Una Rosa Victoriana

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Me encontraba en mi descanso, esperando a que Castiel termine con su turno para poder regresar a atender las mesas en el café.

Mientras descansaba miraba el fondo de pantalla de mi celular, era una foto mía y de Annie, sonreí mientras observaba aquellos hermosos ojos verdes que me tenían cautivado desde hacía años. Tenía una carpeta entera de mi amor imposible. Maldito Kentin... era uno de mis mejores amigos pero eso no quería decir que no desee matarlo por haber enamorado a mi Annie.

-¿Qué estás haciendo, motherfoca? -preguntó Castiel colgándose de mis hombros, vio la foto fe Annie-. ¿Otra vez, Lysandro? ¿Hasta cuándo vas a continuar con esto?

-No sé de qué me hablas -le dije mientras guardaba mi celular en el bolsillo.

-De que sigas prendido de Annie, de eso hablo -dijo Castiel, se rascó con fuerza la cabeza alborotando sus cabellos pelirrojos.

-No le veo nada de malo amar a alguien -dije mientras tomaba mi bandeja para seguir atendiendo a los clientes.

-Por supuesto que no tiene nada de malo, lo malo es a quien amas, que es ni más ni menos que la PROMETIDA de uno de nuestros mejores amigos -dijo Castiel siguiéndome por todo el local.

-Por Dios, Castiel estoy trabajando. Dejemos esta conversación para otro momento.

-¡No vas a escapar de mí! -exclamó Castiel mientras se dirigía a la cocina.

No podía entender cómo una persona como mi mejor amigo no pueda entender mis deseos y sueños, sobre todo si se trataban de Annie. Estaba recibiendo el pago de una clienta cuando las campanas de la entrada tintinearon y Ariadne entró ondeando su largo cabello plateado. Mi corazón se disparó y observé como Ariadne tomaba asiento en una de las mesas que daba a la ventana, me acerqué con cuidado para tomar su orden.

-Hola, Ariadne, que gusto verte -saludé con una sonrisa, Ariadne dirigió sus celestes ojos hacia mí y se sorprendió de verme allí.

-¿Lysandro? -preguntó muy sorprendida, con una hermosa sonrisa-. ¡Tanto tiempo! No sabía que trabajabas aquí.

-Yo no sabía que estabas en la Capital -dije mientras me acomodaba el cabello-. ¿Viniste a ver a Rosa?

-Sí, me pidió que venga unos días a cuidar la casa ya que ella y Leigh se fueron de vacaciones -respondió la albina, estaba muy bonita: llevaba un corsé violeta encima de una camisa con unas botas negras y una hermosa pollera negra, no pude evitar sonrojarme.

-Oye, Ariadne, me preguntaba si...

-Con mucho gusto, Lysandro -dijo Ariadne con una sonrisa, anticipándome a lo que le iba a preguntar, tomó mi bolígrafo y anotó en una servilleta su número-. Llámame cuanto estés a una hora de salir.

Yo tomé el papel con una sonrisa, Ariadne me miró con esos ojos celestes y luego miró el menú.

-¿Me tomas la orden? -preguntó, yo bajé de mi nube.

-¡Ah, sí claro! ¿Qué te gustaría tomar?

Luego de tomarle la orden a Ariadne, me acerqué a la cocina para dejar el encargo mientras Castiel me miraba con una sonrisa pícara, yo lo ignoré, pero Castiel se acercó.

-Así que saldrás con Ariadne, pillín -susurró mientras me codeaba.

-Solamente es una amiga, Castiel -dije.

-Seh, seh... lo que digas. Sólo te pido un favor: Fóllatela y olvida a Annie -dijo, yo lo miré alarmado.

-¡Castiel!

-Haz uno de esos trucos "sadomasorománticos" que le gustan a las chicas y listo.

-¡No voy a mostrarle eso a Ariadne en la primera cita!

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora