Dispuesto-willing

capitulo 3

Un intento de escape, así como una sorpresa para Severus

Harry se despertó, su cuerpo saltando mientras miraba a su alrededor con suspicacia. Un bostezo salió de sus labios; estaba agotado y hambriento, podría haber comido un caballo escamoso. Todavía no estaba comiendo nada que le dieran, aparte de la fruta, que inspeccionó en busca de agujeros; no confiaba en ellos tan lejos como podía tirarlos. Se las había arreglado para comer más cuando estaba sin hogar, y eso era decir algo. Llevaba más de quince días en esta habitación; no lo dejaron salir porque seguía intentando escapar. Al menos supuso que eran quince días; Él había empezado a rascar el escritorio todos los días, solo para mantenerse al tanto. Era una mente aburrida, la única diversión que le daba era asustar a los idiotas que le traían comida. Había notado que el hombre que proclamaba ser su padrino no había regresado de nuevo. Tampoco  la pelirroja, pero Lupin todavía no lo estaba metiendo en su grueso cráneo. Sus palabras le molestaron, sin embargo, lo que dijo; Lupin se estremecía cada vez que hablaba. Él había hecho su misión hacer que todos ellos temieran entrar.

Él no quería estar aquí, y lo estaban forzando. Los idiotas en realidad esperaban que él saltara hacia arriba y abajo con alegría al ser llevado a Hogwarts. Le habían dejado cinco libros para que los leyera; Uno fue salpicado con la sangre de Lupin. Intentaron usar una varita mágica como incentivo para que leyera esos libros de magia. Eran extremadamente lentos; no iba a hacer nada que quisieran, y no le importaba Voldemort o que lo mataran. De hecho, probablemente solo lo dejaría hacerlo, solo para cortarse la nariz y molestarle la cara. Solo quería ir a casa, a su mundo. Preferiría estar en la calle que quedarse atrapado aquí; demonios, se sentía más seguro allí afuera que aquí.

Habían tratado de empujar sus expectativas hacia él, sin preocuparse de cómo se sentía realmente. No solo eso, sino que Harry no había dejado de notar que nunca habían preguntado ni una sola vez sobre él. Bueno, aparte de donde había estado, que aún se negaba a responder. De hecho, se negó a responder cualquiera de sus preguntas. ¡Maldita sea, quería salir de aquí! Sin embargo, una cosa era que se estaba acostumbrando a su rutina. Hoy fue el turno de la mujer de cabello rosado de traerle el desayuno. Era arrogante, pero siempre cayendo sobre sus propios pies, extremadamente torpe. Si intentaba algo, probablemente sería ella a quien debería probárselo.
 Raramente venían a verlo, aparte de traerle comida. A veces Dumbledore bajaba, pero siempre repetía las mismas palabras. Era como si estuviera en piloto automático, incapaz de decir nada más. Siempre eran las mismas preguntas tontas: dónde había estado, si había estado con alguien del mundo mágico, ¿conocía algo de magia? Entonces, por supuesto, continuaría sobre lo malvado que era Voldemort y cómo debía ser detenido. Cómo él, Harry, tenía que aprender magia para protegerse, y comportarse de esta manera no era apropiado para un héroe. Harry se estremeció al recordarlo; No era un héroe.

Mirando la hora, se dio cuenta con un sobresalto que ella estaría aquí en unos segundos. Saliendo de la cama a toda prisa, agarró dos libros y los colocó en un lugar que no los cambiaría en la puerta, pero que haría que el Klutz de cabello rosado cayera. Necesitaría hacer algo más que hacer que se cayera ... ¿cuál había sido ese hechizo para noquearlo, que Dumbledore había pronunciado? ... ¿estúpido? Stupefly? ¡Dejar estupefacto! Eso es, esa es la palabra que Dumbledore había usado. Nunca había intentado algo como esto antes. Sabía que tenía magia, ese no era el problema; Él nunca había usado palabras para hacerlo.

Harry corrió al otro lado de la habitación, tenían que verlo antes de que entraran más en la habitación. Dumbledore debe haberse asegurado de decirles que no se le permitió salir. Se estaba desesperando; nunca antes se había quedado en el mismo lugar. Se sentía como si se estuviera volviendo loco, con todas las emociones en conflicto dentro de él. Por eso le gustaba que alguien lo cuidara, para quitarle la presión, así no tenía que preocuparse por nada. A menudo se preguntaba si su maestro anterior estaba en algún lugar del castillo o si estaba en algún lugar del mundo mágico. Había estado pensando mucho en él, atrapado aquí; no había mucho más que hacer.