Capítulo 22. Un motivo.

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Al día siguiente, Rin marchó a la escuela, completamente decidida a lo que viniera.
Jessie le entregó sus pertenencias y desde luego que las preguntas no se hicieron esperar con sus amigos.
La castaña no vio opción y les contó todo a Kohaku, Shippo y Jessie.
Los tres parecían en verdad sorprendidos pues, al igual que muchos, opinaban que ciertamente el temperamento del Taisho no iba con el de ella. Aún así, le dieron su apoyo y prometieron guardar el secreto.

Así comenzaron los días más largos que Rin alguna vez pensó que tendría: iba a la escuela, pasaba a la oficina de Sesshomaru por libros, documentos o tomaba la computadora, volvía al hospital en donde su abuela la aguardaba con comida recién hecha que a veces ni se acordaba de tocar, conversaba un momento con su empleador, siempre tocando una canción nueva para el, mandaba mails desenfrenadamente, imprimía archivos en una pequeña imprenta en frente del hospital, después enviaba un sin fin de documentos y demás papeleo a distintos lugares con ayuda del señor Jaken, hacia sus tareas en la habitación donde yacía el Taisho y para cuando el sol había caído por completo, se despedía de él y volvía a la sala de estar...
Después de cinco días y cinco noches con la misma rutina, Rin en verdad empezaba a frustrarse. Quedaban dos días antes de que tuviera que firmar la responsiva...dos dias antes que tuviera que tomar una decisión que cambiaría todo para bien o para mal...
Llegada a ese punto, Rin jamás pensó que se sentiría de esa forma... Pensó que Sesshomaru en verdad despertaría antes de que ella debiera tomar una decisión y aún si no lo hacía, pensaba que la opción que tomaría sería fácil, pero ahora no estaba tan Segura...
No quería que el muriera. Definitivamente quería verlo despertar y saber que estaba bien... Pero, por otro lado, habían pasado cinco largos días y no había cambio alguno en su estado... Un pensamiento minúsculo comenzó a plantarse en su cabeza: y si él no quería despertar?
Posiblemente, el peliblanco estaba exausto. Posiblemente...pese a ser sumamente joven, sentiría que su vida ya no importaba más... Después de todo, que más daba?
Podrían encontrar un nuevo fiscal, el señor Inu no no siquiera se había parado a verlo en todo ese tiempo, solo la llamaba a Rin para pedirle cosas que Sesshomaru debía entregarle...Pero no parecía afectado por el hecho de que su primogénito podría realmente no volver nunca... Los únicos que visitaban al peliblanco eran su medio hermano, quien realmente nunca se atrevía a entrar a la habitación, el anciano Totosai, el viejo Myoga e incluso Misha Yamashita solía ir a verlo y saber cómo estaba Rin...
En todos los noticieros la gran tendencia era el estado del "Demonio blanco de Tokio" y la realidad era, que la mayoría de las personas se mostraban aliviadas de pensar que "un monstruo" como él no volvería a pisar el palacio de justicia.

El mundo entero parecía aguardar ansioso la muerte de Sesshomaru Taisho.
El mundo entero estaba rogando que se fuera y Rin, se ría su corazón hacerse pedazos al pensar que toda esa negatividad llegaba al moribundo hombre, quitándole fuerzas y dejándolo sin motivos... Encadenado a la vida solamente por un ventilador...
Tal vez debía dejarlo que se fuera... Tal vez debía dejar que el mundo entero viviera son el...tal vez solo así se darían cuenta de que no era un mal hombre... Tal vez, solo tal vez, solamente así, Sesshoamru tendría la verdadera oportunidad de ser realmente feliz... Conocería al fin lo que era el descanso, se tomaría el tiempo de sentir el viento fresco, de escuchar a las aves, regocijarse con el calor del sol... Tal vez eso le daría la oportunidad de una mejor vida, una en la que fuese amado, en lugar de sólo utilizado e instruido para ser grande, una en donde no todo le diera igual; en donde pudiera decidir si algo le gustaba realmente o no, en donde pudiese apreciar la música, la comida, el sueño...
Tal vez eso era lo justo...
Tal vez esa era la decisión correcta.

Rin lloraba y lloraba sentada en aquella silla de esa sala de espera... No podía más.
No sabía qué hacer...
Tenía que decidir, pero sabía que bien, ambas cosas podían romperle el corazón...
Si lo dejaba vivir conectado a esas máquinas, jamás volvería a estar en paz sabiendo que tal vez él solo estaba sufriendo, como un ave encerrada en una jaula y si lo dejaba ir... Si abría aquella jaula, las posibilidades de que el ave muriera de frío afuera al ser sacado cuando todo lo que quería era quedarse, eran aún considerables... Y aún de no ser así, aún si el ave volaba lejos, muy lejos, inmensamente agradecida... Rin sabía que una parte inmensa de ella se iría también... Tendría que vivir posiblemente el resto de su vida con el corazón hecho pedazos una vez más... Sabiendo que la vida, de nuevo le habría quitado algo más valioso que su propia vida... Que quedaría de ella entonces??

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