Animate

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No iba a una convención desde los quince años. Si bien seguía viendo anime, leyendo manga y jugando videojuegos, mi mala experiencia en un concurso de cosplayers me había alejado de los encuentros con los de mí misma especie. Mientras me bañaba recordaba ese momento: Me había cosplayado de Asuka Langley y había tardado meses, tanto en hacer el traje de piloto del EVA como en hacer dieta para que me quedara bien ceñido al cuerpo; había teñido mi cabello de pelirrojo y usado lentes de contacto azules, ningún detalle estaba librado al azar. Al comienzo de la convención todo iba bien, pero llegó el momento del concurso de cosplay y un grupo de imbéciles, porque otra cosa no era, empezaron a gritar cosas horribles a los concursantes, entre ellos a mí, y si bien habían echado al grupo de chicos, el trauma nos golpeó fuerte y después de eso ninguno de los concursantes quiso salir a mostrar su trabajo.

Salí de la ducha envuelta en una toalla, sequé mi cabello y lo desenredé con cuidado y empecé a darle forma con el secador. ¿Cómo me sentiría al regresar a ese lugar extraño que me había lanzado al mundo? Mi madre siempre me decía que era una niña extraña, pero nunca me decía en que sentido, así que preferí tomarlo como un halago; con el pasar del tiempo vi que había gente que se drogaba, violaba, mataba, robaba y aún así los consideraban "normales", así que desde ese día preferí ser rara a ser normal, según la sociedad. Cuando finalicé con mi cabello, elegí la ropa que usaría, me hice una trenza tejida en el cabello y me maquillé un poco.

Ya estaba por bajar a la sala cuando escuché el timbre y el ladrido de Fuser, avisando que alguien había llegado. A eso le siguió la voz de mi madre atendiendo la puerta y luego llamándome para que baje. Tomé mi bolso y bajé las escaleras, allí estaba Armin, esperándome y listo para salir.

—Hola, An-chan —me saludó Armin con una sonrisa.

—Hola, Armin. —le di un cálido abrazo y me giré hacia mi madre—. Vamos a una convención de anime, estaré volviendo a eso de las siete de la tarde, ¿ustedes irán al teatro?

—Sí, no te olvides las llaves —dijo mi mamá, me despedí de ella y cerré la puerta.

—Hacía bastante que no veía a tu mamá —reconoció Armin mientras nos poníamos en marcha hacia la parada del bus.

—Lo mismo me pasa a mí con la tuya. Desde que terminamos el Instituto que no he vuelto a saber de ellos.

—Pues estamos igual: Recuerda que no me hablo con ellos tras lo sucedido el año pasado —me recordó mi amigo. Tenía razón. Armin ya no hablaba con sus padres a raíz de una pelea familiar que tuvieron donde él golpeó a su mamá y su papá terminó echándolo de la casa. No sabía que más decir así que guardé silencio hasta llegar a la parada del bus. Armin se apoyó contra el anuncio que indicaba la línea que se detenía allí y suspiró—. ¿Y qué dijo soldadito de plomo de que venías conmigo?

—Nada, sólo dijo que no te propases conmigo o te matará —reí, aunque Kentin lo había dicho en serio. Armin dejó salir su sonora carcajada—. Lo digo en serio.

—¿Cuándo quise propasarme contigo? —preguntó.

—En mi casa, por ejemplo, cuando estábamos organizando el concierto me besaste sin permiso, ¿recuerdas? —le respondí.

—Primero que nada, tú estabas soltera y él no era tu novio —empezó mi amigo— Segundo: Sólo te besé una vez.

—Fueron dos, Armin.

—Y tercero: Esa vez no cuenta. Créeme que puedo ser mucho más pervertido si lo deseo.

—Evítalo conmigo —le advertí—, te veo como a un hermano. No me gusta la idea de andar intercambiando nada más que buenas experiencias y risas contigo.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora