Capítulo IX

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CHAD

Localizo a Raven entre la multitud, no están complicado buscarla, ya que su cabello rosa llama la atención enseguida.

Veo como Evanna ha vuelto a bailar con Ezra y sonrío por mí mismo, ellos son buenos amigos, pero sé que hay algo más ahí, lo sé, además, no saben disimular, a decir verdad son asco para eso. Sé que Ezra siente algo por mi hermanita, y la verdad es que no me molesta.

Sí, soy hermano mayor por diez minutos, pero no me siento con el derecho de actuar como un estúpido celoso por dos motivos obvios:

1, no me sale.

2, Evanna no actúa como loca cuando estoy con alguna chica.

A decir verdad, a ninguno de nosotros nos sale ponernos celosos cuando vemos a Evanna con un chico, y eso es bueno, las personas se ven realmente patéticas cuando se ponen celosas, hacen cosas sin sentido para llamar la atención de la otra. Es ilógico.

Cuando me acerco a Raven, toco su hombro, haciéndola mirar hacia la derecha y rápidamente corro hacia el lado opuesto.

Ella es una de las mejores personas que conozco. Cuando la conocí fue por estar corriendo por la calle, persiguiendo a Evanna, y caí literalmente encima de ella, las palabras que me dijo Raven cuando la atropelle siempre me hacían reír: «Si querías llamar mi atención, debías hablarme, no atropellarme», tenía diez años cuando la conocí, al igual que Ezra, lo conocimos esa misma tarde.

No voy a negarlo, se convirtieron en grandes amigos, aunque nos costó confiar en ellos.

Y tanto como Raven Marín como Ezra Craft se ganaron la confianza de todos nosotros.

Como dicen: sin confianza, la amistad no puede existir.

—De este lado —me burlo.

Ella al darse vuelta, rueda los ojos.

Intento reprimir la risotada que quiere salir de mis labios.

—No puedo creer que sigas cayendo.

—No puedo creer que siga cayendo.

Ambos hablamos al tiempo y reímos.

Raven y yo nos parecemos en muchos sentidos, tantos que a veces nos llega a asustar. Ella mira a su alrededor. La fiesta ha ido en aumento desde nuestro pequeño espectáculo con Evanna, a decir verdad, no esperaba tocar la guitarra frente media ciudad.

Y tampoco esperaba una fiesta sorpresa. Pero ya qué, son las locuras que hacen nuestros hermanos por hacernos felices.

Evanna tiene razón cuando dice que no sabría qué hacer si uno de ellos nos falta, estamos muy acostumbrados a ellos, y tiene cierto porcentaje de ser malo pero a la vez bueno.

Si tengo que admitir algo... es que tampoco sabría qué hacer si uno de mis hermanos está.

Y ni hablar si Evanna no estuviera. Es mi otra mitad, mi melliza, y aunque hay veces que quisiera cambiarla por un perrito, no podría. Es la mejor.

—Eres bastante solicitado para una despedida de soltera —informa Raven mientras saca su celular de un pequeño bolso.

Alzo las cejas.

—Hablando de eso, aun no me puedo sacar el labial azul del estómago —digo mientras apunto esa zona.

Raven ríe.

— ¿En serio? ¿Y si pudiste con lo de los labios? —Inquiere de manera picara— ¿O tuviste ayuda de una personita llamada Ezra? —Sube y baja sus cejas y suelta una risita.

Otra Tutela © [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora