Capítulo 3 ••ME ENCANTAN TUS CALZONES DE MINIONS••

7.3K 487 45
                                    


—¿Qué fue lo que sucedió? Cuéntamelo nuevamente.— insistió Laura.

Ya no podía más con las preguntas de las chicas y de toda la escuela, nos encontramos casi a la salida de la escuela y estábamos a punto de irnos, todos me miraban raramente no habían podido dejar de hablar de lo que había pasado, el temible"Alex Donovan" tenía novia.

—Ya les he contado muchas veces, además se nos hace tarde para ver a Alex.

—Okay pero luego nos vemos para que me cuenten todo.

—Okay Lau.— dijimos ambas despidiendonos de ella.

Romina y yo nos fuimos a la cafetería donde nos encontraríamos con Alex, pero al parecer él no había llegado. Nos sentamos y pedimos unos cafés, estuvimos más de una hora esperando a que el estúpido llegará pero al parecer nos había plantado.

—Enserio te dijo que nos vería aquí.— Romina vió la hora en celular una vez más.

—Si lo dijo pero creó que nos plantó— le contesto enfadada, quitándome la estúpida corbata del cuello.

—Okay tranquila, ahorita le hablo.

Romina tomó su celular y comenzó a marcarle, se alejó un poco y por lo que ví hablaba con alguien, la manera en que arrugaba las cejas solo dejaba ver una cosa, ella estaba enojada. Termino la conversación y regreso a la mesa.

—¿Qué pasa? ¿Te dijo algo?.

—No contesto pero hablé con alguien y me dijo dónde está, vamos tenemos que ir a verlo.- Romina pago los cafés y recogió su mochila para irse.

—Estas loca y si se enfada con nosotras.

—No lo hará, no le conviene ahora vamos, él idiota de Alex no me hará perder mi tiempo.

Nos fuimos de la cafetería y tomamos un taxi el cual nos llevaría a el lugar donde Alex estaba, el nombre del lugar era extremadamente raro y se oía tenebroso. Estuvimos en el taxi casi dos horas y cuando llegamos al lugar eran más de las 6 pm.

—Llegamos.— Romina se bajó del taxi mientras yo no podía dejar de ver el lugar.—¿Te bajas o qué?.

—¿Estas segura que esté es el lugar?— me puse la mochila al hombro y baje del taxi.

—Si y pagale que ya no tengo dinero.

Romina quedó mirando muy atentamente el lugar mientras yo le daba el poco dinero que me quedaba al conductor y esté se marchaba, genial ahora nos quedaríamos ambas sin dinero.

El lugar se miraba aterrador era extenso y solitario todo estaba embardado por grandes muros color blanco y con grafitis en ellos, el portón estaba pintado de color café y estaba algo oxidado.

—Listo y ahora.— pregunté con muchos nervios.

—Hay que entrar.

Romina se acomodó la blusa junto con la corbata, seguido de la falda, su comportamiento no era normal parecía cómo si quisiera impresionar a alguien.
De todos modos ella siempre se miraba hermosa al contrario a mi que era un gran desastre, llevaba el cabello hecho un lío en la coleta, el saco y corbata habían desaparecido en la mochila, la camisa la llevaba desprensada y super arrugada, si me viera mi madre se moriría del coraje.

—Por donde se supone que vamos a entrar, el portón está cerrado.

—Vamos a brincar el portón.

No alcance a procesar lo que Romina había dicho, cuando reaccioné para decirle que no ella ya estaba en la cima del portón.

—Vamos Azul, no seas fresa sube.

La gran mentirosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora