Entró algo cansado y dejó sobre el sofá las últimas bolsas con los objetos que había comprado.
-¿Camelia? -Toda respuesta que él recibio fue silencio -Camelia ¿Dónde estás? -Se dirigió a la habitación, el baño la cocina, cuarto de pilas... nada, salió fuera y buscó en el poco espacio de jardín que tenían, no estaba allí, tomó el celular y empezó a llamar pero algo atrajo su atención, un juguete para arena en entre las plantas de amapola, se dirigió hacia estás y las obligó a separarse para dejalo pasar, frente a él se abrió la amplia playa con la que colindaban, no muy lejos visualizó a tres adultos y un par de niños, estaban sentados en la arena, los pequeños jugando a castillos de arena, cuando había avanzado hasta estar a escasos pasos pudo visualizar a su refugiada entre ellos.
-Camelia ¿Qué haces aquí?
-Nosotros la invitamos a venir -Respondió por ella la Señora allí presente, era una mujer de unos cuarenta con el cabello rubio, piel muy blanca, delgada -Nuestra pequeña Sofi se pasó su jardín y se han llevado muy bien.
-Solo fue un tiempo corto, la playa es muy sola -Comentó nerviosa, solo le faltaba un desplante por salir del jardín.
-No hay problema, es solo que me preocupé -Avisó él fingiendo amabilidad y se regresó dentro, ella se disculpó para ir tras él.
-Espera Mucio ¿Que pasa?
-Camelia no sé si lo olvidas pero estás aquí por seguridad, no son vacaciones para estar saliendo a la playa, podría verte alguien... los chicos, Ivory, el padre de ella -Señaló disgustado pero sin alzar la voz.
-Es cierto, lo lamento mucho, es solo que es difícil decirle que no a alguien, ellos no saben que no puedo salir.
-Podría inventarte algo razonable-Señaló detuviéndose frente a ella para hablarle con claridad -Yo puedo hacer mucho por evitar que te encuentren, pero si no pones de tu parte no tendrá sentido todo lo que yo haga -Indicado ese punto continuó su camino dentro de la cabaña, Camelia se despidió con la mano de aquella amigable familia y ingresó también, dentro no encontró a Mucio así que supuso estaría en la habitación sin querer hablar, se sentó en el sofá sin saber muy bien que hacer.
Más tarde salió él ya calmado a ver que hacía, la encontró sentada mirando un periódico muy viejo que había aún allí.
-Es bastante viejo ya -Indicó acerca del objeto, ella asintió consciente de esto, había un fragmento donde hablaba de un asalto en el que salió herida una mujer de nombre Tatiana, incluso podría suponer que se trataba de... -Si quieres podría traerte algo de leer ¿Qué te gustaría? Quiero salir por víveres con los que hacer comida -Al terminar de leer el breve fragmento que dejaba ver el periódico como una noticia de segunda plana la embargó una gran curiosidad.
¿Acaso era esa la herida que había llevado a la muerte a la esposa de Mucio, un asalto?
-¡Ey mujer! ¡Te estoy hablando! -Camelia miró a Mucio, definitivamente le gustaba interrumpir los momentos más inoportunos.
-Sí me gustaría, tal ves algo como romance o así -Indicó con des interés, él suspiró aburrido, acazo no notaba que quería tener su atención.
-¿Qué lees tanto ahí?
-No es nada -Dijo ella dejando de lado el periódico, no le parecía preguntarle sobre ese tema tan delicado.
-Pues parecías muy entretenida -Mencionó Mucio mientras sacaba piedrecitas de la suela de su zapato -¿Necesitas algo más de la tienda?
-Toallas femeninas -Él la miró como si mis palabras hubieran dicho que necesitaba un tigre africano, en realidad ella no entendía su drama.
-¿Andas con eso? -Camelia frunció el ceño ¿Eso? Disculpa no es como si tuviera un cuerno en la cabeza, es algo muy normal.
-Aún no, pero seguramente pronto.
-Y te vas a poner con dolores y así -Suspiró agobiada, que hombre más terco, posiblemente sí tendría dolores pero no iba a poder evitar que le llegara la menstruación.
-Trae entonces una pastilla por aquello de dolor.
-¿Y solo eso necesitas? No requieres alguna pomada o algún jarabe -Lo observó consternada ¿Qué le pasa a este? -Solo digo, no quiero que empieces a morirte aquí y yo...
-No me voy a morir por una menstruación.
-Solo creo que no puede ser muy sano sangrar por...
-Olvidemos este tema -Solicitó incómoda mientras volvía a tomar el periódico.
-Entonces traeré toallas sanitarias y pastillas para el dolor de menstruación -Dicho esto regresó a la habitación.
-¿Dolor de menstruación? -Camelia rió ante sus palabras, habría ido encantada a verle pedir eso al dependiente de la tienda.
Lamento la tardanza
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El dilema de los Graham. (Está en corrección)
Romance-Nota- Esta historia es un cliché, la vida real no es así, por lo que como sociedad e individuos debemos cuidar a las personas que nos rodean y a nosotros mismos, haciendo lo posible contra los secuestros, sobre todo contra esos mercados que suste...