Capítulo 25 | Lágrimas.

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  Because you know, i just wanna
                                 to see you smile
                          No matter where you go
                    You know you're not alone.
                            I'm only one call away
                    I'll be there to save the day.

                Charlie Puth - One call away.

                Charlie Puth - One call away

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GIANNA

Un profundo silencio envuelve mi habitación. La oscuridad lo complementa y me hacen sentir pequeña sentada en el centro de mi cama.

Aunque lo intente, no puedo dejar de procesar en todo lo que pasó hoy a la tarde. La cabeza me da mil vueltas, trato de reacomodar mis pensamientos pero en este momento mi energía no es la suficiente.

Me dejo llevar por el sonido del viento fuera de mi habitación, procurando que el sueño llegue y pueda dormir de una vez.

Pero la quietud de la habitación es interrumpida por el sonido de mi celular. Una llamada. ¿Quién podría ser a esta hora?

Tomo el aparato y trato de leer la pantalla. El nombre que se lee hace que recuerde el día en que iba a borrarlo de mi lista de contactos, pero no pude. Pasó tanto tiempo desde la última vez que nos enviamos siquiera un mensaje. Desde que nos vimos tampoco lo hicimos, por eso mi mente se pone alerta.

Deslizo mi dedo por el dibujo del teléfono y automáticamente se atiende la llamada. Nadie habla, sólo se escucha una respiración acelerada que me transforma en una pequeña bola de nervios.

—Piero, ¿qué...? —No termino de hablar porque él lo hace.

—Gia —solloza. Su voz cargada de dolor atraviesa fuertemente el celular.

—¿Estás llorando? —pregunto preocupada, aunque la respuesta es obvia—. ¿Qué ocurrió? —Se sorbe la nariz y confirma mi teoría.

—Sí, estoy llorando... Es que... Él me llamó y... y la noticia... No. —Rompe en llanto y yo siento como mi corazón comienza a agrietarse.

—Piero, escúchame, ¿dónde estás?

—Salí a tomar aire fresco... En la acera de casa —responde en un débil balbuceo.

—Voy para allá, no te muevas —pido en un susurro.

La inquietud se hace presente y no puedo dejar de pensar en qué le pudo haber ocurrido.

—No cuelgues —murmura. Escucho como suelta un sollozo por lo bajo.

—De acuerdo, no colgaré —lo tranquilizo.

En casa todos duermen. Tomo un abrigo y me coloco las primeras zapatillas que encuentro, junto con mi suéter. Mi apariencia no es lo mejor, pero en este momento eso no importa. En un segundo paso de estar acostada, en pijama, a tener que escaparme a medianoche y salir a la calle.

Olvidándome de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora