𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕮𝖎𝖓𝖈𝖔

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La puerta de mi camarote se abre sin previo aviso dando paso a mi primer oficial que se para frente a mi escritorio, lugar donde estoy sentado. No levanto la mirada para atenderlo pero eso no lo detiene —¿Qué harás con ella Kazuto?— dice sin rodeos —No puedes seguir reteniendola, no está bien—

Eugeo me hace esa pregunta cada vez que puede.
Cuando dice ella se refiere a Asuna, la chica a la que salvé y que además mantengo con vida y como cada vez que pregunta, mi respuesta es siempre la misma. —aún no lo he decidido.—

Lo escucho suspirar —sigo sin entender porque la salvaste —

Levanto la mirada de los papeles que estaba revisando y lo observo con atención —¿Estás cuestionando mis decisiones?—

—No, claro que no, más bien la falta de ellas—

—¿Disculpa?— Eugeo además de ser mi primer oficial es mi mejor amigo y el único que puede hablarme de esa manera, pero en ocasiones como ahora, su actitud me molesta y hoy no estoy precisamente de buen humor.

—Ni siquiera eres amable con ella— continua sin notar mi estado de ánimo —no entiendo cual es tu plan o si tienes uno, ¿por qué retenerla con nosotros?—

Paso mi mano sobre mi rostro —ese es mi asunto Eugeo y sólo me concierne a mi, tu solo encargate de lo que te pido, nada más — mi voz suena plana y sin ninguna emoción detrás porque es exactamente asi como me siento.

Él mueve su cabeza en negación —olvídalo, haz lo que quieras— suspira —de todas formas, lo que venía a decirte es que debemos ir a tierra firme pronto, las provisiones se nos están acabando, ya casi no tenemos agua y la comida se nos terminará pronto y te recuerdo que ahora tenemos a Asuna a bordo lo que hace indispensable que vayamos a tierra para conseguir víveres—

Me reclino sobre la silla y lo observo con atención —¿Por qué te preocupas tanto por ella? ¿Acaso te enamoraste?—

Se encoge de hombros —es una chica agradable, hermosa, inteligente. Sería fácil amarla—

Elevo una ceja —¿Eso es un sí?—

Ladea su cabeza —¿Eso te molestaría?—

—¡Por supuesto!— su rostro pierde todo su color. —pero no por lo que estás pensando— agrego antes que se desmaye —tú sabes bien que es imposible, además ella no es como nosotros, sería condenarla—

—Exacto— murmura recomponiendose —tal vez deberías dejarla ir, no es justo hacerla pasar por lo que nosotros debemos hacer. Ella no podrá hacerlo, su corazón es puro, no debes mancharla con nuestro trabajo, no es justo—

Mis manos se cierran en puños apretados —eso ya lo se.
Muy bien tu ganas, se hará como dices, iremos a tierra firme y... la dejaremos ir, ¿Eso suena bien para ti?—

Asiente —eso seria lo mejor— pero la falta de convicción en su rostro desmiente sus palabras, él no quiere que se vaya y la verdad es que yo tampoco, la encuentro divertida, seria una pena no poder hacerla enojar nunca más, pero si la creencia en que la dejaré ir lo hará dormir tranquilo, que así sea.

—Bien, me alegra que estemos en la misma página, en ese caso te dejo para que sigas con tus asuntos—

Asiento y Eugeo se da la vuelta y comienza a alejarse pero antes de abandonar mis alojamientos se detiene en el umbral de la puerta —la respuesta es no por cierto— dice sin voltearse —no estoy enamorando de ella, pero... No significa que no pueda pasar— Luego sale de mi camarote y me deja aturdido.

Lo que dijo no debería molestarme, no debería sentir nada, pero lo hago y odio que me moleste. No puedo dejar que esto se me salga de las manos.
Pero admito que en algo si tiene razón, Asuna no debe estar aquí, su lugar no está en este barco. 
Cuando nos encontremos con otro barco algo que tarde o temprano va pasar y tengamos que atacarlo, ella no podrá hacer lo que nosotros y tampoco espero que lo haga. No es parte de la tripulación.
Ella no merece una vida como la nuestra, nadie la merece.
Ella tiene que irse, pero la sola idea de dejarla ir me hace sentir... Extraño.
Paso mis manos por mi cabello, mis dedos tiran de las hebras hasta que duele. Necesito pensar, tengo que tomar una decisión definitiva. 
Dejo lo que estaba haciendo y 
salgo de mis alojamientos necesitando un respiro de todo esto, pero lo primero que veo al solo poner un pie fuera de mi camarote, es a Asuna y Eugeo conversar, ella le sonríe como si fuera el chico más genial del mundo y a él le encanta.
y ahí está de nuevo esa sensación de enojo.

The Curse Of The Sea Queen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora