Epílogo

1.5K 103 66
                                    

-¿Se puede saber qué te ha pasado ahora, Jack.. ¡Ah! Hola, Hiccup-El primo de duque hizo una leve inclinación a modo de saludo, sin embargo Elsa no tardó mucho en posar sus ojos en su marido que se encontraba tumbado con una gran bolsa de hielo en su tobillo-¿No me digas que has montado a caballo?-preguntó la platinada en modo acusatorio mientras se acercaba a revisarlo por sí misma.

-No he montado a caballo desde hace semanas, Elizabeth-contestó Jack incorporándose un poco en la cama-Y en realidad tampoco es para tanto. He tropezado y solo he cojeado un poco después. La idea de poner hielo fue de Hiccup que sigo pensando que es algo exagerado.

-Si no lo hubiese sugerido, tú seguirías caminando y haciendo aún más daño a tu pie-replicó el marqués de Waywood y luego se dirigió a Elsa-.El muy idiota se metió en su propio mundo y tropezó con una de las raíces que entorpecen el camino que está detrás de la iglesia.

-Estaba pensando en gestiones. Y sigues de ese modo prefiero que te aguante tu esposa.

Elsa entrecerró los ojos hacia Jack y este tuvo el gesto de encogerse al menos ante su mirada.

Aunque se evitara mencionar el tema a propósito, la maldición de los duques de Overland parecía deambular más de lo habitual en la mente de la platinada. Y no es que ella le diera la vuelta al asunto, para ella esa maldición no fue más que una completa farsa alimentada por los rumores que traspasaron los siglos, sumándole el hecho de las casuales muertes de los duques en el periodo vigente de dicha maldición. Además, Jack y Elsa ya habían acordado no hablar más sobre aquel tema y en tal caso si tuvieran que sacarlo a luz, nunca decir que fue un embrujo o algo por estilo. Sin embargo, indirectamente era Jack que la hacía recordar esa falsa maldición con sus constantes pero no dañinos accidentes.

-Quiero estar un momento a solas con mi marido, Hiccup-avisó Elsa colocando nuevamente la bolsa de hielo sobre el tobillo de Jack tras ver que no se trataba de nada grave-Mérida se encuentra en el salón de las mujeres.

Entendiendo la petición, Hiccup salió del cuarto en busca de su esposa, dejando al matrimonio con sus asuntos.

Cuando la platinada se aseguró de estar sola con Jack en la habitación, cogió el cojín donde reposaba el tobillo del duque y se lo aventó a la cara.

-¡EH! Antes de casarnos me dijiste que ya no me tirarías objetos-se quejó el duque que notaba lo malhumorada que estaba su esposa-. Soy un hombre herido ¡Ten piedad!

-Da gracias que esta vez no sea el perro de cerámica. ¿Se puede saber qué te pasa, Jack? Últimamente no paras quieto.

-¿De qué hablas Elizabeth? -preguntó Jack algo extrañado, acomodando el cojín que le tiró Elsa bajo su pie de nuevo-Sabes que desde que vivimos aquí intento involucrarme en todo lo que me sea posible en la gestión del castillo. Que yo sepa eso es ser responsable, no inquieto.

-No hablo de eso Jack..

E instintivamente Elsa acarició su abultado vientre. Efectivamente, desde los últimos meses, ya más cercano a su salida de cuentas, Jack se mostraba más inquieto de lo habitual.

Desde que se casaron todo fue normal. La presentó en Londres como su esposa y duquesa de Overland, y cumplió sus promesas de llevarla a todos los sitios que sabían que la iban a gustar y también a los lugares donde tenía buenos recuerdos que quiso compartirlos con ella.

Cuando llegó el tiempo, fueron muy precisos en anunciar el embarazo. Al contrario que Anna que comentó sus sospechas de su estado a la primera semana de su retraso, y que finalmente resultó ser una falsa alarma, en el caso de Elsa, Jack sugirió esperar dos meses (ambos al tanto que en aquel periodo Elizabeth ya sobrepasaría por su primer trimestre de encinta) para controlar la ola de rumores que nacerían con el anuncio de su embarazo. Solo de esa manera aseguraron que sus votos "fueron" cumplidos después del matrimonio y los dos fueron elogiados por su alta fertilidad.

Fruto ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora