Capítulo 5: La importancia de lo importante... (parte1)

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CAP. 5: LA IMPORTANCIA DE LO IMPORTANTE...

Nunca entendí la importancia de mi destino como hasta ahora. En momentos como este es cuando mi mente viaja hacia atrás y me muestra el conjunto de decisiones y de sacrificios que me trajeron hasta este lugar. No me arrepiento; sólo tengo un poco de temor, que no debería existir, eso lo sé, pero soy humana al fin y al cabo, por lo menos todavía.

“No Mariah, no puedes salir a jugar, debes estudiar; recuerda que después, cuando ellos estén desorientados y en peligro, tu estarás preparada” – decía mi padre. Aun a esa corta edad, estuve dispuesta a asumir las responsabilidades, nunca rehuí a lo que me correspondía. Debí llevarlo en la sangre desde siempre, no es menor ser hija del oráculo, aunque nunca llegué a conocerla realmente y eso me molestaba y me entristecía un poco.

Y el tiempo pasó sin objeciones. De la biblioteca de mi casa, de la cual llegué a memorizar cada rincón, al punto de poder andar en ella y buscar algún libro con mis ojos vendados, llegó el momento de ingresar a la Academia de Artes Arcanas. Ya desde los primeros niveles demostré tener habilidades superiores para todo lo que era hechicería. Las lecciones de magia las aprendía al instante y mis capacidades extrasensoriales se iban desarrollando excelentemente. Pero lo que marcaba significativamente la diferencia era mi superioridad en temas como la hipnosis y control mental, en donde incluso mis maestros más calificados me hacían ver su sorpresa y a veces un poco de temor.

Ellos no sabían de mis orígenes, nadie podía saber, de lo contrario mi vida habría estado continuamente en peligro y de seguro no estaría hoy aquí, cumpliendo con mi misión. Yo fui sólo una alumna más que llega a la Academia y que, como pocas, demostraba habilidades extrasensoriales; nada más. En fin, terminada mi educación, en aquellas aulas que ya no tenían nada que enseñarme, volví a palacio, para encontrarme con la noticia de que debía ser la tutora y nodriza de una pequeña bebé. Más no era una bebé cualquiera, sino que se trataba de Kairi, hija del Rey Bornius y la reina Sophie, a quienes el oráculo, o sea mi madre, le había presagiado un destino de suma importancia.

Desde que me enterara de esto, supe que nuestras vidas no eran tan distintas después de todo, pues ambas formamos parte de un futuro que no pedimos, pero al cual no podríamos eludir nunca, pues si lo hacíamos, muchas vidas correrían peligro.

Desde que la tomé en brazos por primera vez que sentí un vínculo especial con esa criatura. La amé, y aún lo hago, pues ella representa no sólo una tarea encomendada para mí, sino que la siento mi familia.

Al cumplir Kairi tres años, a la habitual celebración sin precedentes que el palacio de Aldentain preparaba en su honor, llegaron invitados de todos los confines del mundo y yo llevaba ya un par de semanas sintiéndome nerviosa, pero desconocía la razón.

Aquel día, todo fue hermoso, en todo el reino la gente estaba animada y con espíritu de fiesta. Se hicieron un baile de máscaras y un banquete en su honor, al cual ella debía asistir, por lo tanto, también yo debía. Cuando el baile estaba en su momento de mayor animación, estábamos la pequeña Kairi y yo al costado del trono, disfrutando de una agradable cena que nos prepararan especialmente. Los invitados reían, bebían, comían y bailaban como si no hubiera un mañana; cuando de pronto se nos acerca aquel personaje que no conocía.

“Buenas noches pequeña Alteza, quisiera saber si me permite un baile con su hermosa cuidadora” – preguntó osadamente a Kairi, como si yo no estuviera allí.

“Nnn nno puedo, nno está permitido – decía yo nerviosamente, pero no sabía bien por qué – es queee… no puedo dejar sola a la princesa, ¿entiende usted? Ella es mi responsabilidad y no puedo dejar de…” Aun no terminaba de articular esa frase cuando siento a la reina que me decía “Baila, Mariah. Disfruta también tú un poco de la fiesta. Te sentará bien un pequeño descanso. Ya me preocuparé yo de Kairi. Ve y diviértete”.

Nunca pude objetar a las decisiones de la Reina Sophie. Ella siempre fue muy asertiva y sabia en muchos sentidos. Si ella me lo pedía, lo haría, aprovecharía cada segundo de este baile y le demostraría a la reina, que podía relajarme y sentirme normal también, sin todas las responsabilidades y deberes que siempre recaían sobre mí.

Aunque era una mascarada, la mueca que mi pretendiente estaba haciendo con el labio, bien denotaba satisfacción y sentimiento de victoria. Bueno pues, le dejaría disfrutar de eso un instante y luego comenzarían mis preguntas.

“Debo decir, si me permite usted, que es un personaje demasiado osado y atrevido a mi parecer, – dije sin siquiera un dejo de arrepentimiento – pues eso de querer bailar con la bella cuidadora no me lo he tragado ni por un momento, pues mi rostro está cubierto casi completamente por esta máscara; por lo cual el motivo que lo instó a acercarse y pedirme una pieza, sin duda fue la estrechez de mi corsé, ¿o me equivoco, quienquiera que usted sea?” – Si quería sacar provecho de esto, no se la pondría fácil.

“Pues verá usted, hermosa Mariah, que debe ser su nombre, pues la reina así le ha llamado – me respondió él con demasiada seguridad – siento que me basta con el gris de sus dulces y profundos ojos y el carmesí de sus carnosos labios, para poder entregar una opinión tan supuestamente infundada de su belleza, pero una mentira sería en todas las de la ley, si no agrego que ese corsé aporta en demasía a esta opinión, tiene usted un cuerpo magnífico si me permite agregar. Y por cierto, en justicia, debo decirle que mi nombre es Granher, y soy un oficial del ejército de un lejano reino, hermosa dama” – respondió sin remordimiento.

Debo admitir que me bastó, no pedía, de momento, más información. Él quiso bailar conmigo y me habló un muy buen rato sobre lo honrado que se sentía por poder estar conmigo y la verdad se regodeaba en su sensualidad y en sus artimañas de un preparado conquistador. Yo, he decidido disfrutar, pues la reina así lo pidió ¿pero era sólo por eso? No lo sabía, pero quedamos, al terminar el baile y ser los últimos en abandonar la pista, que nos veríamos en la tarde próxima, junto a la fuente de agua de palacio, esta vez sin máscaras y él accedió con un rostro de quien tiene por delante una deliciosa cacería. Pues ya veremos, mi querido Granher, ya veremos…

Princesa EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora