Ocho

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Por la mañana, Bills despertó en el regazo de la muchacha que estaba recargada contra el sofá. Abrieron los ojos al mismo tiempo y Bills dió un brinco al mueble donde se sentó a acicalarse. Mary miró el reloj en la pared y luego se fue al baño. El dios tenía hambre, pero al buscar a la muchacha con la mirada no lo encontró y supuso se había ido a su habitación. Brinco al piso y a gatas se fue hasta el baño. Lavarse la cara le era fácil, pues solo se apoyaba en el lavamanos, con su mano precionaba la llave y de un grifo con forma de signo de interrogación salía el agua, luego metía los dedos bajo el chorro para después frotarlos por su rostro. Pero en esta ocasión no se dió cuenta de que la muchacha estaba justo poniéndose la bata de baño. Ella lo miro, él parpadeó un par de veces examunandola de arriba abajo y antes de poder hacer otra cosa, le cerraron la puerta en la cara.

"Ahora estamos a mano, chica"

La muchacha tenía una bonita figura y él, la aprecio bien sin ningúna vergüenza o remordimiento. Supuso que ella no sintio pudor porque lo veía  como un gato nada más y tal vez podía sacar cierto provecho de la situación. Descarto la idea. Era estúpida ¿Para qué haría algo así? Mejor se iba a espera a que le diera de desayunar.

La muchacha salió de su habitación vestida con una falda larga de una textura que le  provoco, a Bills, ganas de pasar por ahí sus garras. De hecho traía ganas de frotar sus garras contra algo desde que despertó. Mary le dijo que iría a la tienda por algunos víveres y que no tardaba. Bills no le prestó mucha atención. Buscaba algo que rascar y el sillón de cuero le pareció bien. Comenzó a rasgar con un deleite que lo hizo olvidarse por completo de todo. Cuando reacciono vio el sillón hecho girones y temiendo ser regañado por eso, se las arregló para cubrirlo con una manta que había en el sofá. Lo logró justo a tiempo.

La muchacha entró en la casa con varias bolsas de las que se desprendían aromas agradables. Curioso y cauteloso se aproximó para averiguar qué traía Mary. La muchacha lo miro y le puso una bolsa del mercado en el piso frente a él, luego volvió a lo que hacía.

"¿Una bolsa? Un bocadillo es lo que deberías darme, chica" 

Fastidiado la aplastó con la mano y... pasó media hora jugando con la bolsa. Metía la cabeza en ella y la sacaba o  aplastaba aquella cosa ruidosa con la mano. La arrojaba al aire y la atrapaba. Una vez reflexionó en lo que hacía se sintió estúpido, pero nada que un buen desayuno no resolviera. La muchacha cocinaba muy sabroso, era amorosa, lo hacia sentir bien pese a su situación. Lo único malo era que tenía que dejar lo bañara. De no ser por ese detalle estaría muy a gusto con ella.

¿A gusto? Miro a la muchacha "jugando" con un instrumento musical y pensó en desde cuándo se sentía a gusto con ella. Bills siempre fue solitario, su carácter era difícil se soportar. Otros dioses tenían sus templos con sirvientes o concubinas, etc. Él estaba solo con Whis. Ese ángel era el único que lo soportaba y eso  porque era su trabajo. Un mínimo de afecto le tendría quizá, después de todo llevaban bastante tiempo juntos.
Más que varios de los actuales dioses y él se sentía cómodo con Whis, pero no a gusto. Bills siempre estuvo solo, ni con su hermano recordaba haber tenido una relación muy cercana. Claro que lo quería, aunque prefería que le arrancarán las garras una a la vez antes de admitirlo, mas lo prefería a la distancia.

No le molestaba estar solo. El amaba la tranquilidad y el silencio aunque muchos no lo creyeran y no precisamente porque en esos ambientes podía dormir a gusto, sino porque
realmente no requería compañía para lidiar con ningún aspecto de su vida. Le gustaban las flores, de hay los jardines de su templo. Disfrutaba de los climas cálidos más que de los frios y podía quedarse horas absorto en sus pensamientos más irrelevantes. Toleraba la compañía de algunas contadas personas, generalmente por alguna conveniencia o semejante. Por eso descubrirse sintiéndose a gusto con esa mujer le fue tan extraño. Mary le recordaba algo querido y tan lejano que lo pensó olvidado y casi lo estaba. El rostro de su madre había desaparecido en el tiempo.

Eres mi mascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora