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-¿Emmanuel?

Emmanuel escuchaba que alguien le hablaba pero no quería despertar, sentía que si abría los ojos, volvería aquel día, después de aquel accidente donde Camila murió, para el ya no había vida.

-Hijo, por favor levántate, debes darte un baño y arreglarte... ya no eres el mismo. Tomas todos los días, peleas con personas que no conoces, yo no quiero más eso.

-Mamá – respondía a su madre con un leve susurro – No quiero despertar, déjame.

-¡Cállate, Emmanuel! Necesito que te levantes de esa cama y vuelvas hacer tu vida como antes, tú no moriste, murió ella. Todos te necesitamos.

-¡No entiendes! – levantándose y acercándose a la foto que tenía a su lado, aquella que aun guardaba, aquella que coloco a lado de su cama para que cada vez que abriera los ojos pudiera ver y recordara lo mal que se había portado con ella - ¡Me duele dentro del alma, madre! ¡Camila murió y usted quiere que vuelva hacer el de antes, yo soy el que debería de haberse muerto y no ella!

-No te responderé porque sé que lo que te pasa es que estas en una fase pero cuando todo vuelva a la normalidad vas hacer otro.

-Perdí a mi hijo, perdí a la mujer que amaba pero por una infidelidad mía, la perdí, ¿Dígame como salgo de esto? No puedo... - no dijo más ya que en ese momento volvían las lágrimas, aquellas que nunca lo dejaban después de tanto tiempo.

Yesenia se encontraba hablando por teléfono cuando por la puerta apareció Leonardo cargando bolsas, juguetes y ropa para los niños, pero también en especial para aquel bebé que después de la semana dela muerte de Camila él iba a visitar todos los días, sentía que era un pedacito de Camila, de aquel hijo que también perdió como a su amada.

-Hola Leonardo – lo saludo Yesenia mientras colgaba y colocaba el teléfono en su base - ¿Cómo estás?

-Bien, ya no me queda nada...

-Vaya, ¿y todas esas bolsas para quiénes son? – acercándose preguntaba Yesenia a Leonardo ya que lo había notado que en cualquier momento se iba a venir abajo de nuevo.

-Son para los niños, Camila los amaba y es mi deber seguir con su fundación y sus sueños.

-Eso es algo hermoso, yo sé que Camila desde donde este, está feliz porque sigues apoyando a los que ella amaba y dando todo de ti.

-Quisiera que ella estuviera aquí.

-Leonardo...

Ese momento fue interrumpido por aquella mujer, llamada Christina que era la sobra de Leonardo, lo trataba como si fuera su todo.

-Hola Yesenia, ¿Cómo estás?

-Bien, gracias.

-Me da gusto, ten Leo – le decía mientras le entregaba una bolsa – Se te olvido esta bolsa.

-Gracias Christina, espérame aquí y acompáñame Yesenia a saludar al campeón.

-Claro, vamos.

Christina le sonrió a Leonardo y Yesenia cuando salían por la puerta, mientras sacaba su laptop para investigar más sobre aquella fundación.



-¿Se encuentra bien doctor? – preguntaba Federico al ver como Santiago de había puesto pálido y a la vez recogía las pertenencias del doctor.

-Si... lo siento... yo debo.

-Tranquilo, pase para que Doña Josefa le dé un vaso con agua fresca y se le pase – alegre le decía mientras le entregaba sus pertenencias.

-Miren quien ya llego, el doctor.

-Buenas doctor, me da mucho gusto que ya se encuentre aquí con nosotros y pueda ayudar a mi Carmen.

-Hola, mi nombre es Carmen, mucho gusto – con una sonrisa le extendía su mano Carmen al doctor.

-Cami... Digo Carmen, mucho gusto, mi nombre es Santiago – agarrando su mano la saludo, no podía creer el que sostenía la mano de la mujer que todos pensaban que estaba muerta, Camila.

-Como puede ver necesito mucha ayuda – riéndose – Necesito saber quién soy y ayuda para mi bebé, gracias por estar aquí.

-Yo siempre estaré para ti, no lo dudes.

Ya no queda nada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora