Me quede en la puerta de la casa de Ally esperando a que llegue, mientras tanto llame a Mateo
-hola Mateo?
-Emi, hola amiga –respondió-
-Ally fue al psicólogo, la estoy esperando en la puerta de su casa –le dije-
-oye Emi, deberías darle un poco de tiempo –me aconsejo-
-qué?¡ -pregunte en voz alta-
-Emi, solo Ally puede entender lo que siente
-pero Mateo, me gustaría ayudarla –dije con cara de tristeza-
-yo quiero lo mismo, pero es complicado si no se deja, y no podemos decirle que coma o que deje de cortarse
-eso es verdad, no puedes decirle a alguien con problemas alimenticios “solo come”, es como decirte a ti “llega puntual”
-Emi, cuando quieres, eres molesta –se rio-
-si, lo se, te tengo que colgar, Ally llego –luego colgué, ni siquiera me despedí-
Ally bajo del auto, tenía muñequeras, y estaba aún más flaca.
-hola Ally ¡ –dije con ánimo-
-tu otra vez? No me dejaras en paz? –dijo de la peor manera-
-Ally, por favor, solo quiero que hablemos, como antes
La mama de Ally la miro, y nos llevó a su cuarto, y allí nos encerró. Había mucho silencio, yo tenía una mezcla de felicidad y tristeza, felicidad por verla, y tristeza por verla en ese estado. Ally, no me miraba.
-Ally, te has vuelto a cortar, verdad? –pregunte, había demasiado silencio-
-porque no me dejas? –pregunto ella con frialdad- además, cuando me corto, pierdo sangre. La sangre solo es peso en mi cuerpo –dijo con más frialdad-
-pero Ally –segundos de silencio- así te mataras, puedes llegar inconscientemente a tus venas
-Emily, yo no quiero matarme, solo quiero matar el sufrimiento que siento –dijo con tristeza-