Laila: Un Amor Imposible

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El mejor momento que me pudo pasar fue que Seth me dejara trabajar en el campo. Al principio costó para que las personas se acostumbraran a mi presencia, pero me gané su confianza y lealtad al disminuirse su carga laboral.

 Cuando llegué la mañana siguiente con la señora Amira a los campos mi primera impresión fue de absoluto horror. Las personas hambrientas cargando grandes cestas de comida sin poder comérselas, los soldados azotan a los campesinos si no cumplen con la demanda que les exige el capitán. La señora Amira logró convencer a Seth de dejarle el mando a ella con la condición que, si no logramos cosechar más que lo que se cosecha en un año, nos castigaría de la peor manera. Cosa que a mí no me pareció algo tan serio, pero para la señora Amira significaba algo terrible y no me había dado cuenta de eso hasta que vi a esas personas.

 La señora Amira tardó un buen rato en hablar con el capitán para que le dejara el mando del sembradío diciéndole que Seth la había dejado a cargo. El capitán ya cansado se fue a hablar con Seth para saber si era cierto lo que le había dicho Amira. Esperamos sentadas en el pequeño muro de piedra viendo el ritmo que llevan las personas y analizando cómo podríamos mejorarlo. El capitán quien se negó a decirme su nombre y yo tampoco quería saberlo, llegó con un papel enrollado en su mano y se lo entregó a Amira a regañadientes y se largó.

—¿Eso qué es? —pregunto señalando el papel.

—Es nuestro seguro de vida —me guiña un ojo—. Tenemos mucho que hacer así que menos habla y más acción.

 Amira, como le digo ahora, porque ella lo prefiere mejor así. Empieza a hablar o amenazar mejor dicho a cada soldado, que el próximo en que azotara a un campesino le iba propinar a cada soldado el doble de azotes. Cosa que ellos tomaron muy en serio.

 Pasaba el tiempo y los métodos que habíamos establecidos Amira y yo estaban funcionando. Había pasado la mitad del año y se produjo más de lo que se había producido en una temporada. Al parecer en cambiar la motivación de los campesinos sirvió de buena manera al cambiarles los azotes por comida y techo, cosa que a ellos les encantó de buena manera.

 Como habíamos sembrado todo, nos dio tiempo a los campesinos y nosotras en empezar a construir las casas. Había una montaña un poco lejos donde se sacó la piedra que se utilizó para construir el castillo de Seth, Amira me alentó a sacarla con mis poderes y eso hice, saqué un gran bloque y ayudé a empujarlo hasta una distancia que no traspasara los dominios del castillo. Algunos campesinos son los que construyeron parte del castillo y ayudaron a hacerle las casas a los demás, Amira se quedó supervisando la construcción mientras Kev y yo nos íbamos al río lejos de las personas y de los soldados.

—¿Te puedo decir algo? —pregunta Kev desde una rama que por extraña razón aguanta su peso.

—Lo que tú quieras —le respondo sentada en una roca segura en el suelo.

—Gracias —dice con lágrimas en sus bellos ojos.

—¿Por qué lo dices? —pregunto conmocionada por el hecho de verlo llorar.

 Él baja de la rama y se sienta al lado de mí y me cuenta cómo su mamá y él llegaron hasta acá.  Ellos estaban en otro lugar, no sabe cómo se llama, pero si como era todo, las personas eran alegres y vivían en paz hasta que llegaron los soldados de Seth y empezaron a matar a todo ser que intentaba atravesarse en su camino. Quedaron pocas personas incluidas Kev, su madre y su padre, pero este fue separado de Kev y su madre y desde entonces no han sabido nada de él.

—¿Hace cuánto fue eso? —pregunto triste.

—No pasaba de los cinco años —dice con la mirada en el suelo.

—No tenía idea de lo que te había pasado, Kev —pongo una mano en su hombro.

—Todas las personas que veas por aquí, son esclavos de Seth —comenta sin expresar una emoción.

—Ya había escuchado algo parecido, pero no me imaginaba que fuera tan grave —confieso dándome cuenta del privilegio que poseo.

—A ti no te hace nada porque la señora Amira te defiende —se recuesta en el árbol—. Ella es buena, nos defiende de los guardias y cuida de los más pequeños para que los adultos puedan trabajar, ella me crió.

—¿En serio? —exclama sorprendida.

—Sí, la mayoría de los adultos que llegaron aquí de pequeños los cuidó ella. La señora Amira siempre vela por nuestros intereses ante el rey.

 No puedo evitar abrazarlo y él no puede evitar abrasarme.

 Cuando nos levantamos los dos nos miramos fijamente a los ojos, él toma mis manos y me besa en los labios. Me quedo inmóvil hasta que él se separa.

—Lo siento mucho, Laila —me suelta abrupto.

—No te preocupes —digo sonriente—. Me gustó mucho.

—¿En serio? —pregunta extrañado—. Es la primera vez que lo hago.

—Yo igual.

 Nos quedamos mirándonos un rato hasta que propongo devolvernos. Caminamos de regreso tomados de la mano hasta que divisamos algunos soldados y tomamos distancia. Él se regresa con su madre a ayudarla y yo me voy con Amira. No puedo dejar de pensar en ese beso tan lindo que me dio, el tacto de sus labios fue dulce y tierno como él. Es increíble que ya tenga quince años. Kenan siempre celebraba nuestro nacimiento con la comida favorita de Liora y la mía. Nunca recibí un mensaje de Liora o de Kenan, siempre le preguntaba a Seth si sabía algo de ellos, pero con sola la mención del nombre de Kenan se enfurecía y me corría a patadas del salón. Yo le mandaba cartas y se la daba a Amira para que ella la enviara, pero no recibía nada. Cuando llego con la señora Amira, ella me mira cansada.

—Se puede saber dónde estabas —demanda molesta—. Seth nos está esperando para cenar y sabes cómo se pone si lo hacemos esperar.

 Ella me hala por el brazo hasta llegar hasta el comedor donde está Seth tomando una copa de su bebida favorita. Sabe raro, pero tiene un toque de uva que me gusta.

Los Dos Reinos [I Libro De La Saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora