Cap 31

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Al llegar a casa, era la 01:00 A.M. Esperaba que estuvieran todos dormidos, pero Teo no dormía. Estaba sentado en el sofá de la sala, esperándome tal parece.

-como esta Allison?  -me pregunto-

-internada  -respondí, con Teo no éramos muy charlatanes el uno con el otro, era cada quien por su lado, pero podíamos contar con el otro-

-no me digas  -dijo sarcásticamente-

-y mamá? 

-salió con papá  -respondió-

-y Leo? 

-el duende está durmiendo  -respondió mirándome serio y fijamente a los ojos, era un poco incómodo-

-porque me miras así?  -pregunte a Teo-

-estoy viendo que te estas cansanda  -no entendía si me hablaba sobre cansancio por no dormir o que-

-cansando? De que?  -le pregunte-

-de fingir que estas bien, estoy seguro de que subirás corriendo a tu cuarto, y que harás como cuando eras pequeña para no preocupar a mamá y papá. Te encerraras, te taparas la cara con una almohada y lloraras como si no hubiese un mañana  -me respondió, muy sabio por cierto-

-no, déjame  -quise irme a mi cuarto, pero no pude-

-oye, para  -dijo Teo mientras tomaba mi brazo-

-déjame¡  -exclame en voz alta, solo quería irme de allí, pero él no me dejaba-

-no, para, Emily para  -dijo sosteniendo mi brazo-

-ya basta¡  -le rogaba que me dejara, no me dejaba-

-para, baja la voz, despertaras al duende  -dijo y me abrazo-

El abrazo de Teo, fue un abrazo cálido. No le importo que mojara toda su camisa con mis lágrimas, el no me soltó, se quedó conmigo, como en los viejos tiempos.

Cuando era pequeña, me escondía, para llorar sola, pero si el me veía, se quedaba conmigo siempre, me decía que todo estaría bien, y que no estaba sola, que él estaba allí.

El peor enemigo: el espejismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora