Capítulo 16: La boda...

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CAP. 16: LA BODA...

Me sentía mareado de felicidad. Mi cabeza volaba por muchos lugares y planteaba escenas futuras, cada una más subida de tono que la anterior. No sabía qué peligraba más de reventar, si mi corazón o mi entrepierna.

El salón del trono estaba repleto de delegaciones de los distintos reinos del mundo. Había allí más de trescientas personas, eso seguro y muchas de esas personas eran hermosas princesas y/o doncellas, que en otro tiempo no habría perdido oportunidad de llevar a mi recámara; pero no ahora. Mi cabeza y mi corazón estaban pendientes sólo de una persona, mi amada Kairi, a quien sólo quería ver aparecer en las puertas al final del pasillo. Ya casi era hora.

La luna estaba ya casi en posición de indicar medianoche, momento en el que se alinea en forma perfecta con la cúpula de palacio, que está construida en cristal, justo sobre el Salón en que nos encontrábamos; y entonces, al formarse la alineación perfecta, deja caer un rayo de luz de luna justo sobre los tronos de mi padre el rey Zoar y de mi madre; pero en estos momentos, en donde se encontraban los tronos, se había erigido en altar para nuestro matrimonio.

Todo era perfecto, la iluminación era tenue, pero elegante. Las Flores habían sido mandadas a traer desde un lejano reino al este de Aeroldia, en donde se dedicaban al cultivo de las más exóticas plantas y para este propósito se construyó un dirigible invernadero, para asegurarse que llegaran en excelente estado.

La multitud competía por ver quién tenía el atuendo más caro y exclusivo; a diferencia de mí, que estaba ataviado con mi vestimenta real de príncipe y general de las Fuerzas Armadas del reino, por lo cual mi vestimenta no tenía comparación ni mucho menos competencia.

Mis padres y la madre de Kairi estaban a los costados del altar y su padre se reuniría con ellos justo después de entregarme a su hija.

Mariah estaba bellísima. Carmine la había vestido con mucha clase y elegancia y sus ropajes de un intenso azul eléctrico daban la idea de sus grandes habilidades mágicas y arcanas, pues era un atavío que de vez en cuando dejaba entrever efectos como relámpagos de una temida tormenta eléctrica y asemejaba a una túnica de mago, pero en una versión muy femenina y de detalles tremendamente elaborados.

Todos estábamos ansiosos. No podíamos dejar de preguntarnos cómo sería el vestido de Kairi, pues las únicas que habían tenido la suerte de verla con él fueron Mariah, lógicamente, mi madre y su madre; pues todo había sido hecho en el más absoluto secreto, incluso para los asistentes de Carmine, quienes no entendían por qué no les había estado permitido colaborar en su confección.

De pronto el ruido del murmullo de la gente se vio amilanado por una fanfarria de trompetas y todo quedó en silencio. Sentí cómo mi corazón se detuvo y subió hasta obstruir mi garganta. Sudaba copiosamente y mis manos estaban heladas y temblorosas; pero debía tratar de disimularlo, pues no era bien visto en un príncipe tal nivel de nerviosismo; mucho menos si todos sabían que se trataba de una boda arreglada y no conocían el profundo amor que nos tenemos el uno al otro.

Al terminar el estruendo de las trompetas, pensé que me iba a desmayar. De pronto las puertas comenzaron a abrirse lenta y continuamente. Tenía en mi rostro una sonrisa que no podía ni disminuir, ni mucho menos eliminar y trataba de mirar a través de la rendija que se estaba formando, pero no lo lograba. Sentí que esos segundos se transformaban en horas y miraba como todo sucedía en cámara lenta, pero estoy seguro que eso era sólo mi nerviosismo por ver a mi amada.

Entonces, y casi sin haberme dado cuenta, las puertas estaban abiertas de par en par y la visión que tenía en frente era lo más maravilloso que vi en mi vida. Allí estaba mi amada, del brazo de su padre y traía puesto el vestido más maravilloso que jamás le vi y eso que me había asombrado ya antes con algunos.

Princesa EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora