𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕼𝖚𝖎𝖓𝖈𝖊

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Siento el momento exacto en el que llegamos a tierra otra vez. Durante el tiempo que nos 
tomó llegar aquí he estado en mi camarote. Eugeo intentó hablar conmigo pero yo no quise 
verlo, no estaba lista para hablar. El capitán no me buscó haciendo que el dolor en mi 
corazón sea mayor. Alice intentó hacerme sentir mejor, me dijo que a pesar de su reacción 
cuando Quinella besó a Eugeo, no me tomara las cosas que vi de la manera equivocada, que Kazuto sólo hizo lo que tenía que hacer. Y la cuestión es que ya sé eso y por eso es que estoy haciendo esto, pero aunque lo sepa, ese conocimiento no lo hace más fácil.

Cuando el barco se queda en silencio es mi señal para salir ya que supongo que todos se han ido a tierra, todos menos el capitán claro ya que él no puede abandonar el barco.

Todo está a oscuras, es de noche y solo la luna y unas cuantas antorchas son lo que tengo para guiar mi camino fuera del barco.

Camino por la tabla en silencio para salir del barco, solo el sonido de mis pasos se escucha mientras camino y llego a la playa. Un movimiento a mi derecha me alerta de la presencia de alguien más, giro mi rostro y lo veo. Apoyado contra una palmera está Kazuto, con los brazos cruzados, silencioso como una sombra. Su mirada me sigue hasta que me detengo frente a él.

—Como que esperaba que te arrepintieras— Dice con voz suave.

Mis ojos trazan los contornos de su rostro que he llegado a conocer tan bien en las últimas semanas, desde sus cejas negras casi rectas sobre sus ojos tan oscuros y profundos hasta 
sus labios suaves que he podido probar en pequeñas ocasiones.

—No suelo arrepentirme de mis decisiones— murmuro.

Él aprieta sus labios mientras se acerca a mí e inhalaba profundamente.
—entiendo. Si te vas ahora, no pensaré menos y no pediré más de ti y todavía haré todo lo que pueda para protegerte de lo que se avecina, después de todo la sirena con la que hablaste seguirá buscándote al no tener noticias, pero no te encontrará, te lo prometo. —

Ruedo mis ojos —eres un tonto si crees que me voy—

Su voz se congela, parpadea una, dos, tres veces antes de balbucear —p-pero... dijiste que querías ir a tierra, yo creí que... estoy confundido—

Suspiro —ella... la Reina dijo que no podía seguirte si estabas en tierra y que no sabía lo que hacías cuando no estabas en el mar, así que pensé que aquí es el mejor lugar en el que podemos hablar de verdad y hacer un plan para terminar con todo esto—

—¿Entonces no quieres irte?— la incredulidad es casi palpable en él que me hace sonreír.
—Te dije que no suelo retractarme de una decisión, dije que te ayudaría a romper la maldición y eso haré. Soy consciente de que estás limitado por lo que puedes y no puedes sentir pero sea como sea, es lo que eres y lo acepto, estoy aquí porque quiero estar aquí, a pesar de todo, solo espero que esta vez seas razonable si realmente quieres ser libre —

—Un momento, s-solo para estar seguros ¿No te irás?—

Niego despacio e inmediatamente después sus brazos me rodean y me atraen a su pecho, lo siento temblar y escucho el acelerado palpitar de su corazón.

—Lo siento, lo siento por gritarte, por enloquecer antes de pensar en las posibilidades, lo siento por todo —

Le devuelvo el abrazo. —está bien, sólo hay que empezar de nuevo ¿De acuerdo?—

Se separa de mí, asiente y sonríe triste —pero... sobre lo que pasó antes, lo que viste... Quinella, ella...

—Alto— lo interrumpo —no tienes que explicar nada—

The Curse Of The Sea Queen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora