Capítulo 1 | Timbre.

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They say that time's supposed to heal ya but i ain't done much healing.

                                            Adele - Hello.

                                            Adele - Hello

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GIANNA

—¡Emily, ven aquí! —grita mamá, enojada. No, miento, muy enojada.
Una personita sale corriendo por la puerta trasera. Oh, Emily, en qué te has metido.

Ahogo una risita, y me vuelvo a concentrar en la televisión frente a mi. Más pasos corriendo se escuchan por toda la casa. Hasta que mamá la pueda atrapar, se va a olvidar el por qué la corría, siempre pasa. Un portazo suena en una habitación de la planta alta, creo que la rebelde ya llegó a su guarida.

Los Simpson se reproducen en la televisión, vuelvo a mirar y me río de algo que dice Homero.

De pronto todo se queda en silencio, no hay más corridas ni gritos coléricos de mi mamá, tal vez ya atrapó a Emily. Pero no, luego de ese silencio sigue un timbre. Mi timbre.

—¡Mamá! ¿Abro yo? —pregunto, pero mi madre no responde—. ¿Mamá? Está bien, voy yo. —Ruedo los ojos, aunque ella no puede verme.

Camino a la puerta y, al abrirla, sólo falta que alguien me sople y yo caería de espaldas al suelo, estoy hecha flancito.

¿Qué? ¿Qué hace aquí? ¿Él? No puede ser. Quiero hablar, pero no puedo pronunciar palabra alguna. Me tiemblan manos y piernas, un escalofrío me recorre y siento un leve mareo. Espero que hable o me moriré de nervios en este momento.

Después de un silencio que se me hace eterno e incómodo, su voz me produce escalofríos.

—Gia... Tanto tiempo... Quería saber si... Debemos... Tenemos que hablar. —Finaliza su frase de forma rápida, casi sin respirar. Está nervioso.

Por un momento siento que no lo escuché, pero sí lo hice. ¿Asi que ahora se acuerda de mí y quiere hablar? ¿Dónde está mi mamá cuando la necesito? ¿Y Emily corriendo por toda la casa?

Inhalo fuertemente, no quiero que esté aquí, no quiero su presencia. Lo había superado, ya no pensaba en él ni lloraba por lo que ocurrió, por eso verlo de repente hizo que mi cabeza y estómago den volteretas.

Tenerlo aquí, fuera de mi casa, después de tanto tiempo —y uno muy doloroso— es como revolver la herida y dejar que el pasado resurga. Duele. Duele y lastima más de lo que habría pensado.

—Pues yo no quiero hablar contigo. —Intento cerrar la puerta, pero Piero se apresura y pone su pie entre la puerta y el marco de ésta.

—Espera, Gianna, es necesario que hablemos. —Suspira profundo, y por un momento quiero estirar mi mano y acariciar su suave mejilla, pero no, él es pasado, y el pasado, pisado.

Olvidándome de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora