Capítulo 21 | Silueta.

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                          Nothing is what it seems

                     Hidden Citizens ft. Ruelle - Nothing is a ir seem.

 Ruelle - Nothing is a ir seem

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PIERO

El regreso a clases, hoy lunes, fue un poco complicado. Al llegar al colegio vi a mi grupo de amigos en un rincón del patio, me miraron y se alejaron como si fuera una persona con una enfermedad contagiosa. Joan se encontraba con ellos y estoy seguro que contó su versión de la historia.

Merodeé por los pasillos toda la mañana. No tuve la casualidad de encontrarme a Gia en ningún momento y eso logró que mi estado de ánimo decayera aún más.

Por suerte Liam se acercó a mi y pude contarle lo sucedido, y, como era sabido, pude confirmar mis sospechas: Joan me dejó como el villano de la historia; como el que comenzó la pelea. Si busca un villano es capaz de encontrarlo, pero esto no es una película de Disney.

Los murmuros de mis compañeros logran despejar mi cabeza y librarla —por lo menos por un rato— de cuestionamientos e ideas raras.

Pude hablar con mis amigos, excepto con Dana. Me estuvo evitando toda la mañana y se separó del grupo para andar con Joan apartados. Sinceramente no me daña ni me hiere, pero sí me molesta que se haya dejado guiar por un lado de la historia.

—Chicos, tengo que irme. —Escucho que dice Liam.

Aunque físicamente esté con mis amigos, mi mente está viajando por quién sabe dónde, entre los agobiantes pensamientos de que en unos minutos me toca hablar con el director. Aún así, noto la voz de mi amigo un poco tensa y eso me llama la atención. Liam se despide de Mateo y yo y se va, tal como lo dijo. Sale corriendo por la gran puerta del colegio y desaparece en la esquina.

Dejo de mirar hacia afuera y mi vista perdida se centra en el patio del colegio. Mientras las ideas perdidas se aremolinan y se amontonan, noto que una figura se aproxima al lugar en el que me encuentro con el castaño. Veo que no está sola, y que la última persona con la que quiero cruzarme la acompaña.

Dana se planta frente a mi con la barbilla levantada, su ceño fruncido en señal de enojo. El imbécil de Joan se encuentra a su lado con una sonrisa descarada —que intenta disimular—, mirándome.

—Así que pelearte en el pasillo, ¿eh? —grita, increpándome—. Pensé que eras mejor que eso, Piero.

Mi cara de «¿me estás jodiendo?» dice más de lo que pueda decir con palabras.

—¿Te sabes sólo la mitad de la historia y te tomas la libertad de venir a juzgarme? —interrogo. Las manos en jarro de Dana y su cambio de peso demuestran que mis palabras le dieron en un punto, pero que igualmente no dará marcha atrás.

—¿Es que acaso no es lo que hiciste? —Me mira, intentando intimidarme—. ¿Ahora me vas a decir que no fue como me lo contaron?

—Si quien te lo contó fue tu gran amigo Joan, lamento informarte pero, aparte de que la información está a medias, no es una fuente tan confiable. —Miro al nombrado con la mejor sonrisa irónica posible—. Él fue el primero en pegarme, ahora tú averigua por qué. —Vuelvo mi vista a la muchacha—. Ah, y pensé que eras mejor que eso, Dana.

Al decir lo último, ella afloja sus músculos dejándose caer con todo su peso en ambas piernas. Camino y me paro al lado del queridísimo Joan.

—Contándole la mitad de la historia no vas a conquistar a tu chica —susurro a su oído y me retiro del lugar.

Llegó el momento por el que estuve rezando toda la mañana: la reunión con el director.

GIANNA

Al salir de la dichosa oficina mi madre y los padres de Piero se quedan hablando junto a Morimer en la gran puerta, mientras que el castaño y yo nos alejamos un poco de ellos.

—No nos fue tan mal —consuela, más para sí mismo que para ambos.

—Yo te lo dije —le recuerdo.

Identifico el alivio en sus ojos color cielo; la tranquilidad es casi palpable.

—Tienes razón —afirma—, lo dijiste.

—Bueno, ahora estamos suspendidos por dos días. —Me balanceo en mi lugar, sobre mis pies, mis manos en los bolsillos hacen que tenga una postura despreocupada.

—Yo cuatro. Tomémoslo como unas pequeñas vacaciones. —Ríe.

—Me parece una buena idea —concuerdo.

Me rio a la par de Piero, ambos sonidos mezclándose y formando una melodía agradable.

—Debo irme —dice luego de ver en dirección a los adultos—. Ya me extrañan por allá. —Sonríe, haciendo que un tierno hoyuelo aparezca en su mejilla derecha.

Hago un asentimiento y nos despedimos. Camino hacia mi mamá y el director.

—Señorita Slorrence, usted es buena alumna, no manche su nivel académico con actos infantiles —me aconseja. Intenta brindarme una sensación de comodidad a través de su mirada, pero no lo logra, asi que solo le dedico una débil sonrisa.

Mamá se despide del hombre de cabellos grisáceos y las dos nos volvemos a casa.
 
                              [...]

Los mensajes de Aisha inundan mi teléfono, preocupada por saber cómo salió todo. Respondo a algunos de ellos para que no se angustie más y me dispongo a acostarme en la cama.

Pero no logro cumplir eso porque capto algo que me llama la atención. El chico que siempre está con Piero en el colegio pasa corriendo, a una velocidad muy alta, por la calle frente a mi ventana.

Corro rápido hasta la sala y salgo a la vereda justo a tiempo para ver al ruloso girar en la esquina siguiente. Ya que no tengo nada más que hacer, decido seguirlo y ver adónde se dirije.

Este chico se comporta de forma rara y es el principal sospechoso de los mensajes anónimos, considerando que la ubicación del celular es suministrada por él y lo vi salir de la casa marcada por el Gps.

Camino al rededor de tres cuadras cuando veo al chico rubio llegar a ese mismo lugar rodeado de arbustos, donde tuve que esconderme, y entrar en el mismo.

Apoyada tras un árbol  que tiene buena vista sobre la gran casa, me digo que debo irme, pero sigo mirando la entrada bien decorada intentando obtener algo más de información por mis ojos, y eso hago. Noto una figura dentro de la casa que se asoma a la puerta y, gracias a la luz del sol, logro ver a un chico de quizá mi misma edad. Su rostro me suena, sin embargo no lo conozco.

No puedo seguir más que esto, asi que me giro y vuelvo para casa por más que la incertidumbre y el desconcierto suba cada vez más y más y necesite respuestas.

¿Quién es ese chico? ¿Por qué el ruloso se comporta tan extraño? Y, lo más importante, ¿por qué el rastreador nos señala ahí?

¿Quién es ese chico? ¿Por qué el ruloso se comporta tan extraño? Y, lo más importante, ¿por qué el rastreador nos señala ahí?

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Olvidándome de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora