Laila: No Te Perderé

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Al llegar al castillo, Seth y yo tomamos caminos diferentes. Él se fue al inframundo a empezar a gobernar y yo me quedé con la señora Amira y su adorada hija. Agradezco al cielo de que ella se fuera a las tierras del sur para controlarlas. Dejándome con Amira las demás. Amira se preocupa cuando me ve con el brazo vendado.

— ¡Hija! ¿qué te pasó? —grita y se abalanza a revisarme el brazo. No quise que Beck lo hiciera, no confío en él y mucho menos lo dejaré tocarme sabiendo que esas manos estaban no hace mucho en el interior de la vagina de mi hermana—. Te hizo daño Seth ¿verdad?

—No, señora. Seth no me ha pegado desde esa vez —la tranquilizo. Cuando vi a la señora Amira tres años después de la paliza que me dio Seth por los acueductos, le tuve que contar todo lo que hice y lo de Seth.

—Más le vale —dice quitándome la venda. Nos vamos hasta el estudio de Seth—. ¿Y entonces mi niña?

 Le cuento de mi visita al castillo de Kenan, como me quemé el brazo, mi encuentro con mi hermana, mi impresión de los mellizos, y las cosas que me dijo Liora y como reaccioné al respecto.

—Comprendo mi niña lo que sientes —comenta acariciando mi brazo a diferencia de Beck que presionaba fuerte.

—¿Cómo así qué comprende lo que siento? —cuestiono confundida.

—Cuando mi hijo regresó por primera vez donde Kenan, no fue gratamente recibido por él sin embargo, tuvieron que hablar, pero no a disculparse los dos. Lo único que hablaron fue de ti.

—¿De mí? —recuerdo el día que Seth me vio desnuda después de haber matado a Kev.

—Sí, ese fue cuando viste a Seth por primera vez.

 Me quedo asombrada.

—Seth después de buscarte, iba cada año a ver a Kenan para hablar del reino oscuro y entre otras cosas, pero jamás fue bien visto su viaje por todos.

—No comprendo —digo confundida.

—Kenan no le gusta que él regrese, pero tiene que soportarlo. Tal vez no se lo diga a mi hijo en su cara, pero lo que no se puede evitar, son los gesto que se producen en su rostro.

—¿Por qué Seth nunca me dijo que iba todos los años para allá? Yo pude ir con él...

— ¿En serio crees eso? —pregunta con ironía—. Nunca fue de decir lo que siente, creo que de eso te diste cuenta. Y sus razones para no decirte, las desconozco por completo...

—¿Por qué él me odiaba o por lo menos, menos que antes? —le pregunto, siempre me lo he preguntado y no me atrevo a preguntárselo a Seth.

—Pensaba que te darías cuenta por ti sola —al darse cuenta que no hablaba prosiguió—. Te lo voy a poner así. Seth se encargó de conquistar en su mayoría el lado oscuro, se encargó de proclamarse amo y señor del reino. Las guerras cuestan dinero y hombres y él lo sabe. Tuvo que hacer sacrificios por tener todo lo que tiene ¿me sigues, sí? Él regresa a Kenan por un mensaje que él le envió. Hubieras visto la sonrisa que le salió en el rostro, jamás había visto a Seth sonreír y me dio tanto gusto que ellos dos hablaran después de tantos años. La sorpresa que recibió mi hijo, que su padre o hermano como prefieras decirle, fue que todo lo que había hecho, todo lo que tenía no era de él sino tuyo, que todo lo que él hizo te lo tenía que dar por derecho y lo que a él le correspondía y corresponde son los dominios del inframundo. Nada es tu culpa hija, Seth pagó su frustración, su odio e indignación contigo, aunque no tuvieras nada que ver en su vida.

 Me quedo sorprendida y perpleja por la revelación que me está haciendo.

—Pero él me dijo que me haría su reina...

—Porque Kenan le dijo que te tenía que convertirte en eso. No fue porque él lo escogiera ¿por qué crees que Irami te odia?

 La miro perpleja.

—Seth le dijo a mi hija que después de que conquistara todo el lado oscuro se lo entregaría para que ella lo gobernara y él se fuera al inframundo.

 Me levanto del sillón y me paseo por toda la sala. Todo tiene sentido, las palabras de Seth ahora cobran sentido.

—Pero, pero...

Ella se levanta y hace que vuelva a sentarme con ella en el sillón.

—Tú no tienes la culpa de nada —me limpia las lágrimas que brotan de mis ojos—. En cierto modo eso tarde o temprano iba a tener que pasar. Siempre se ha sabido que el universo ya tenía dueño y era Kenan, pero nadie le ha querido hacerle frente. Y lastimosamente hay que hacer lo que él diga.

—Pero no es justo —digo resignada—. Seth nunca va dejar de odiarme porque soy la estúpida mocosa que le quitó el reino a él y a su hermana.

—Él te quiere mucho, jamás lo he visto así de preocupado por alguien que no fuéramos Irami o yo.

—Pero jamás me amará por eso —digo sosteniendo el brazo que Beck me curó, no tengo ninguna cicatriz.

 Me levanto y me voy hasta mi habitación. La señora Amira me llama, pero no me detengo. Entro en mi cuarto y rompo a llorar desconsoladamente. Nada es mío, todo es un engaño, y lo peor de todo es que Seth no me quiere. Había transcurrido el tiempo y le había tomado cariño, no era fácil, pero valía la pena ya que éramos los únicos con los que podíamos hablar o por lo menos yo hablaba más. Me dispuse al día siguiente a buscar las cartas que le había escrito a mi hermana para volver a mandárselas. Escribo una de más pidiéndole perdón y explicando mis razones para defender a Seth. Estaban en un cofre que había escondido en mi vieja habitación, invoqué una sombra mensajera. Le expliqué a donde tenía que mandarla y a quien tenía que entregársela.

—No quiero que regreses hasta que se lo entregues ¿entendido? —le ordeno autoritaria a la sombra.

—No se preocupe mi señora que no la defraudaré —él hace una reverencia.

—Más te vale —digo fría.

La sombra se va y me deja sola en mi antigua habitación.

—Espero que podamos ser las mismas de antes.


Los Dos Reinos [I Libro De La Saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora