𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖘

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Todo mi cuerpo duele, tengo hambre, sed, frío debido a mi vestido que está húmedo después de lo que ocurrió y estoy aterrada. Han pasado varias horas desde que desperté pero nadie ha venido a verme así que supongo que me dejarán morir aquí, encerrada y sola. 

Me abrazo a mi misma tratando de conseguir calor mientras me pregunto cuánto tiempo me tomará finalmente cerrar mis ojos y no despertar jamás. 

El tiempo transcurre en silencio hasta que el sonido de pasos alerta mis sentidos. Lo primero que pienso es que el capitán ha venido a terminar lo que no pudo durante la batalla, va a matarme ahora que no hay nada que pueda hacer para defenderme. Por instinto, toco mi cabello para cerciorarme que mi broche sigue ahí, suspiro aliviada cuando me doy cuenta que así es; no es una gran arma pero es mejor que nada. Pero cuando el rostro vagamente familiar de una chica aparece en mi línea de visión me permito respirar, tal vez aún no todo está perdido. 

Ella me observa con una sonrisa de superioridad y de nuevo mi esperanza se agota. 
—¿Tienes sed? — pregunta. 

Asiento sin atreverme a hablar. Ella me muestra un vaso pequeño y rústico, lo extiende hacia mi metiéndolo entre los barrotes de la celda. 
Me levanto e intento tomarlo pero cuando extiendo mi mano ella aleja la suya —¡Oops! Mi error— dice, mientras le da vuelta al vaso y lo vacía hasta la última gota. El agua cae al suelo como si se burlara de mi. 
—Muérete de sed— agrega, y es ahí cuando la reconozco, es la misma chica a la que ataqué antes en el barco, se está vengando de mi. 
Quiero gritarle pero me contengo no quiero darle la satisfacción de saber que logró su objetivo. 

—Alice — dice una voz a su espalda en forma de reprimenda —no debes estar aquí, regresa a cubierta y no diré nada de esto— la chica vuelve sus manos en puños, observa un punto en la oscuridad y luego se va sin decir nada más lo que me pone nerviosa. 

—Disculpala— De las sombras, la silueta del dueño de la voz se deja ver — es rencorosa, ya se le pasará— dice un chico apuesto de cabello rubio y mirada curiosa, se acerca a mi celda y me observa de pies a cabeza. —Me alegro que despertaras— Dice — llegué a pensar que no lo lograrías pero aquí estás, de pie y… Viva —

También me pregunto porque sigo con vida. 

—Que… Como… 
Intento hablar pero mi garganta está seca y me cuesta pronunciar las palabras, además que no se por donde comenzar, pero él tampoco me permite decir nada. 

—Primero— dice interrumpiéndome — ¿Cuál es tu nombre? —

¿Es este chico el capitán? No, estoy segura de que no es él, el capitán era…. Diferente. 

—¿Y bien?— pregunta impaciente. 

—A…Asuna— digo con voz rasposa por la sed. 

Él sonríe —lindo nombre para una linda chica—

Me quedo muda y confundida a lo que él ríe — y dime— continua — ¿Había alguien importante para ti en el barco en el que estabas?— 

—¿Alguien importante?—

—Si, amigos, familia, ¿Alguien que lamentar?— 

Pienso en Sugou y automáticamente se la respuesta  —no, no en realidad—

—Genial, en ese caso te sacaré de aquí y confío en que no gritaras y no intentarás atacarme para escapar, lo cual te advierto que no funcionará estamos en medio del océano después de todo, ¿A dónde podrías ir? —

Tiene razón, además no tengo la fuerza para intentar algo — e..esta, bien? Supongo—

Cada vez estoy más confundida, no es que me queje, estoy feliz de que vaya a sacarme de aquí además está siendo amable, pero no era lo que esperaba que pasaría estando en el barco más temido del océano. 

The Curse Of The Sea Queen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora