Capítulo 41: Adiós

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*A la mañana siguiente en casa de los Señores Park*

- Mmmmm Jojo amor…

Penelope aún no abría sus ojos y aun así, no le era necesario hacerlo para saber que su novia estaba mucho más que entusiasmada esperando a que ella despertara.

Algo duro la apoyaba desde atrás.

- Mmmm… Josie… cariño… Tienes que tratar de calmarte…

Aunque la pelinegra tenía que admitir que le gustaba poner a su tatuadora así, aun su cuerpo no se había recuperado del todo de su última sesión con la castaña.

- Jojo… amor… Recuerda que Pedro está durmiendo con nosotras.

Penelope alcanzó a abrir un ojo para ver a un desparramado morenito durmiendo como si fuera el dueño de la cama.

Por más que sus ojos volvieron a cerrarse, una sonrisa se dibujó en la ojiverde al ver a su pequeño con un dedo de su mano en su boca mientras que con la mano libre ahorcaba a su maltratado conejo celeste.

Penelope respiró hondo en señal de paz, parecía que todo estaba en orden, tal cual le gustaba a ella.

Inclusive la cercanía del cuerpo de  Josie en su trasero le parecía normal y hasta decidió sentirla un rato más.

- Mmm amor, vas a hacer que termine siendo adicta a despertar así.

Le susurró a la tatuadora.

- Me voy a terminar acostumbrando y después vas a tener que hacer un esfuerzo para estar así todas las mañanas.

Penelope rió de su propio comentario, para Josie eso no era ningún problema, la castaña siempre estaba lista, era como un Boy scout "siempre lista".

Penelope escuchó un "plop" y abrió despacio los ojos, Pedro había soltado su dedo y eso quería decir que estaba pronto a despertarse, por ende Penelope se tenía que ir preparando mentalmente para comenzar el día.

Cerró los ojos para terminar de recargar sus energías, energías que el pequeño morenito y la enorme tatuadora que tenía en este momento, Penelope en su cama se encargaban de gastar.

La ojiverde suspiró y le agradeció a Dios que le hubiera dado una hija como Beth que ayudaba a restablecer su equilibrio A diferencia de Pedro, Beth era más inteligente que los niños de su edad, aprendía rápido y no le costaba para nada seguir órdenes.

Más bien, Penelope tenía que admitirlo, a la pequeña pelinegra le sentaba tan bien como a ella dar las órdenes.

Ordenes que por supuesto a Josie y a Pedro les costaba seguir y encima de todo encontraban sumamente divertido desacatarlas para el enojo de las ojiverdes.

Penelope abrío los ojos y miró al conejo celeste que las acompañaba en la cama.

El peluche era el ejemplo perfecto para lo que Penelope quería explicar.

La noche anterior cuando Valentina Carvajal había dejado a la pequeña familia en su casa, Beth estaba completamente dormida en su impecable y sin una arruga vestido.

A Josie no le costó nada ponerla a dormir en su cama de la habitación que la pequeña compartía con Sophie y con su hermano, para cuando la castaña y la ojiverde terminaron de ponerle el pijama a Beth y de darle el beso de las buenas noches a Beth para poder dedicarse a Pedro, se dieron cuenta que el morenito no se había quedado donde Penelope lo dejó.

No fue hasta que Penelope revisó su celular y encontró un mensaje de su madre diciéndole que fuera urgente para su habitación que se encontró con un entusiasmado y totalmente lleno de chocolate Pedro, contándole a sus dos abuelos absolutamente todo lo que había hecho en la cena, incluida la parte de la desnudez e incluida la parte en que una vez vestido con otra ropa, el pequeño agarró el postre de Valentina que consistía en un exquisito helado de chocolate bañado en licor de avellana y se encargó de no dejar parte de su última prenda de ropa sin manchar.

I'm Not For You (Posie) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora