Capítulo 4: ¡¿Qué diablos pasa conmigo?!

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CAP. 4: ¡¿QUÉ DIABLOS PASA CONMIGO?!

Entonces, luego que Mariah me sacara de mi trance y habiendo contestado solo parte de mis preguntas, mi mente estaba confundida y agotada. Cuando las puertas de mi camarote a bordo del “Conquistador” se abrieron de par en par, la luz que entraba desde el exterior me mantenía encandilada y no me dejaba ver a quien estaba en frente. A medida que mis ojos se iban adaptando a la luz, una silueta comenzó a tomar forma. Mi mano como acto reflejo se posicionó sobre mi espada, a la espera de alguna situación que ameritara tener que usarla, lo cual me otorgaba una sensación de seguridad. Sin importar de quién se tratara, no obedecería a sus salvajes causas de tratarme como a un premio o trofeo. Merecía mucho más que esto y se lo haría saber, así que no importa qué planes tenga, el filo de mi espada le hará frente.

Segundos más tarde, mi vista se normalizaba; frente a mí, había un hombre de una belleza extraordinaria. Piel bronceaba, unos profundos ojos verde esmeralda que denotaban un hombre dulce, sincero, generoso y cabello de un fascinante tono castaño. Su cuerpo era fuerte y musculado y su bello rostro, era firme y curtido, como si hubiese participado de mil batallas.

No sabía qué me estaba pasando, mi corazón comenzó a latir a mil por hora, en cuanto le vi con detenimiento perdí toda mi elocuencia y mi gran habilidad de articular y expresar mis sensaciones con palabras; en vez de eso, estaba muda y confundida. Mis piernas comenzaron a flaquear y la seguridad que me daba el sostener mi espada desapareció, al punto que ya no la sujetaba.

No era yo misma, me sentía como si estuviera bajo un hechizo del cual no podía salir y entonces colapsé y me desvanecí en un dulce sueño, del cual obviamente mi visitante iba a ser el protagonista.

"Me vi caminando de su mano por bellos parajes que no conocía. Yo era feliz como hace mucho tiempo no había sido; él me hacía feliz. Una brisa fresca ondeaba su cabello y sonreía ampliamente, dejando ver sus hermosos y perfectos dientes, tan blancos que la nieve del monte Lujur sentiría envidia. Sentía la calidez de su cuerpo cuando me tomó entre sus brazos; pude impregnarme de su aroma al descansar mi cabeza sobre su pecho; pero cuando me besó, todo a mi alrededor dejó de existir, y sentí cómo mi cabeza se transformaba en un remolino y cómo no quería parar. Lo aferraba a mí con más fuerza, mientras el acariciaba mi cabello y la parte baja de mi espalda".

"Con tanta naturalidad que me aterraba, comencé a quitarme la ropa y él me imitaba. Las prendas caían cada vez más rápidamente al suelo y la brisa fresca en contacto con mi piel me erizaba todo el cuerpo. No podía despegar mi mirada de su cuerpo desnudo, disfrutaba con la visión que tenía frente a mis ojos y me deleitaba en sus partes íntimas; pues aunque había tenido hombres en mi alcoba antes, ninguno de ellos ostentaba tal magnitud. La pasión me consumía y ya no había retorno, quería probar cada parte de su ser, tenerlo conmigo y que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo. Él se acercaba lascivamente hacia mí y me besaba con desenfrenada necesidad; ardíamos por dentro y su boca emanaba temperatura en cada beso, lo que me enloquecía".  

En un instante, tan rápido como comenzó y antes de poder consumar lo que deseaba con locura, me sentí transportada nuevamente. Comencé a abrir mis ojos lentamente, aturdida y desorientada; no fue sino hasta que el olor a mar llegó a mi cerebro que reconocí en dónde me encontraba. Estaba recostada sobre mi cama y a mi lado estaba mi fiel nodriza Mariah, que me miraba con preocupación, pero además de ella, había más personas rodeándome. Allí estaba Diahrmud, el anciano pero vigoroso capitán del “Conquistador”, a su lado otro integrante de su tripulación y dos hombres más que no sabía quiénes eran; aunque a uno de ellos lo había conocido muy bien en mi inconciencia.

“Soy Jarrod, princesa Kairi y él es mi gran amigo Letos” – dijo, y su nombre hizo eco entre las paredes de mi mente; pero eso debía mantenerlo en secreto, él no podría saberlo. “Soy el líder de la rebelión contra el Reinato Imperial de Aeroldia y usted deberá ir conmigo, pues hay muchas preguntas que creo que deberá contestar”.

“¡¿Así que me raptas, Jarrod?! No creo que sea el trato que una princesa merece… – le reproché, tratando de molestarlo – Además, creo que el Rey Zoar y su hijo el príncipe no estarán muy felices al darse cuenta que su futura reina no llegó a destino. Creo que sólo te estás buscando graves problemas…” Y entonces todo dio un giro.

“Princesa Kairi, esto no es un rapto. De hecho; luego de que contestes a mis preguntas, eres libre de irte, si así lo deseas. La información que puedas darme es imprescindible para evitar más muertes en esta guerra y así terminar con la tiranía del rey Zoar – decía con su dulce, pero decidida voz – “Además no creo que el príncipe haga nada por rescatarte, princesa”.

“¿Crees que se quedará de brazos cruzados mientras un forajido como tú le roba a quien será su futura esposa?” – pregunté – “No, Kairi, pero ese príncipe del que hablas… soy yo, pero la verdad es que hasta ayer no sabía de los planes de mi padre. No entiendo el motivo de que me case contigo, princesa y en eso deberás ayudarme”.

Ninguno de los presentes, excepto él y Letos claro, estábamos  preparados para saber esto. Jarrod era el príncipe de Aeroldia, quien me desposaría en unos días; pero resulta que aparte de no tener ni la más remota idea acerca del matrimonio arreglado por su padre, dirigía la rebelión en su contra. ¿Qué se supone que debería pensar? Mi mente estaba hecha girones y mi confusión había llegado a límites inimaginables. Lo que sí sabía es que debía mantener en secreto el poder que ejercía sobre mí y todas las reacciones químicas que alborotaba dentro de mi cuerpo y de mi mente.

En fin, tomamos rumbo a un puerto distinto, bastante alejado del Muelle Real, en dónde supuestamente debía arribar. Durante el viaje, conversamos animadamente acerca de muchas cosas, tratando de hilar los hechos con lo que ambos sabíamos, lo cual no era demasiado. Supe, por ejemplo, que aparte de algunos  en la rebelión, nadie conoce de la doble vida de Jarrod. En palacio, ni se imaginan que cada uno de los asaltos que interceptan los envíos de alimentos y medicinas, han sido organizados por el futuro heredero a la corona. De hecho, su padre, el rey Zoar, es un ser tan vil y vengativo, que si se llegase a enterar que su hijo es el responsable de hacer frente a sus planes de conquistar el mundo, le mandaría a matar en el instante, sin dudar. Nos dimos cuenta que no sabíamos mucho y eso nos preocupaba a ambos.

Al desembarcar, había unos hermosos corceles para mí y Mariah, los que nos dirigieron al antiguo palacio que utilizaba la rebelión y nos dieron unas habitaciones que considerando las pocas comodidades que poseían eran ostentosas.

Ya a solas con mi nodriza, tuve la oportunidad de comentarle todo lo sucedido en el barco, aunque para mi sorpresa, me acabé enterando que mientras estuve inconsciente gemía y hacía todo tipo de sonidos lujuriosos y me movía como si disfrutara la experiencia, por lo que ella había llegado a la conclusión que para mí debió ser extremadamente placentero. Lo más increíble de todo, es que mi mente sólo pensaba en que ojala tuviera la oportunidad de percatarme que lo que había soñado, tan detalladamente debo decir, fuera cierto y no sólo obra de una pérdida de conciencia.

En la cena, traté fallidamente de ignorar a Jarrod, pero algo como un magnetismo me mantenía mirándole casi como una acosadora, pero curiosamente, a él no le molestaba, sino que por el contrario, buscaba mi mirada cada vez que yo miraba hacia algún otro lado. No sabría qué pensar al respecto, aunque si debo casarme obligada, pues él es una excelente opción… ¡¿UNA EXCELENTE OPCIÓN?! ¡¿QUÉ DIABLOS ME SUCEDÍA?! No lograba concentrarme y estaba cautiva dentro de un grupo rebelde que quería derrocar un imperio que había arrasado con el mundo y lo único en lo que lograba pensar era es sus perfectos abdominales y sus impresionantes partes íntimas… Me sentí sofocada y enojada por mi comportamiento, debía salir a tomar aire, necesitaba calmarme y pensar cuál sería mi siguiente decisión. ¿Me voy, dejando a la rebelión y me dirijo a palacio a cumplir con lo que mi padre quería para mí, en una farsa de matrimonio? ¿Me quedo aquí y ayudo a Jarrod a eliminar la tiranía del rey actual y nos volvemos reyes? ¿O simplemente busco al capitán del “Conquistador” para que me lleve de regreso a Aldentain y dejo todo esta historia ajena atrás? Estaba perdida, no sé qué haré…

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