13

279 30 1
                                    

Tanto la toalla como el celular cayeron al suelo, porque las temblorosas manos de Tao no pudieron sostenerlos por más tiempo.
Su corazón palpitaba con demasiada rapidez y sus piernas parecían estar clavadas al suelo.

Tomando toda la fuerza que pudo, se obligó a moverse, porque a pesar del miedo, aún podía pensar con claridad y era completamente consciente de que si no se movía, si no lograba ocultarse terminaría muerto y en manos de Zhoumi, o bueno, su cadáver.

Salió corriendo de la habitación lo más rápido que sus piernas le permitían, si lograba salir de la mansión podía ir y esconderse entre los árboles y arbustos por lo menos hasta que amaneciera.

Pero sus planes se vieron malditamente interrumpidos cuando llegó a las escaleras, se detuvo en seco cuando miró que Kris iba subiendo, éste al verlo sonrió como el maldito que es.

Se quedó como piedra, mirándolo acercarse lentamente, como si se estuviera burlando de él.

— Hubiera saltado por la ventana —aseguró ya que el mayor estubo a un escalón de él.

— Tu muerte hubiera sido menos dolorosa —respondió con burla, terminando de subir, sus cuerpos quedando demasiado cerca, Kris se inclinó un poco, hasta quedar a la altura de los labios del menor— Y sería menos divertido.

Tao sólo pudo atinar a bajar la mirada cohibido, lo cuál sólo provocó que su miedo creciera, porque el mayor traía un arma en sus manos y movía sus dedos como si estuviese ansioso por usarla.

— Kris... yo no tengo la culpa de lo que Zhoumi te haya hecho —habló levantando sus manos y poniéndolas sobre el pecho contrario, empujando un poco para tratar de alejarlo.

— Pero sé que eres importante para él, o por lo menos es lo que tú sigues diciendo. —Lo tomó por la mandíbula con fuerza y lo obligó a mirarlo— Y esa mercancía era importante para mi.

— No te lo dejaré tan fácil —murmuró retándolo con la mirada.

Los segundos de confusión del mayor fueron suficientes para que Tao hiciera su plan. El cual no estaba seguro de que fuera a funcionar, pero nada perdía con intentarlo.

Suspiró antes de, con fuerza, patear la mano de Kris, provocando que soltara el arma, lo rodeó y comenzó a correr.

Kris logró tomar su camiseta, pero Tao no estaba dispuesto a rendirse, la tensión que pusieron sobre la tela fue tanta que ésta terminó por romperse, el menor salió impulsado hacia adelante, pero logró mantenerse de pie y seguir corriendo.

Daba vueltas, abría y cerraba puertas sin saber siquiera a donde se dirigía, tampoco podía detenerse a ver las habitaciones, porque Kris venía detrás de él, malditamente cerca,podía escuchar sus furiosos pasos.

Todo hasta que estos simplemente cesaron, Tao procurando no caerse ni chocar con algo dio una rápida mirada hacia atrás, deteniéndose al notar que ya no era perseguido.

Trató de regular su respiración mientras miraba la enorme habitación en la que había entrado: un gimnasio, uno enorme, con tantas máquinas.

Se quedó ahí parado, de frente a la puerta por donde había entrado e inspeccionando todo con interés. Tan distraído estaba que no logró escuchar cuando la puerta tras él fue abierta, unos enormes brazos lo sacaron de su trance y lo levantaron.

Gritó con fuerza y comenzó a patalear tratando de que lo soltara, porque sabía de quién se trataba y sabía lo que seguía.

Iba a matarlo.

— Estás mal si piensas que lograrás escapar de mi en mi propia casa —le susurró al oído, apretándolo para que se quedara quieto— Ésta casa es un maldito laberinto que yo conozco a la perfección.

Cruel (KrisTao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora