Capítulo XIII

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Falta media hora para que sea media noche. Salgo del baño y me envuelvo en una toalla. El servicio comunitario duró al menos cuatro horas y le tuvimos que dar explicaciones a papá del porqué Nate, Georg y yo acabamos ahí.

Fue gracioso ver su cara de desconcierto, pero lo que nos impactó fue lo que dijo: «Si Johnson cree que con eso se enderezarán, está equivocado. Ni siquiera le sirvió a él.»

Y cuando le preguntábamos a que se refería, no quiso seguir hablando.

Al parecer Johnson además de acosar a mi madre, buscaba problemas en todas partes.

Eso sí que es sorprendente.

Cuando entro a mi habitación, enciendo la luz y dejo la ropa sucia en el cesto.

—Div... —la voz de Lynch, él entra por la ventana y sonríe de manera extraña al verme envuelta en una toalla.

— ¡Largo! —Exclamo mientras le tiro una zapatilla a la cabeza— ¡¡MAMÁ!! ¡PAPÁ!! —Grito con fuerza.

Es la segunda vez que acudo a ellos.

Lynch intenta acercarse a mí, pero cuando apenas da unos pasos, papá entra a mi habitación, me coloca detrás de él y Lynch se detiene en seco.

—Evanna, vístete —dice papá, mira a Lynch con cara de pocos amigos.

Solo afirmo, mamá me detiene, y va ella hacia mi armario, agarra unos pantalones cortos y una remera negra. Me toma de la mano y me guía hacia el baño.

Cuando estamos las dos ahí, me pongo el pantalón corto por debajo de la toalla y al final me la quito para ponerme la remera.

— ¿Te hizo algo? —Inquiere mamá de repente.

—No.

— ¿Te tocó?

—Ya te conté eso, mamá.

— ¿Cómo entró a tu habitación?

—Por la ventana. No sé cómo hace...

Mamá suspira.

—De acuerdo, ven conmigo. Ese tipo se irá de aquí de dos maneras: en miles de pedazos o partido a la mitad.

Ambas salimos del baño, mis hermanos no están, se fueron a entrenar hace dos horas y no han vuelto.

Es mejor así, si descubren que Lynch entró a mi habitación, se pondrán histéricos, y es suficiente con mamá y papá.

—Tienes una oportunidad para decirme que diablos haces en mi casa, si no me gusta la respuesta, te tiraré por la ventana y estoy en todo mi derecho en hacerlo porque estás en propiedad privada y tienes una orden de alejamiento y ni puedes acercarte a mis hijos.

Mamá y yo entramos a mi habitación, y los encontramos tal y cual estaban cuando nos fuimos.

La remera se me moja por el cabello, así que si luego me resfrío, no sería nada raro.

Lynch mira atento a mi padre, y estoy cien por ciento segura que se lamenta haber entrado, este tiene unos jeans negros y su típica chaqueta negra. El cabello rubio y su tez blanca resaltan demasiado.

Parece un muerto.

— ¿Qué diablos quieres Lynch? Y dame una razón para no tirarte por la ventana porque ganas de hacerlo, no me faltan —pregunta nuevamente papá sin más.

Lynch me mira y entorna los ojos.

—Voy a hablar con ella —Lynch me apunta y mamá se coloca delante de mí.

Otra Tutela © [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora