Pasé un buen tiempo encerrada en mi habitación leyendo los libros, leí tres uno tras otro, sin embargo llega el punto en que ya no quieres leer más, por mucho que te guste.
¿Qué se supone que haga? Me faltan doce días ¿Moriré del aburrimiento?
A través de la ventana vi un hombre conversado con Tiziano y su padre, parecía alguien peligroso, así que cerré la cortina dejando solo una ranura para observar, no quería caer en más torpezas, vi al hombre hacer gestos con gran exageración y luego cruzarse de brazos, estarían discutiendo, en ese momento Mucio miró hacia la ventana como si pudiera verme, pero yo sabía que no era así, tenía muy poco espacio abierto, con costo yo miraba hacia afuera ¿Podría verme? El sujeto le dio la mano al Señor Graham para después marcharse, Tiziano esperó hasta que aquel sujeto no se viera para entrar a la casa, Mucio que había quedado solo levantó la mano y me saludó.
¡Cómo lo supo!
Corrí hasta la cama y me metí en ella, cubriéndome con la manta.
¡No!
La puerta se abrió y entró el mayor de los hijos con cara de estar de buenas, Sergio felíz, eso no podía ser bueno.
—La cautiva y sus niñerías.
—¿Buen humor?
—Pasé una buena noche, muy buena noche —Dijo mientras se sentaba en un extremo de la cama —¿Ya comiste algo?
—No, pero...
—Seré piadoso, te dejaré comer con nosotros, solo hoy —Manifestó y se deplomó en la cama mientras analizaba la portada de uno de los libros.
Ni loca, estarían todos, estaría el señor Graham, ni siquiera puedo verle la cara después de aquel día y sumando lo de la ventana, ¡No gracias!
—Yo no tengo hambre.
—Ahora te haces rogar, bien por ti —Comunicó el divertido mientras jugueteaba con mis dedos del pie.
Este está muy raro.
—¿Puedo saber por qué actúas tan raro?
—Encontramos a Ivory y solo queda fingir hasta que termine la semanas, todo este dolor de cabeza acabará —Explicó con una amplia sonrisa, me contagió también sonreir.
—Bueno eso es positivo para todos —Dije alegre.
—Siendo ciencero...
—¿Qué haces aquí Sergio? —La voz de su padre nos alertó a los dos, él soltó mis dedos y yo escondí el pie bajo la manta.
Señor esto es raro, pero no ese tipo de raro.
—Preguntaba si quería algo de comer —Manifestó nervioso —Pero no.
—Entonces márchate ya —Indicó Mucio severo, no tardó nada en desaparecer por la puerta, creí que Mucio también se marcharía pero en su lugar cerró la puerta y caminó hasta donde yo estaba.
De este regaño te alcanzará para recordar el año que viene ese regaño.
—¿No tienes hambre? —Preguntó sereno sentándose en un extremo de la cama, detesto esa calma porque no vez llegar la tormenta.
—No, es que... —Genial, para rematar respondes todo torpe.
—Yo tampoco —Explicó mientras observaba los dedos de su mano, el silencio prebaleció tanto que sus siguientes palabras me sacaron de contexto —La ventana.
¿Ventana?
—Si te acercas a la ventana, la luz de la habitación refleja tu sombras —Señaló dejándose caer sobre la cama boca arriba, yo lo miré perpleja, así supo que estaba ahí ¡Seré torpe! Como puedo superarme aún más de una humillación a otra.
—Ya veo.
—Mi hijo... —Pero no siguió lo que iba a decir, solo se quedó callado los siguientes minutos.
¿Hace calor? Como para salir de aquí, corriendo. Un ruido me sacó de mi ensoñamiento ¿Era el estómago de Mucio? Eso me robó una risa desde lo más profundo. Estaba por hablar pero él fue más rápido.
—Bueno tal ves si tenga algo de hambre —Admitió, luego me miró desde el extremo de la cama en que se hallaba.
—Debería bajar a comer —Aconsejé, su presencia empezaba a ponerme nerviosa.
—Y Tú también.
—Yo no tengo hambre.
—Entonces yo tampoco —Lo miré con el ceño fruncido, que infantil para su edad.
—Su estomago suena.
—Tu boca también.
—¿Qué? —Ahora sí que se desenfocó —Mi boca no, bueno sí pero...
—Yo no dije que sonara por hambre, evidentemente suena al hablar.
—Es ridículo.
—¿Sabes qué?
—Nada de lo que diga puede defender su punto, es ridículo —De repente me estaba haciendo cosquillas, lo que me hizo reír evidentemente, hasta que me empezaron a dolor las costillas.
¿Este hombre qué piensa?
—¿Todo bien? —Preguntó al ver que solo jalaba el aire como pez moribundo.
—Sí, es solo que me tomó desprevenida —Expliqué aún inquieta, él sonrió ampliamente como no lo había visto hacerlo en estos breves días y realmente parecía otro hombre, uno felíz, uno normal.
—Bueno Ivory, pediré que te suban de comer —Manifestó levantándose de la cama con una expresión positiva en su cara.
Cierto soy Ivory.
—Come algo —Pidió ya en la puerta —Y no te relaciones con Sergio. —agregó con una sonrisa menos agradable y luego se retiró cerrando con seguro.
Supongo que ya no hay rencor por lo del baño ¿Podré pedir los libros?
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El dilema de los Graham. (Está en corrección)
Romance-Nota- Esta historia es un cliché, la vida real no es así, por lo que como sociedad e individuos debemos cuidar a las personas que nos rodean y a nosotros mismos, haciendo lo posible contra los secuestros, sobre todo contra esos mercados que suste...