que cuando tenía a Penelope desnuda enfrente de alguna forma se transformaba en una idiota, engreída y dominadora que realmente a la pelinegra no le importaba que apareciera de vez en cuando, al contario, le gustaba.

- Amor… por favor…

Intentó besarla para calmarla pero Josie no quiso nada de eso, alejó la cara de Penelope y apretó aún más sus agarres y dejó que sus manos toquetear todo lo que ella quería abusar literalmente del cuerpo de Penelope.

La empresaria no hizo más que cerrar sus ojos y tratar de recordar como carajo había llegado desde estar muerta de cansancio por culpa de un incómodo hospital a haber pasado lo que restaba de la noche teniendo sexo con la mujer de su vida.

La arena que aún quedaba entre sus dedos se lo recordó el momento crucial.

La playa.

Había vuelto de la playa prácticamente entregada en los brazos de Josie, no solo por la desesperación que tenían ambas de seguir tocándose y de no poder separarse, si no también porque hacía un año casi que no había tenido relaciones y tener de vuelta las habilidosos dedos de la tatuadora dentro de ella sumado a la presión que el agua del mar había ejercido, había sido todo una hazaña.

Hazaña que se duplicó cuando Penelope quiso pararse y volver a su casa por su cuenta, sencillamente sus piernas se aflojaron.

La empresaria no podía culpar a Josie.

Por más que la tatuadora fue tan gentil como su misma desesperación se lo permitió, Penelope no pudo evitar haberse sentido virgen de nuevo.

Después de la cuarta vez que le pudo seguir el ritmo a Josie, Penelope solo decidió entregarse a lo que su novia quisiera hacer con ella dentro del agua.

Su cuerpo, alma y mente ya estaban sobre la luna, no había nada por hacer más que gozar el placer que la tatuadora le estaba regalando.

Lo que la pelinegra nunca se esperó es que aun después de las largas horas haciendo el amor dentro del mar, aun de la caminata que Josie había tenido que hacer con Penelope en sus brazos, al llegar al dormitorio el apetito sexual de Josie siguiera tan vivo y coleando como lo sintió apenas su Josie se ubicó en su espalda una vez que se adentró al mar.

No había otra opción, a Penelope no le había quedado otra que sacar sus habilidades empresarias y negociar con su novia un par de minutos de sueño a cambio de varias sesiones posteriores de sexo desenfrenado.

Minutos en los cuales Penelope aprovechó para dormir mientras que Josie solo miraba los números del reloj cambiar y con sus dedos llevaba la cuenta de cuanto faltaba para volver a sentir el cuerpo de su novia.

Tantas eran las ganas de recuperar el tiempo perdido que tenía la tatuadora que apenas la alarma de Penelope anunció el fin de su descanso, las manos de Josie ya estaban explorando el sexo de la pelinegra en busca de la humedad requerida.

De más está decir que esa fue la única siesta que Penelope pudo tomarse y tampoco está de más recordar, que Penelope negociando enfrente de una tierna cara torcida y un puchero, no tiene los mismos resultados que detrás de su poderosa silla de oficina.

I'm Not For You (Posie) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora