Día 14

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Han pasado tres días desde que estoy aquí en la ciudad, ya no quiero seguir contándolos, es demasiado difícil para mí, ver cómo pasan sin mamá, mi padre finge estar bien, pero lo escuche ayer llorar en el estudio con su foto en la mano, ha dejado todo en orden, para poder viajar conmigo, espero que el campo ayude a sanarlo, camino a mi habitación y miro por la ventana, extraño ver millones de estrellas brillar en lo alto, aquí en la ciudad es imposible poder apreciarlas.
Estoy ansioso por llegar, el camino se me ha hecho largo, mi padre maneja poco convencido, solo quiero ver a Kagome, apenas está saliendo el sol cuando llegamos, el gallo canta ahí en mi ventana, sonrió feliz de estar aquí, salgo y justo llega la camioneta con esos tres hombres que me sonríen, antes serian insignificantes para mí, pero hoy son amigos, me dan un abrazo y mi padre sale del auto incómodo.
-papá ellos son Kyokotsu, Goyo y el capataz Ginkotsu-presento y veo darle la mano a cada uno.
-Señor Taisho-escucho la voz de la maestra Naomi al salir de la casa- que sorpresa.
-Señora Higurashi-responde mi padre tendiéndole la mano-espero no ser de nuevo una molestia, pero mi hijo y yo necesitamos un lugar-suspira cerrando los ojos.
-por supuesto, no se preocupe- contesta sonriendo-aquí pueden quedarse el tiempo necesario.
Me parece ver una ligera molestia en Ginkotsu, la idea de un sentimiento hacia ella ronda mi cabeza mientras entramos, pero enseguida Goyo me aparta.
-es bueno verte Inu, Kag ha estado de un humor-me confiesa-porque no subes por ella.
-si iré-le digo y subo las escaleras dejando a todos en la cocina.
Llego a su cuarto y toco la puerta, escucho su voz enojada, es grato estar de nuevo en este lugar, abro la puerta, ella me mira con sus ojos chocolates, me lanzo a abrazarla y beso sus labios con desesperación, carajo apenas tengo 17 años y esta emoción me llevan a una maldita erección incomoda que me obliga a apartarme, ocultándolo de ella tras la silla de rueda.
-pensé que nunca volvería a verte citadino-menciona sonriendo.
-será difícil que te deshagas de mi-le digo sonriendo y le obligo a mi miembro a calmarse.
-bajamos a desayunar-comenta de buen humor.
-bien-digo, salgo de mi escondite para cargarla y bajar con ella-Kagome has bajado de peso, te siento más ligera-exclamo.
-no, he comido-responde, pero evade mi mirada- estoy bien.
Mi padre me mira con ella en brazos, la maestra me sonríe complacida, mientras los tres hombres dejan la casa para ir a sus trabajos, me siento a su lado y comemos de lo rico.
-señora Higurashi no puedo quedarme sin pagar, sería injusto-escucho decir a mi padre.
-por dios señor Taisho créame ustedes son bien recibidos-responde sonriendo.
-entonces déjeme ayudarla, hacer algo por usted, dígame-expresa mi padre.
-bueno, déjeme pensarlo y le digo-respondió la maestra- cuando termine su desayuno lo llevare a su habitación para que se instale, Inuyasha sabe cuál es el suyo.
-puedo robarme a Kagome un rato-pregunto.
-claro, eres un invitado puedes disponer de tu tiempo como desees-me dijo.
-seguiré ayudando- le digo con sinceridad- me he adaptado bastante bien en ello, me gusta-confieso y mi padre sonríe.
Después de acomodar mis cosas, he salido con Kag, empujo la silla por la parte trasera de la granja, vamos a nuestro lugar favorito, la colina, la siento entre mis piernas, me estoy aprovechando de la situación, pero no interesa, a ella le agrada lo sé.
-tonto-me dice sonrojada- si Naomi nos ve así se me armara una.
-pensé que no te importaba lo que ella dijera- menciono.
-no pero tampoco deseo sermones- murmura.
-te extrañe Kag, no sabes lo difícil que fue todo esto, mi madre no era la mujer que imagine, estaba enferma, ojalá me hubiera dado cuenta, tal vez pude ayudarla.
-son adultos Inu, acaso crees que ella te habría escuchado-me dice mientras la rodeo con los brazos.
-no, pero…-suspiro y dejo caer mi cabeza en su hombro.
-a veces ellos se equivocan y olvidan de nosotros, sus hijos-su voz suena triste-pero estoy aquí sabes, cuentas conmigo.
-Kagome gracias, tú también, cuentas conmigo-me dice.
¿Dónde estaban mis amigos? Ninguno se comunicó conmigo, había estado rodeado de mucha gente, pero a la hora nadie fue capaz de venir y consolarme, ni un mensaje, ni una palabra, de nada importo mi popularidad en la escuela, a nadie le intereso mi sufrir, pero Kag era diferente, me veía a mí, podía ser libre, podía ser Inuyasha, sin máscaras, sin marcas, sin mentiras, sonreí mirando las nubes volar en lo alto del cielo.
-creo que estoy enamorado-murmure posando la mirada en ella.
Su piel adquirió un tono rojo, sus labios se curvaron en una sonrisa, me incline y capture sus labios, amaba sentir su aliento, su sabor, la lengua entraba y jugaba con su interior, mi cuerpo parecía despertar y su risa traviesa me hicieron apartarme muy avergonzado, me había provocado otra erección.
Continuara…

Diario de un joven enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora