Dispuesto-willing

capitulo 17

Hablando

Harry los observó, casi esperando que comenzaran a silbar fingiendo no haber escuchado lo que había dicho.
Su sonrisa permaneció firmemente plantada en su rostro; actuaban como vírgenes de doce años, no como los jóvenes que eran. No estaba seguro de la edad que tenían, pero tenía la sensación de que eran mayores que él a ciencia cierta. No mucho, aunque eran increíblemente altos, pelirrojos y pecosos. Si no lo supiera, diría que eran hijos de esa mujer; si ese era el caso, no es de extrañar que se sonrojaran de vergüenza ante sus palabras. Era muy bueno leyendo a la gente; había tenido que ser. Ser un sumiso podría ser un asunto peligroso, especialmente si el Dom no fuera ... ¿diríamos, apropiado? Harry se había mantenido alejado de los que había sentido que no eran, lo que para ser sincero eran solo dos. A la mayoría de los Doms realmente les importaba.

Severus gimió, mirando al techo de sus habitaciones y preguntándose si sería capaz de mirar a alguien a los ojos. Eso es lo que sucedió cuando uno tenía un sumiso que no tenía filtro, o se preocupaba por lo que pensaba la gente. Harry estaba contento con quién era, y no sabía nada de vergüenza, al menos por quién y qué era. Tal vez había una pequeña dosis de vergüenza y un gran orgullo por cómo había sobrevivido a las calles. Mirando hacia atrás a Harry, sacudiendo la cabeza con diversión irónica, Severus se dio cuenta de que ... no cambiaría nada. Era un hombre muy privado por naturaleza, pero desafortunadamente, tarde o temprano, todos lo descubrirían.
Afortunadamente, a juzgar por el sonrojo que hacían los gemelos, no entenderían la naturaleza del collar; no muchos lo harían Las viejas formas se estaban muriendo, más con cada afluencia de estudiantes nacidos de muggles y mestizos admitidos en Hogwarts. Dumbledore había abolido las clases del Camino Antiguo, y con él el hombre que había estado enseñando toda su vida. Por supuesto que Snape no lo había conocido; Fue su madre quien le había contado ese pequeño hecho.
Afortunadamente, la mayoría de los sangre pura fueron educados a la antigua usanza antes de asistir a Hogwarts. Casi todos y cada uno de sus Slytherins habían sido, y los que no lo sabían, se aseguraba de que aprendieran; Les dio libros sobre las viejas costumbres de su primera noche allí. De esa manera, los otros Slytherins no los hicieron trizas.
Después de todo, no era culpa de ellos que sus padres no hubieran pensado en enseñarles las viejas costumbres y preservar su historia.

"Tu mamá también tiene el pelo rojo, ¿no es así?" Preguntó Harry, mirándolos con la cabeza inclinada hacia un lado con curiosidad. Su magia era muy ligera, muy parecida a la de Poppy. Minerva tenía un poco de oscuridad en la suya; Sev tenía bastante en el suyo.

"Sí", dijo Fred con cautela; su madre no estaba feliz con Harry, por decir lo menos. No parecía tan malo, tal vez un poco honesto y directo sobre cosas que no querían saber. Sin embargo, una cierta imagen de Harry Potter y su Maestro de Pociones estaba firmemente plantada en sus mentes, y la única forma en que se iría sería si se obligaran a ellos mismos.
Probablemente sería otra razón por la que no le gustaría a Harry. Su madre era bastante estrecha en ciertos aspectos. Los gemelos no ignoraban sus faltas, pero la amaban a pesar de todo. Incluso si todo lo que ella hizo fue gemir a ellos en estos días; No creía que ser bromistas fuera suficiente para llevarlos a la vida. Ella seguía presionándolos para conseguir un trabajo 'real'; incluso había ido tan lejos como para organizar entrevistas para ellos. Al llegar al escenario, Fred y George solo querían mudarse y conseguir su propio lugar.
Desafortunadamente, eso era algo que no podían hacer. Querían comprar una propiedad en el Callejón Diagon; para eso estaban ahorrando.
Iba terriblemente lento, pero no eran nada si no estaban decididos a salirse con la suya.

"¿Tienes un hermano llamado Ronnie?" Preguntó Harry, una sonrisa socarrona se abrió camino en su cara, solo recordando su cara. Había quemado la ropa, por supuesto, en la chimenea de su "prisión". Su ropa estaba en mejores condiciones que la de los otros niños. ¡Los dos chicos se sonrojaron aún más, rezando para que Harry no supiera sus apodos! Su madre no les dio los apodos más vergonzosos.