GUARDIAN'S LOVE I; SEGUNDO LIBRO DE LA TRILOGÍA "YOU"
Era imposible que un ser humano estuviera tan roto, que lo hubieran lastimado tanto como él se sentía en esos momentos de pena. Barry Allen consiguió derrotar a uno de sus peores enemigos con in...
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»20. Pesadilla. «
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SUS OJOS SE ABREN DE GOLPE y se ve obligada a incorporarse abruptamente de la cama al sentir aquel terror inundarla de pies a cabeza. La respiración totalmente agitada, su frente mojada con pequeñas perlas de sudor, y cada centímetro de su cuerpo temblando arrítmicamente: había tenido otra pesadilla que no recordaba por mucho que intentara. Oh, y no era un mal sueño propio, no. La persona que había sufrido aquel mal rato se encontraba durmiendo en un apartamento rentado a unas cuadras de su casi vacío piso nuevo, seguramente ahora tratando de conciliar el sueño en vano mientras se retuerce entre las sábanas de su cama. Kailan suspira pesadamente y se incorpora del sofá, básicamente el único mueble que se encuentra bien colocado en su futura nueva casa. Vincent y Sabrina la habían convencido de comenzar a dormir unas cuantas noches ahí, con el velocista de Tierra cuarenta prometiéndole que jamás dejaría sola a su madre y que desistiría en la idea de mudarse a otro lugar. Ahora, tal vez se arrepentía por el simple hecho de no tener a alguien que la ayudase a dormir después de haber despertado de aquel modo tan brusco, aunque...
—Samira... —Susurra con voz cansada y en medio de un bostezo a su inteligencia artificial.
—¿Sí, señorita Bennett?
—Llama a Barry Allen, por favor.
—En seguida.
Al siguiente instante, en el holograma que proviene de su brazalete, el semblante somnoliento de Barry se presenta delante de su rostro y una pequeña sonrisa triste parece esbozarse en sus labios, mientras que ella estrecha los ojos hacia el causante del mínimo suelo que había estado teniendo.
—Hola, Kai...
—Ah, ah, nada de "hola, Kai". —El velocista suspira pesadamente, sacudiéndose el cabello—. ¿Otra pesadilla, Barry?
La conexión entre ellos cada vez crecía más y más, volviéndose algo extraordinario que nunca dejaba de maravillarlos. Prácticamente sabían lo que el otro sentía en el momento exacto, y aunque a veces eso podía llegar a ser doloroso para él que estuviera sintiendo la emoción ajena, otras veces parecía ser la herramienta perfecta para que la guardiana pudiera cumplir con su destino, y el humano supiera lo que su protectora necesitaba en el instante preciso.
