GIANNA
Me levanto con un terrible dolor de cabeza. Creo que quedarme hasta tarde haciendo tareas del colegio fue mala idea.
Miro la hora en mi celular y, no, no es tarde y no tengo que salir corriendo poniéndome lo primero que encuentro como suelen describir las historias. De hecho, tengo bastante tiempo, asi que decido darme una ducha rápida para calmar el dolor.
Después de unos diez minutos de bañarme con agua caliente, al intentar mirarme en el espejo está totalmente empañado. Lo limpio como puedo y me arreglo un poco para el colegio.
Me visto con el uniforme, lo típico: falda escolar —porque hace calor—, camiseta blanca con el logo del colegio y unas zapatillas blancas.
Bajo a desayunar y noto que mamá no está por ningún lado, hasta que veo una nota en la mesa que dice lo siguiente:
"Gia, tuve que salir de urgencia porque la señora Tim tuvo problemas con la lámpara de su cocina. Controla que Emily desayune. ¡Besos!"
Mamá y sus emergencias de decoración. Aunque me resista, tengo que preparar el desayuno para mi y para la pequeña duende llamada Emily.
Me toma un buen tiempo terminar, pero luego de unos minutos, ambas nos sentamos a comer, para después ir al colegio.
[...]
—¡Recreooo! —canturrea Axel, con mucha alegría. Aisha y yo sólo reímos de su pequeña ocurrencia.
Acabamos de salir de la clase de Música y, aunque nuestro amigo no estuvo con nosotras (claramente no compartimos horario), lo encontramos saliendo del baño de hombres y los tres nos dirijimos al patio general de la escuela.
—¿Saben? Estuve pensando —dice Ax, y aprovecho para interrumpirlo.
—¿Tú pensando? Aisha, fíjate que hoy tal vez llueva —hago gestos como si estuviera pesando, miro hacia el cielo y apoyo dos de mis dedos en mi barbilla.
—¿Llover? Según el Aisha-revisión meteorológica, se espera una tormenta eléctrica. —mi amiga me sigue la corriente del juego.
—Bueno, ya, no son graciosas —comunica Ax, simulando estar indignado —. En fin, volviendo al tema —dice, tras una corta pausa—, estuve pensando en que tal vez comience un curso de cocina, ¿qué dicen?
Aisha y yo nos miramos. Sabemos que a este ser que tenemos como amigo le encanta cocinar, pero, después de sugerirle que haga algún curso, nos confesó que no quería hacerlo por miedo al qué dirán. Asi que esto es un gran avance para él.
—¡Que bien! Me alegra escuchar eso —dice la morena.
—Lo único que exijo es que cuando te vuelvas un chef reconocido, me lleves de viaje contigo. —Sonrío como una niña de dos años, aproximadamente.
Ax sólo se ríe y asiente. A este punto ya llegamos al patio y estamos sentados en unos bancos.
Todavía no me acostumbro a la idea de ver a Piero en el colegio, es como si el pasado y el presente se juntaran y como resultado saliera... nada. No sale nada. Pero los recuerdos vuelven y reclaman el lugar que les pertenecía antes, como diciendo «hey, estamos aquí y vinimos para quedarnos». Supongo que no me queda otra que luchar contra ellos para que se vayan.
—Chicos, ¿se enteraron que Lukas hará una pequeña fiesta por su cumpleaños? —nos cuenta Aisha.
—Ah, sí —asiente el rubio—. Lo vi en Instagram.
Yo también asiento, dándoles a entender que igualmente me enteré de la noticia.
—Es el sábado a la media tarde, hasta el horario que queramos —comunica mi amiga—. ¿Ustedes van a ir? Porque yo sí.
Mi amigo afirma su respuesta rápidamente, y yo concuerdo con ellos. Tenemos dieciséis años, tenemos que disfrutar nuestra adolescencia, ¿no es así?
—Por lo que tengo entendido, Lukas invitó a ciertas personas, asi que la entrada es por lista, ¿no? —pregunto.
—Sip, no cualquiera puede entrar. ¡Ah! No se olviden que la casa tiene piscina, ¡vamos a pasarlo muy bien! —dice Axel, en extremo emocionado por la futura fiesta.
Largo una suave carcajada y seguidamente con mis amigos seguimos hablando del próximo evento.
[...]
Una vez salimos del colegio, el calor me golpea de repente, hoy el tiempo está insoportable.
—¿Le avisaste a tus padres que venías a casa? —pregunta mi amiga.
—¡Obvio! Traigo dinero para comprar galletitas —digo sonriente.
—Perfecto —Aisha se ríe y seguimos caminando. Su casa sólo queda a unas cuadras y los minutos pasan rápido porque vamos hablando de puras tonteras.
—Tengo que comprarme un traje de baño para la fiesta de Lukas, ¿quieres ir conmigo esta tarde? —me pregunta.
—Ya sabes la respuesta a eso, querida —mi mejor amiga se carcajea, contagiándome su risa.
Creo que hoy tenemos salida de chicas. Al fin algo bueno.
PIERO
—¡Piero! Al fin te encuentro. —Una voz un tanto acelerada se escucha detrás de mi. Al voltearme, veo a Dana, mi compañera de curso.
—Hola —la saludo—. ¿Necesitas algo?
—Bueno, de hecho, quería decirte algo, pero no tiene nada que ver con las clases. —Logro ver en sus gestos que está nerviosa, ¿qué la tendrá así?
—Entonces, no me dejes con la intriga —río para alivianar el ambiente, que está un poco raro.
—Bien... La cosa es que el sábado un amigo mío hará una fiesta por su cumpleaños, la entrada es por lista y no todos están invitados —me explica, aunque sigo sin entender el punto.
—Mmm, okey, ¿feliz cumpleaños para él? —digo entre dudoso y divertido. Eso hace que Danna se ría, antes de seguir hablando.
—Mi punto es que puedo invitar a algunas personas si quiero, ya sabes, para que la fiesta sea más divertida y, si tu quieres, pensaba decirte para que vayas —concluye.
Esperen, déjenme analizar esto pausadamente. ¿Una fiesta de un alumno del mismo colegio que Gia?¿Una fiesta a la que posiblemente ella irá? ¿Danna me está invitando a algo así como a una cita? —claro que no es una cita, pero digamos que se parece mucho por su invitación—.
Creo que fueron suficientes preguntas.
Asi que, ¿una fiesta en mi nuevo colegio y a la que puedo acceder fácilmente? Creo que sé la respuesta a esto.
—Está bien, dile a tu amigo que me anote en la lista.
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Olvidándome de ti ©
Teen Fiction[COMPLETA - BORRADOR] Cargado de recuerdos dolorosos, el pasado tocó la puerta de Gianna un día, y ese pasado era él. Tras haberse ido sin dar explicación alguna, Piero volvió, arrepentido por sus acciones e intentando recuperarla. El recibimiento...