cuatro

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Por la mañana lo despertó el ruido en la cocina y la música, que a juicio del dios, era un escándalo total. Le hubiera gustado gritarle que lo dejara dormir, pero estaba imposibilidad de hacerlo. Además el aroma de lo que fuera que ella estuviera cocinando, le abrió el apetito y decidió salir a ver qué hacía.

A gatas, cauteloso, Bills llegó a la cocina. Se quedó viendo en silencio a la muchacha que llevaba puesto un mandil que era como toda esa casa. Ese lugar era femenino, sobrio y confortante. Claro que demasiado sencillo para un dios como él. 

Padam,el gato de la muchacha, llego allí también y pasando junto a Bills, con aire de desdén, fue a frotarse contra las piernas de Mary. El dios quedó mirando aquella actitud, desde su punto de vista, inapropiada y molesta, pero cuando vio que la muchacha tomó algo de la sartén y se lo dió al gato quedó un tanto sorprendido. Esa conducta tenía un fin y Padam pasó por su costado triunfante, con un trozo de tocino en la boca. Mary vio a Bills mirar al gato y gentilmente le ofreció un trozo de tocino, pero él lo rechazó y saltó a la silla para esperar, en la mesa, a que ella le diera de comer. No iba a rebajarse a comportarse como un gato doméstico cualquiera. Algo de dignidad tenía que guardar, aunque después de lo de la noche recién pasada temía le quedaba muy poca. De solo recordar las manos de esa mujer en su cuerpo, se le erizaba la piel y sentía ganas de salir corriendo.

Finalmente un plato frente a él, con dos huevos y tres tiras de tocino. Olía bien, se veía bien, pero era muy poco. Esa cantidad de comida no era ni un entremés, proporcional a sus habituales banquetes. Lo peor es que tenía que aguardar a que esa chica le diera de comer y ella estaba ocupada comiendo sin prisa, aunque cuando notó que él, la miraba apegó su silla a la suya y corto un trozo de tocino, para llevarlo hasta la boca del díos.

-Tendrás que quedarte sólo unas horas, debo ir a trabajar- le dijo- Volveré al rededor de las dos. Por favor no hagas mucho ruido o la casera podría notar tu presencia. Ella guarda llave de la casa y puede entrar si quiere. No suele hacerlo, mas si comenzará a oír ruidos podría venir a revisar y no creo que sea una buena idea que te encuentre aquí.

"¿Porqué no? ¿Tan extraño soy? No recuerdo que Bulma y sus amigos reaccionara con espanto ante mi apariencia."

La muchacha terminó de darle de comer, miró el reloj en la pared, tomó una rebanada de pan y salió corriendo. La puerta se cerró y Bills quedo completamente solo, en ese lugar, mirando el desayuno que Mary, apenas toco. Él aún tenía hambre. Ese desayunar estaba ahí solo, suculento y solo. Por su orgullo no iba a coger ese tocino con la boca, así que intentó usar el tenedor. Consiguió sostenerlo, mas al levantar el trozo de tocino el tenedor se resbaló de sus dedos y cayó al piso. Con frustración, el dios, se quedó viendo el trozo de carne en las cerámicas y cuando Padam lo cogió, se enfureció. El gato lo miró y con ínfulas de gran señor, Padam se retiró.

¡Estúpido gato! ¿Te atreves a burlarte de Bills, el dios de la destrucción? Te voy a enseñar a no tomar lo que me pertenece.

Saltó hacia el pobre gato que apenas logró esquivar aquel movimiento y corrió a esconderse bajo un gabinete. En su testarudo y ridículo a fan de castigar al pequeño felino por su osadia, Bills acabó estrellándose contra el suelo. Claro que con su estatura terminó por sacudir el gabinete y tirar de el todos los adornos de cristal, que se estallaron contra el piso. En un acto que fue reflejo de su nuevo estado, al sentir aquel sonido dio un brinco y un gruñido áspero, para terminar a un metro de distancia de su posición inicial. Se quedó allí desconcertado y preguntándose ¿Por qué hizo eso? Cuando una pequeña pelota  rodó de debajo del mueble a sus pies.

Era una pelota pequeña con un cascabel en su interior. La empujo con la mano de regreso a su sitio y se le quedó viendo desaparecer allí abajo, mas la pelota volvió a ir hacia él y esa vez, se puso a gatas para atraparla entre sus manos y hacerla ir de una a la otra. Bills estaba completamente embobado en ese juego hasta que la pelota escapó de sus manos y se lanzó en su persecución por la sala, tirando algunas cosas a su paso. Fue cuando vio salir a Padam de debajo de aquel mueble que se sintió ridículo y burlado. Burlado por un tonto animal.

El gato lo distrajo con la pelota mientras se comía el tocino y para colmo lo estaba viendo con desdén, allí sentado meneando la cola y lamiéndose la pata para pasarla tras su oreja.

Si Bills pensó que se vio ridículo jugando con la pelota, se debería haber imaginado como se veía siguiendo al pobre gato por toda la casa y dejando un caos a su paso.

Mary trabajaba en una cafetería. Allí estaba a cargo de la máquina de capuchinos como de entregar las órdenes de pasteles, galletas y demás. Era un trabajo con horas complicadas, sobre todo en la mañana y tras el almuerzo. El resto del tiempo el local estaba casi vacío. Durante esas horas, en que no habían grandes órdenes, Mary se dedicó a reflexionar respecto a su nueva "mascota". Estaba segura de que podía hablar y entender todo lo que ella decía, que sabía escribir y usar los cubiertos, mas parecía haber perdido esa capacidad ¿Por qué? ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Por qué estaba en esa caja? ¿Dónde estaba su horno eléctrico? Pensaba sin encontrar respuesta alguna. Tan metida estaba en esas reflexiones que no noto al joven de cabellos castaños y ojos verdosos frente a ella, que insistía en hablarle tratando de ganar su atención. El muchacho chasqueo los dedos frente a los ojos de la muchacha y sólo entonces ella lo miro.

-Si dígame ¿Qué desea?

-Que mi novia me preste algo de la atención que dedica a sus pensamientos- le respondío el joven con una sonrisa.

-¡Gabriel! Hola -le dijo torpemente, como si acabará de despertar.

Gabriel río apoyando las manos sobre el mesón.

-¿Sales temprano hoy? Podríamos ir al cine luego a comer a mi casa ¿Qué dices?

-No puedo ir hoy, tengo cosas que hacer. Lo siento- le respondió y comenzó a limpiar el mesón, obligando al muchacho a apartarse.

-Se puede saber ¿Qué sucede?-inquirió- Hace días que no nos vemos y con suerte me llamas una vez al día o envías un mensaje.

-Estaba ocupada con los exámenes. Sabes que por poco pierdo una asignatura.

-Sí, pero los exámenes terminaron. Estas de vacaciones.

-Si bueno ¿Te parece si nos vemos este fin de semana?

-Bien- respondió Gabriel e intentó besarla.

-Estoy trabajando-le dijo ella al evadir el gesto.

El muchacho hizo una mueca de fastidio, se despidió y se fue.
Las horas pasaron y antes de irse a casa, la dueña le obsequió varios trozos de pastel que eran las mermas de la jornada. Mary los aceptó y con agrado los llevo a casa, pero poco antes de llegar recibió un mensaje a su celular. Venía recibiendo uno de esos hace semanas y ya no tenía ninguna duda de que todo eso era verdad, pero tenía miedo de terminar con ese asunto. Decidió ignorarlo está vez, como todas las veces anteriores y entró a la recepción saludando a la casera que la miro con severidad.

-Hace rato que escuchó ruidos allá arriba-le dijo- Espero que no haya metido un perro en mi casa, sabe que soy alérgica.

-No. En realidad es un gato-le respondió nerviosa- Lo encontré y lo traje a casa. Se está adaptando así que debe estar algo inquieto.

-¿Un gato? Suena como una manada de ellos.

-lo siento iré a ver. No volverá a pasar. Tenga, es pastel de selva negra- le dijo dandole una de las bolsas que traía y subió a prisa la escalera

Bills se detuvo a contemplar el pandemonium que provoco persiguiendo a ese gato altanero, pero al menos no lo volvería a molestar. Tenía hambre, eran casi las tres y tras el esfuerzo realizado su estómago vacío le reclamaba comida. No podía abrir la nevera así que echo un vistazo al acuario donde ese lindo, pequeño y apetitoso pez nadaba de un lado a otro.

Cuando Mary abrió la puerta las bolsas cayeron de sus manos al ver el desorden ocasionado por, obviamente, su nueva mascota en cuya boca bailaba la colita de sus pez "sushi".

Bills, pudo escupirlo, pero producto del impacto de ser sorprendido, se lo trago.

-Te...te-te-te...te has comido a sushi- balbuceó Mary y busco algo con la mirada-¿Dónde está Padam?

"No lo volverás a ver por aquí, chica"

Le dijo, pero demás está decir que lo que ella escuchó fue: miau miau miau miauuu, mientras jugetonamente, Bills movia su cola.

Eres mi mascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora