La prueba que lo cambio todo. (Parte 3)

2K 246 83
                                    

La joven caminó en sentido contrario a todos aquellos estudiantes que se agolparon en los pasillos camino a la salida.
Avanzó por los pasillos entre los estudiantes que iban contrarios a ella.
Subió las escaleras piso por piso y atravesó pasillo tras pasillo hasta que llegó a una oficina con ventanilla cristalina...

------Disculpe...-----Llamó la joven a una mujer de edad avanzada detrás de la ventanilla. ------El señor Taisho Sesshomaru tiene una oficina en este plantel?

------Hummmm... Si. Así es. -----Respondía la mujer. -----Es en el último piso, tercera puerta del lado izquierdo. Pero no recibe alumnos.

------Gracias. -----Dijo Rin alejándose de la oficina para dirigirse a subir las escaleras haciendo caso omiso a los llamados de la secretaria, quien parecía suplicarle no subir.

Llegó al último piso, tal como la mujer le había indicado, camino por él silenciosos y vacío pasillo, sin despegar la mirada de la puerta que era su objetivo...


El hombre peliblanco estaba sentado detrás de su escritorio, revisando un par de cosas en su computadora portátil cuando de repente, un par de golpes llamaron a su puerta...
Frunció el ceño con enojo, no había autorizado ninguna visita...y ciertamente se había asegurado de no ser molestado; había desconectado la bocina con la cual recibía notificaciones de visitantes desde la recepción del instituto y había cerrado la puerta con cerrojo. Odiaba ser molestado de forma tan deliberada.
No respondió y sigue haciendo su trabajo, suponiendo que quien fuera el intruso, se iría al pensar que no estaba, pero entonces, más golpes se hicieron rentar, haciéndolo soltar un gruñido de molestia.
Sabía que quien estaba llamando a su puerta no era su padre, ya que los golpes en sí eran sigilosos y no insistentes y fuertes. Quien lo estaba molestando?!

Permaneció en silencio por un momento, mirando la puerta cerrada y justo cuando pensaba que el inoportuno visitante se habría ido, otro par de golpes se escucharon.

Suspiró con enfado y se levantó dispuesto a romperle el rostro a quien encontrará tras la puerta, especialmente si se trataba de su padre o del hijo bastardo de éste.
Quitó el cerrojo y abrió la puerta de golpe, sin poder ver nada más que la pared de en frente al inicio...

------Disculpe, profesor Taisho...------Se excusó una dulce voz femenina que llamó su atención y lo hizo ver a la joven castaña que estaba frente a él, pero cuya altura era bastante menor, llegando a penas a su medio pecho...------Necesito hablar con usted iperativamente.

El joven hombre no daba cabida a lo que veía y escuchaba; reconocía el rostro de la joven perfectamente, era su estudiante, pero más aún, era la joven que conocía desde niña y cuya mera presencia le perturbaba de una manera inexplicable.
Se sentía extraño ahora. La ira que había corrido por sus venas hace unos segundos se había extinguido de repente, como agua helada cayendo en una fogata y sus ojos no podían apartarse de los orbes pardos de la chica frente a él.
Las mismas sensaciones que había tenido al haberse encontrado con esa misma joven en la galería el día anterior comenzaron a carcomerlo; la inexplicable sensación de tranquilidad apareció en su pecho y casi sintió nauseas al sentirse dichoso...dichoso de tenerla en frente otra vez, como si algo dentro de él disfrutará tremendamente de su imagen, de su presencia; obligando a sus sentidos a capturarla por completo, llenando su nariz con su dulce aroma, aroma a vainilla y a melón, y deleitando sus ojos con su brillante mirada mientras algo en su boca le hacía doler las cienes, haciéndolo salivar tremendamente y llenando sus manos de un hormigueo extraño...
Por qué carajos se sentía de esa forma?!

Ella por otro lado, Parecía completamente decidida e inmutable. Parecía no tenerle miedo en lo absoluto y ciertamente, así era.
Aún para ella era extraño sentirse así.
Sabía que seguramente había molestado al hombre, sabía que no debía estar ahí, pero por algún motivo y aún teniéndolo en frente tan grande, imponente y atemorizante, no sentía miedo ni dudas, por el contrario, por algún motivo que ella misma desconocía, se sentía segura, se sentía inmune. Como si supiera a ciencia cierta que él era incapaz de hacerle daño de alguna manera aún si era con una amonestación severa. Ella no le temía y además de todo, sentía como si lo conociera perfectamente. Como si supiera el significado de cada gesto y cada movimiento y ciertamente, en ese momento, no encontró rastro de enojo en su mirada ámbar. Estaba tranquilo. Demasiado tranquilo... Por qué?

Teach Love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora