Capítulo 32 | ¿Cita?

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                                Put you hand in mine
                               You know that i want
                        to be with you all the time
                          Oh, darlin', darlin', baby
                                       your so very fine
                     You know that i won't stop
                               until i make you mine

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PIERO

Los nervios me consumen por completo. Miro constantemente el reloj para contar cada segundo que pasa e intentar que la hora acordada llegue por fin.

La luna brilla en el cielo absolutamente azul, sobre mi cabeza, a la par de millones de luces brillantes. Las estrellas definitivamente son maravillosas.

Disfrutar de las pequeñas cosas es algo que aprendí estando con Gianna y que nunca, por más que no esté con ella, me voy a olvidar.

Tenemos tantos problemas en la vida real que permitirnos disfrutar de pequeños detalles de la vida no es más que una caricia al alma y un granito que aumenta nuestra felicidad. Por eso hay que saber adorarlas y disfrutarlas como corresponde.

Me remuevo en donde estoy sentado. La manta bajo mis piernas se mueve e intento acomodarla sin desordenar demasiado.

Desde que le di la nota a Gia diciéndole que la esperaba a las nueve de la noche en la parte trasera de las cabañas con una sorpresa no dejo de temblar. Los nervios, la emoción y la ansiedad con que todo salga bien me consumen.

Pero me olvido de todo lo que antes sentía cuando levanto mi vista y veo caminar a alguien hacia donde me encuentro. Una sonrisa involuntaria se forma en mi rostro.

—¿Llegué antes de que el barco se retire? —pregunta en broma.

—Llegaste justo a tiempo —murmuro. 

Me levanto del suelo y me acerco más a ella. Me mira fijamente con un brillo en sus ojos que hace que los latidos de mi corazón aumenten.

Extiendo mi mano y la guío hasta la blanca manta que está sobre el césped.

—¿Preparaste todo esto solo? —pregunta, sorprendida.

Pasea su mirada por el lugar y analiza cada cosa que hay al rededor de nosotros.

—Digamos que tuve ayuda de un gran amigo.

—¿Axel es tu cómplice? —Eleva su tono de voz, pero en su cara puedo ver que no se lo esperaba y que está por reírse.

—Algo así.

—Pequeño traidor... —susurra, agachando su cabeza.

—Me debía un favor, tenía que aprovechar —digo, divertido.

Olvidándome de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora