Capítulo 07

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-¿Comprendes Nala?

-Entonces le digo a el Señor Graham que dices tú que si le prestas los demás libros de esta saga -Preguntó levantando el delgado libro.

-Sí -Afirmé emocionada desde la cama donde me encontraba sentada.

-Bueno mi niña ¿Pero que es una saga?

-Bueno... es cuando... son varios libros de la misma historia -Expliqué algo torpe.

¿Por qué hace esas preguntas?

-Bueno le diré y te traeré algo de desayuno -Dicho esto con total amabilidad.

  ¿Cómo se le hará tan fácil sobrellevar que trabaja para un criminal?

   Tomé los libro que quedaban sin leer, sujeté el de Charles Barlitz en mis manos y busqué el mejor lugar para leer, finalmente me decidí por la silla y la ventana, de elegir la cama terminaría durmiéndome.

-Once días, tan solo... Mi familia debe estar asustada, mi jefa paranoica si no es que ya soy desempleada, ojalá alguien le diera comida a Manuela estos días y a Stam -Manuel era una tortuga de tierra bastante robusta que vive en mi pateo, está bastante mal criada, suele llegar por hojas de lechuga, por su parte Stam es un perro café bastante creativo que adopté cuando era tan solo un cachorro.

  Estaba entretenida en mi lectura, la puerta se abrió, era Nala quien venía con una bandeja de comida y casi pálida.

-¿Te prestó los libros? -Pregunté esperanzada.

-No mi niña, dijo que si los querías que los pidieras tú, pero no te lo aconsejo está más amargado que un ogro -Mencionó dejando los alimentos y retirándose.

-¿De verdad estará tan enojado? Solo le pediría los libros, no creo que se enoje -Me dije a mi misma, deje allí todo y salí a tientas ¿Dónde estará la biblioteca? En la primera planta miré una puerta bastante elegante de color marrón oscuro, ¿Oficina? Llamé con dos golpes decididos.

-¿Quién es? -Habló la voz de Mucio con firmeza, abrí la puerta con cuidado y nerviosismo.

-Hola yo venía por los libros -Expliqué con una sonrisa amable, él me miró furioso, estaba solo y amargado.

-¿Libros? Sigues de jodiendo con esos libros -Manifestó con disgusto mientras dejaba el sitio donde estaba de pie para tomar su asiento tras el escritorio.

-Sí.

-¿Y si no quiero prestarlos.

-Supongo que no tendría nada que hacer -El pensó mis palabras unos minutos.

-Bien, pero no los tengo aquí -Comunicó levantándose y caminando hacia la puerta donde yo estaba, le di espacio para que se retirara -Sigueme -caminamos por uno de los pasillos de la planta baja hasta una puerta de color verde, Mucio la abrió para seguidamente adentrarse, observé desde afuera con sigilo, era seguramente su habitación, podía ver varios libros más, un olor a madera bastante curioso, el lugar estaba iluminado por la ventana, vestida por delgadas cortinas blancas.

-¿Entraras? -La pregunta de él me descolocó ¿Entrar?

-No lo sé.

-No muerdo, no lo hago casi nunca -comentó mientras rebuscaba en las repisas.

-Prefiero esperar aquí -Manifesté con los nervios a flor de piel ¿Morder?

-Aquí tienes los que faltan -Dijo él con una sonrisa sacando los libros de un espacio.

-Gracias -Dije justo antes que me entregara los libros -los regresaré cuando los termine -Mucio tomó mi rostro y me besó, yo estaba shok, aferrada a los libros, ni siquiera sé si sigo respirando ¡Claro que no tonta¡ ¡SI TE ESTÁ BESANDO!, empujalo, cuando le iba a hacer caso a mi conciencia él mismo se separó -yo...

-Debo terminar de trabajar  -Dicho esto me esquivó para retirarse del lugar a paso acelerado.

-Bueno.

¡ESTE HOMBRE!

-¿Qué estiércol está pasando? -Fui hasta la habitación meditando lo sucedido en cada escalera, ¿Acaso le gustaba a Mucio? ¡NA QUE VA! Pero... y si sí.

-Se te va a enfriar la comida -Las palabras de Tiziano llegaron apenas atravesar la puerta y me hicieron dar un respingo.

-Yo solo...

-Socialisabas con mi papá, supongo.

-No yo...

-A que juegas ¿Como te llamabas? -Preguntó con una actitud cínica que no le había visto antes.

-Camelia.

-Camelia -Repitió él con ironía -¿Crees que te librarás si juegas a "la chica conquista chico" con mi padre y mi hermano, no Cam, así no funciona aquí, así que deja de jugar con fuego, que la pólvora puede matar.

-No estoy jugando a nada.

-¿Segura? -Su pregunta la dejó para mi propio criterio antes de ir a la puerta -No te quiero ver abajo, cenarás aquí -Sentí algo extraño cuando cerró la puerta, me sentí una traidora, yo no estaba jugando pero siempre terminaba ligada a la partida sin decidir.

-Hola -Tras muchas horas de silencio la voz de Sergio me sacó de mi sesión de lectura, otro problema, supuse -Ay la prisionera no habla, que divertido -Dio una pausa prolongada y al no recibir contestación añadió -Bien chica disgusto, no sé que hice, o si por lo de la otra ves mi padre te reprendió, de todas formas me disculpo.

-No es nada.

-Nada el pez -Bromeó.

-Es enserio.

-"Serio" vive mi papá, vamos ríete un poco, la vida es linda.

-Lo intentaré.

-Genial.

El dilema de los Graham. (Está en corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora