Capítulo 28 | Futuro.

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GIANNA

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GIANNA

—¡Cuidado! —Oigo la aguda voz de mi hermana gritar.

Al voltear mi cabeza, entiendo su advertencia: una pelota de voley sale volando y tengo que agacharme para que no se detenga con mi frente.

Miro a Emily con una de esas miradas que dice «te voy a matar». Bueno, no tan así, pero sí una mirada de enojo y que debería hacer que se arrepienta.

—¡Te toca buscarla! —me grita el pequeño demonio. Refunfuño y me alejo del patio delantero de casa para correr hacia la esquina, donde posiblemente esté el pequeño balón asesino.

Detrás de un árbol de la casa de uno de los tantos vecinos, veo al objeto que estoy buscando. Cuando lo tomo veo a un par de manos levantarse junto al juguete de cuero.

La dueña de las manos se aparece en mi campo de vista. Aunque no la veía hace mucho tiempo reconozco su rostro al instante.

—¿Buscabas esto? —pregunta al verme, sosteniendo el objeto esférico en sus manos.

—¡Kat! —Suelta la pelota y yo abrazo a la mujer frente a mi.

—¡Tanto tiempo! ¿Cómo estás? —dice cuando nos separamos.

—Hoy no es mi mejor día, pero estoy bien. —Sonrío—. ¿Tú? Lo digo por... Ya sabes...

—¿Te enteraste? —consulta. No parece ser un tema súper delicado y eso sólo me demuestra una vez más lo fuerte que es Katherine. Siempre lo fue.

—Sí, Piero me contó —murmuro.

—¿Ustedes hablan? —Esta vez su tono parece sorprendido.

—Sí... —La miro con una sonrisa de lado—. ¿Él te contó lo que pasó? —pregunto al darme cuenta el por qué de su sorpresa.

—Algo —admite—. Creo que sabemos muchas cosas a través de Piero —observa.

Nos miramos fijo un segundo y comenzamos a reírnos. Kat se volvió como mi hermana mayor en todo el tiempo que convivimos. Desde que se mudaron al mismo vecindario y conocí a su familia se transformó en una persona importante para mi, y luego más, siendo la hermana de mi... novio. Cómo duele esa palabra.

—¿Qué te parece si vienes a casa y charlamos? ¡Ronda de chismes! —chilla emocionada.

No reprimo la risita que me sale, pero su invitación pesa en mi corazón.

—No creo que sea buena idea —murmuro.

—Tranquila, Piero no estará en casa, fue con mis padres a comprar lo necesario para la cena. ¡Vamos! —Al verla tan feliz y darme cuenta que me hizo falta en estos meses acepto su invitación con un asentimiento—. ¡Te espero en casa en una hora!

Se despide de mi, da unos pocos pasos y entra a su casa. Yo hago lo mismo, tomo la pelota de voley de Emily y voy hacia mi hogar.
    
                               [...]

Olvidándome de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora