Laila: Descubriendo El Universo

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Estoy en lo alto de la escalera del castillo con Liora a mi lado. Kenan está al final de la escalera hablando con Seth más calmados que ayer, la mujer con cuernos no para de mírame de mala manera.

—Esa mujer no me gusta, Laila —comenta Liora sujetándome del brazo.

—No te preocupes, no te hará nada —digo abrazándola.

— ¿Y a ti? —pregunta Liora.

 Esa es una buena pregunta, pero cuando me desperté esta mañana y fui a comer con Liora vi cómo quedó el jardín, una parte destrozada por haber lanzado a la mujer. Liora se asustó, pero de inmediato la callé y arreglé el jardín lo más rápido posible antes que Kenan lo viera. Cuando llegamos al comedor, Seth y la mujer, que por cierto tenía un enorme golpe en su ojo izquierdo que casi llega a su oreja. Ella me mira y agarra el cuchillo que está en la mesa, pero Seth la detiene.

—No —se limitó a decir con una mirada fría y cortante.

 En ese momento entra Kenan con su típica toga y su barba cuidada.

—Espero que hayan podido descansar...

 Se detiene y le ve el golpe a la mujer y le pregunta que, si quería que se lo curara, pero ella se negó. Liora y yo nos sentamos y comemos otra vez en silencio, sin preguntas, sin respuestas sólo dos niñas y tres adultos comiendo lo más incómodos posible.

 Después de la comida Liora y yo nos vamos a nuestra habitación a recoger mis cosas.

—No te vayas por favor —suplica Liora colocándose al frente de mí obstaculizándome la vista de Kenan y Seth—. Quédate conmigo por favor, podemos aprender juntas.

—Siempre podrás contar conmigo pese a la distancia —le tranquilizo de manera dulce.

 Kenan me llama, eso significa que me tengo que ir, abrazo a Liora fuerte y le susurro que siempre estaremos conectadas. Bajo dudosa las escaleras viendo en intervalos a Seth y a Kenan, ambos están inexpresivos e incómodos al estar tanto tiempo junto al otro. Llego al final de la escalera que siempre me pareció larga e interminable, creo que esta vez pareció que estuviera bajando una montaña en la cual no quieres termine, porque tienes miedo de lo que hay allí abajo.

 Por mucho tiempo nunca había sentido lo que era el miedo, pero no del viaje que iba a recorrer o lo que me iba a encontrar allí, siento miedo de las personas con las que voy a hacer el viaje.

—Prometes que la cuidarás —ordena Kenan sujetándome de los hombros.

—Siempre me haces esa pregunta —exclama Seth cansado del mismo tema.

—La cual nunca contestas —replica molesto.

—Porque es absurdo discutir algo que a mi parecer ya quedó bastante claro —me mira de manera distante—. Y si me disculpas, ya me tengo que ir.

 Seth se va a su caballo color negro como la noche. Kenan lo mira enojado, y se arrodilla ante mí.

—Sabes lo que tienes que hacer ¿verdad? mi niña —me dice adentro de mi mente—. Tienes que ser la voz de la razón y la compasión de Seth, si quieres ser reina.

 Kenan se levanta y me da un abrazo.

—Cuídate mucho —dice fuera de mi mente.

 Asiento y me dirijo hacia Seth que me sujeta por la cintura para montarme en su caballo. Desde aquí puedo ver a Liora adentrándose al castillo. La mujer que se llama Irami, también monta su caballo. Seth intercambia algunas palabras con Irami y luego se dirige hacia su caballo que es el que estoy montada para subirse también, el caballo gira su cabeza ligeramente, Seth lo acaricia pasando su mano delante de mí. Este agarra las correas del animal haciendo un leve movimiento de muñeca, el caballo sale desbocado, intento aferrarme de cualquier cosa, pero no encuentro nada. Seth acomoda sus brazos alrededor de mí para que no me caiga y sujetar mejor las correas.

 El viento sopla en mi cara, sacudiendo mi pelo y sacándome una sonrisa de oreja a oreja. El espacio se ve de manera increíble, pasando de lo claro del día a pasar a los matices del cielo nocturno; nos adentramos en por portal en portal para aligerar el tiempo de la ruta que Seth no me ha querido decir y tampoco responde a las preguntas que le hago, lo único que recibo son gruñidos y miradas agrias de él.

 Después de dos días cabalgando sin parar, nos detenemos en un bosque completamente oscuro que ni siquiera la luz de las estrellas iluminan nuestros rostros. Seth es el primero en bajarse del caballo seguido de Irami. Me sujeta de la cintura y me baja de manera tosca. Irami se acerca a mí con su característica lanza dispuesta a hacerme daño.

—Detente ya Irami —la frena Seth colocándose al frente de mí.

—Me lanzo contra un árbol —exclama furiosa Irami que al parecer no le gustó nada que la hubiese lanzado.

—Al parecer tú y yo tenemos que hablar —le dice a Irami y se voltea hacia a mí y me sujeta de manera brusca y dolorosa del brazo—. Te vas a quedar aquí con los caballos sin moverte y ni hablar, me entendiste criatura infernal.

 Asiento y me suelta, agarra a Irami y se la lleva a un lugar apartado sin que pueda escucharlos. Miro a la yegua de Seth que intento tocar por el cuello, pero se aleja y va con el caballo de Irami a tomar agua del río que no está muy lejos de nosotros, también voy hacia allá para tomar agua y lavarme. Cuando llego al río los caballos me miran iguales como sus jinetes fríos y malhumorados, agarro la tierra húmeda y con mis manos las endurezco para hacer un recipiente lo suficientemente hondo para tomar agua. No sabe mal, todo lo contrario, está deliciosa. Hundo otra vez el recipiente, pero esta vez es para lavarme el rostro lo tengo sucio y aporreado por el viaje. Al parecer, cuando vas a una rapidez mayor a la que estás acostumbrada te deja una sensación de ardor en el rostro, y también porque para llegar a este lado del universo, hay charcos de ácido que es mejor evitar.

 Seth e Irami aparecen otra vez. Seth le dice unas palabras y le quita a Irami su lanza y desaparece en la oscuridad. Irami se dirige a su caballo y saca varias sábanas del estuche que tiene el animal, la yegua de Seth intenta acariciarla, pero ella no se deja y se regresa a donde habíamos llegado, me acerco para ayudarla con las sábanas.

—Aléjate de mí pedazo de mierda —me dice Irami con odio. Respiro hondo y pienso mejor mis palabras.

—Perdóname por haberte lanzado contra el árbol, no era mi intensión lastimarte —le confieso sincera. Ella me mira con su característica cara de odio y se enfoca en su tarea, aunque no sé qué sea—. Si quieres puedo ayudarte.

 Ella mira cansada al cielo lamentándose de por qué no se fue con sus compañeros.

—No necesito tu ayuda mocosa —se aleja para ir al árbol más cercano y se queda mirándolo por un corto tiempo porque se voltea y se dirige hacia mí.

—Si pudiste lanzarme por los aires, no sé cómo, pero tal vez puedas clavar esta estaca—la sostiene con su mano derecha— y está manta —su mano izquierda— en ese árbol para protegernos de la lluvia que probablemente pueda caer dentro de un rato.

 La miro pensativa y tal vez pueda hacer un trato.

—Lo haré —exclamo agarrando las cosas de sus manos—, pero si me perdonas.

 Ella me mira horrorizada y me dice:

—Vete a la mierda —se cruza de brazos.

—Entonces nos mojaremos —digo tranquila. Ella alza una ceja esperando lo que consiste el trato—. Te ayudo no sólo con clavar la estaca en el árbol sino con todo lo demás, si —hago una pausa corta para darle suspenso— me perdonas.

 Irami se queda pensando en lo que le digo. Y con una expresión cansada dice que sí. Me dirijo hacia el árbol, miro la altura que Irami me indicó lo cual no es muy alto y saco mis alas de mi espalda; no necesito voltearme para darme cuenta que está sorprendida.

 Para cuando llega Seth con lo que sea que traiga en sus hombros, que resulta ser un animal muerto para la cena, ya el campamento está listo. Miro a Irami y ella se le ilumina el rostro. Seth deja en el suelo al animal y lo empieza a cortar por partes para la cena y para mañana. Seth quedó sorprendido por el hecho que habíamos terminado en tan poco tiempo el campamento. Pero lo sorprendió aún más que tuviese alas por lo cual le interesó que otros poderes poseía. Para al final de la cena, él me dejó dormir en lo que era una manta de piel muy cómoda junto a él.

Los Dos Reinos [I Libro De La Saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora