Los Mini

2K 106 2
                                    

Yo me quedé callada y respirando con la boca abierta porque no me pasaba aire por las fosas nasales debido a mi congestión nasal. La mirada de Kentin era una mezcla de desconcierto y asombro, los chicos se habían quedado callados y lentamente se retiraron a sus habitaciones, cosa que agradecí enormemente.

-¿No tenemos salón? -pregunté mientras me limpiaba la nariz-. ¿Y ahora? Ya tenemos el DJ, el catering, las luces... Pasado mañana tengo que ir a ver a Rosa a que me pruebe el vestido y tú a Leigh a ver tu traje.

-Lo sé, y seguiremos con todo como si no hubiera pasado nada -aseguró Kentin, levanté las cejas-. Ya encontraremos otro lugar.

-¿Como si no hubiese pasado nada? -pregunté, sorprendida por lo que mi prometido me había dicho-. Kentin, no tenemos salón. Por ende no tenemos donde celebrarlo, ¿para qué quieres continuar con todo como si no hubiese pasado nada? No me malinterpretes, me quiero casar contigo, pero esto es un caos...

-Algo se nos ocurrirá, linda... -aseguró mi prometido mientras me tomaba del rostro-. Ya pensaré en algo.

Yo lo miré a los ojos, esos ojos verdes que eran muy parecidos a los míos, esos ojos verdes que me miraban con amor cada mañana y que se fijaban que cada paso que yo de esté siempre segura.

-Ok, amor -susurré, Kentin sonrió y quiso darme un beso pero se lo impedí-. ¡Estoy enferma!

La risa de Kentin estalló en carcajadas.

Luego de la cena, decidí irme a dormir temprano, lo ideal sería que mi prometido durmiera lejos de mí, no quería contagiarlo, pero Kentin no quería ni pensar en ello.

Ya en nuestra habitación tomé el pijama de invierno y me lo pasé por encima de la cabeza: Era una atrocidad rosada de franela llena de ositos. Me senté en la cama, tomé mis anticonceptivos orales y un poco de agua junto con mis remedios para la gripe y me acosté en la cama a ver tele, Kentin estaba dándose una ducha.

Empecé a cambiar de canales casi por inercia y costumbre, escuché la llave del agua cerrarse y la mampara de vidrio correrse, odiaba estar enferma... En otras situaciones yo hubiera esperado a mi prometido con mi mejor camisón pero no... Estaba con ese adefesio de franela rosada...

La puerta del baño se abrió y salió Kentin vestido como siempre para dormir en inverno: Una remera blanca del ejército (tenía miles de esas) y su bóxer noir. Apagó la luz del baño y se acercó a la cama.

-¿Nada bueno en la tele? -preguntó divertido, luego me miró más detenidamente: Demonios se dio cuenta del pijama-. ¿Y ese pijama?

Yo no respondí, mis mejillas se tornaron rojas, apagué la tele y me tapé con la colcha; Kentin se rio divertido.

-No seas tonta. Estás enferma, es normal que quieras algo calentito y cómodo -dijo Kentin mientras él también se acostaba y apagaba la luz, las luces de la ciudad se filtraban por el huequito que dejaba la pesada cortina blackout.

Sentí como él se acercaba más a mi lado y me rodeaba con los brazos, ese era el calor que necesitaba, le tomé la mano y la puse en mi pecho.

-Te amo, ¿sabes? -susurró con cariño a mi oído y me besó el cuello.

-Yo también -confesé con una sonrisa en los labios, invisible en medio de toda esa oscuridad y le besé la mano que tenía aprisionada en mis manos-. Te oigo pensar, ¿qué sucede?

Kentin suspiró y me abrazó más contra él.

-Sólo recordaba por todo lo que pasamos para estar aquí -confesó en un susurro grave y grueso-. Y agradecía a Dios el tenerte aquí conmigo.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora