El lugar donde atracamos está de fiesta, un carnaval o algo parecido. Las calles están llenas de personas por todos lados, hay música, baile, luces y diversión por todos las esquinas.
Recorro la plaza de la ciudad, las calles y posadas, los puestos de ventas en el mercado y observo todo lo que este lugar puede ofrecerme.
Lo admito, si extrañaba un poco el ambiente de tierra firme, estar siempre rodeados por el océano es algo agobiante pero tampoco me siento aliviada o alegre por ser libre de irme sino todo lo contrario. La verdad estoy algo aburrida.Me siento en una banca en la plaza y veo la noche caer y llenar todo con la luz de la luna. Medito en todo lo que el capitán me dijo, repaso una y otra vez cada una de sus palabras.
Me dejó libre, ya no soy su prisionera y no pasará nada si no regreso con él, puedo iniciar de cero, crear mi propia vida aquí, tener una familia y olvidar que lo conocí. Llevar una vida normal como cualquier otra persona.
Estar con él no es una buena opción, él nunca podrá amarme, no mientras siga estando preso de esa maldición y a las órdenes de la sirena. Maldición de la que no sé casi nada, sólo que evita que la tripulación y el capitán mueran y que Kazuto no sienta ninguna clase de amor, pero nada sobre cómo romperla o si hay una tan sola oportunidad de hacerlo, pero aun así... yo no puedo simplemente dejar de sentir lo que siento por él, no es como si sólo se tratara de desear no amarlo más y listo, el sentimiento se evapora al instante, no es algo tan fácil, y la verdad es que a pesar de todo, tampoco quiero hacerlo, no quiero olvidar lo que he vivido con la tripulación fantasma. No quiero olvidar lo que siento por el capitán. y la realización me golpea. A pesar de todo, no quiero dejar de amarlo.
Mis labios se curvan hacia arriba en una sonrisa que no soy capaz de contener.Creo que eso es todo, ya tengo mi respuesta.
Me levanto y respiro profundo. Observo a mi alrededor una vez más y camino de vuelta a la playa no teniendo ninguna duda sobre lo que voy hacer, mi decisión está tomada.
Río mientras mis pasos se vuelven más rápidos hasta que estoy corriendo. La luna ilumina mi camino y cuando por fin llego a la playa me detengo.Mi corazón late fuerte dentro de mi pecho ante la vista del barco. Sin las velas parece otro barco más, abandonado en la playa y no el temible barco del cual cuentan historias. Pero lo más importante es que sigue aquí, Kazuto cumplió su palabra y esperó.
Camino el resto de la distancia que me separa del barco y cuando subo la tabla y pongo un pie dentro de la cubierta noto que no hay nadie, la tripulación aún no regresa de hacer sus tareas asignadas, pero se que el capitán si se encuentra aquí ya que aunque él no me lo ha confirmado puedo adivinar que no puede alejarse mucho del barco, algo se lo impide, es por eso que nunca lo abandona, supongo que también es parte de la maldición.
Camino despacio tratando de controlar mi corazón. Llego hasta la puerta del camarote del capitán y sonrío con anticipación. Sin perder más tiempo, abro la puerta.
El capitán está acostado sobre la cama. Cuando sus ojos me ven ahí frente a él se pone de pie rápidamente y me observa sorprendido ¿Acaso pensó que no volvería?
—Tomé mi decisión— murmuro, él me observa en silencio sin parpadear.
Sonrío —me quedo, contigo—Esperaba algo de resistencia de su parte, quizás que pelee un poco para intentar convencerme de cambiar de opinión pero su reacción es totalmente diferente. Su respiración se vuelve superficial y sus ojos brillan, de un momento a otro lo tengo caminando rápidamente hacia mí. Sus manos van a mi cadera y me atrae hasta sus labios.
Me besa con desesperación. Sus manos se deslizan abajo hacia mi espalda, sobre mis caderas y muslos dejando un rastro de fuego. Ésta definitivamente no era la reacción que esperaba pero esto está mucho mejor.
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The Curse Of The Sea Queen.
FantasyLa leyenda dice que el capitán del barco fue una vez un Príncipe que fue engañado por una sirena. Ella le prometió amor eterno a cambio de que él la liberará de su reina, una sirena antigua muy poderosa. El Príncipe creyó en su palabra y fue por la...